Una receta antidepresiva
Tanto a nivel local como mundial, vivimos momentos históricos de violencia y tensiones extremas que nos pueden afectar el estado anímico. En ciertos casos, produce la depresión, por lo que a continuación, comparto seis estrategias simples y efectivas para salir de la misma.
Permite las emociones. Nada obtendremos resistiendo o pretendiendo ignorarlas. Llegaron, y lo que se resiste, persiste. ¿Acaso la náusea no persiste hasta finalmente vomitar? De igual modo, la tristeza muchas veces simplemente necesita ser abrazada y expresada, no combatida y embotellada mediante una positividad tóxica. Como dice la psicoterapista Whitney Goodman: “la positividad tóxica es una manera de ‘gaslighting’ (…) les dice a las personas que lo que sienten no es real, se lo están inventando, y que son los únicos que se sienten así”. Se me ocurre el personaje Kat, de la serie “Euphoria” cuando su cuarto se llena de “influencers” imaginarios e irradiando en glamour gritan a coro a su cara “Love yourself!” “Love yourself!” “Love yourself!”. Pausa; permitirnos sentir lo que ya sentimos también es autoamor. Exterioriza las emociones. Tenemos que sacarlo hacia afuera… de otro modo, o nos consumirán por dentro, o terminarán por reventar de forma que lamentaremos. Se trata de tener válvulas de escape, y nada mejor que una persona que sepa escuchar y validar tu sentir, con quien puedas liberar y alivianar esa carga emocional sin ser juzgado. Por fortuna, todos venimos equipados con una extraordinaria cablería cerebral que, al presenciar angustia ajena, se activa cual espejo, produciendo empatía. Hablo de las famosas neuronas espejo. Procura confiarles a quienes las tengan funcionando; te ahorrará mucha pérdida de tiempo.
Ejercita . Es un antidepresivo natural sin efectos secundarios. Según estudios de Harvard, puede ser tan o más efectivo que los psicofármacos antidepresivos ya que promueve el crecimiento neuronal en el hipocampo, región cerebral que tiene un tamaño reducido en quienes padecen de depresión y que está implicada en la regulación de emociones. Además, el ejercicio aumenta en nuestro cerebro la secreción de endorfinas, hormonas endógenas que producen el efecto placentero de la morfina, y de serotonina, el “neurotransmisor de la felicidad”: el mismo que buscan activar los psicofármacos antidepresivos de la categoría de “SSRI” (selective serotonin reuptake inhibitor). Esa misma serotonina que nos suple el ejercicio también nos ayuda a dormir más fácilmente y ¿quién rayos puede ser feliz sin dormir suficiente?
Suelta las gríngolas. Toma un momento para mirar a tu alrededor y cuenta la mayor cantidad de cosas rojas que puedas… ¡Ya! Ahora, cuando cierres los ojos, señala algo azul sin mirar. Ya. ¿Qué tal? ¿Se te dificultó identificar las cosas azules que ahora puedes ver? Eso es porque estabas distraído buscando cuanta cosa de otro color, y así mismo hacemos con nuestras creencias negativas. Buscamos y enfocamos la atención únicamente en aquello que confirma nuestras creencias: el sesgo de confirmación. Bien sea que “soy feo”, “no soy inteligente”, “no puedo” o “nadie me amará”, dicho sesgo no nos permite ver todos los demás indicadores que contradicen la creencia. Soltemos esas gríngolas para expandir la vista y ver más allá de un solo color, para ver la realidad.
Alimenta tu cerebro. Todos los beneficios y cambios que traen las recomendaciones previas se reflejarán y grabarán mejor en nuestros circuitos neuronales mientras ingeramos alimentos que promueven la neurogénesis. Sí, tu cerebro tiene la capacidad para generar neuronas nuevas hasta el día que mueras, como vimos con el caso del hipocampo. Alimentos que propician la neurogénesis: aquellos con alto contenido de ácidos grasos poliinsaturados, como aceite de coco, aguacate, nueces, “blueberries”, sardinas y salmón, o un alto contenido de polifenoles, como verduras, frutas y granos enteros.
Busca ayuda. A veces parece que se nos olvida que tanto al entrar a este mundo, como cuando nos vayamos despidiendo, dependemos de otros para alimentarnos, cambiarnos los pañales, y calmar nuestras ansias con caricias y mentiritas piadosas. O como nos recuerda la Dra. Brené Brown: “No tenemos que hacerlo todo solos; nunca fuimos destinados a hacerlo”. ¿Por qué entonces nos cuesta tanto pedir ayuda psicológica? Seguramente porque estamos condicionados a verlo como algo que nos hace “débiles”, “estúpidos” o “locos”, pero la realidad es que hacerlo conlleva reconocer y abrazar nuestra vulnerabilidad ante la vida. Déjame decirte que eso es una gran muestra de fortaleza, sabiduría y sanidad.
“La tristeza muchas veces simplemente necesita ser abrazada y expresada, no combatida y embotellada mediante una positividad tóxica”