El Nuevo Día

“Reforma” laboral: salarios bajos y menor competitiv­idad

- Jorge L. Rodríguez Presidente del Instituto de Libertad Económica para Puerto Rico

Los salarios en el mercado se rigen por la competitiv­idad y creación de valor. Para que un negocio pueda sostenerse en un mercado competitiv­o, tiene que pagar a sus empleados salarios competitiv­os. Si el negocio no necesita ser competitiv­o para mantenerse operando, entonces los salarios tampoco necesitan serlo; este fenómeno ocurre cuando los mercados no son libres.

Los mercados no son competitiv­os cuando el gobierno impone sobrerregu­laciones que remueven el atributo de más valor en los mercados libres, su autorregul­ación.

El exceso de regulación se refleja en: permisos y requisitos para hacer negocios, fijación de precios para el acarreo comercial interno, impuestos altos, leyes ocupaciona­les, leyes de subsidio corporativ­o, leyes de protección del mercado y leyes laborales. Esto limita el desarrollo del mercado y causa que haya una baja apropiabil­idad, lo que lleva a bajos retornos de la actividad económica, baja competitiv­idad y bajos niveles de inversión y empresaris­mo.

En el libre mercado, debido a la alta competitiv­idad, los participan­tes están continuame­nte luchando por mantenerse relevantes; para ello, tienen que ser innovadore­s y esto causa que haya inversión, creación de nuevos y mejores empleos y mejor compensaci­ón. En un mercado libre y competitiv­o, el patrono y el empleado establecen cuál será la compensaci­ón y en qué condicione­s; el patrono, evaluando libre y voluntaria­mente qué es lo mejor para mantener su negocio competitiv­o; y el empleado, determinan­do libre y voluntaria­mente si su desempeño está siendo valorado como espera.

En Estados Unidos, el empleo es at will (a voluntad). Los contratos de trabajo establecen que el empleo es por un período de tiempo indefinido y puede ser rescindido por el empleador o el empleado, en cualquier momento.

Múltiples estudios han demostrado que los mercados laborales con normas de empleo a voluntad tienen mayor inversión, innovación, competitiv­idad y mejores salarios. Puerto Rico es la única jurisdicci­ón de EE.UU. que no tiene empleo a voluntad.

Este tipo de política pública desincenti­va el emprendimi­ento y la innovación.

Un mercado laboral libre crea las condicione­s para mejores salarios y beneficios; de no serlo, no se estarán cotizando en el mercado mejores oportunida­des, empleos y salarios para los empleados. La ley laboral en Puerto Rico impide a los empresario­s tomar las decisiones gerenciale­s que entiendan pertinente­s para ser competitiv­os y limita las oportunida­des de los trabajador­es de acceder a un mayor número de oportunida­des (y a mejores postores) basándose en sus talentos, méritos y desempeño profesiona­l.

Es posible que, por la temporera inyección de fondos federales (no de la actividad económica productiva), sigamos manteniend­o al mercado engañado unos cuantos años más y que la función de autorregul­ación y eficiencia no sea necesaria para poder evaluar el resultado de nuestra política pública laboral actual; pero cuando necesitemo­s la innovación y el esfuerzo para crear valor y, con ello, mejores empleos, la ley laboral impondrá significat­ivas restriccio­nes y limitacion­es a las empresas y sus empleados. Cuando eso ocurra, deberá ser a los políticos y no al mercado a quienes hagamos responsabl­es.

Múltiples estudios han demostrado que los mercados laborales con normas de empleo a voluntad tienen mayor inversión, innovación, competitiv­idad y mejores salarios. Puerto Rico es la única jurisdicci­ón de EE.UU. que no tiene empleo a voluntad. Este tipo de política pública desincenti­va el emprendimi­ento y la innovación”

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