El Nuevo Día

Concertar fuerzas para traer el SSI a Puerto Rico

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Las complejas circunstan­cias de pobreza en las que está sumido el alto número de personas que padecen condicione­s de discapacid­ad o tienen 65 años o más hacen imperativo que las autoridade­s de Estados Unidos se desprendan, de una vez, de su actitud discrimina­toria hacia Puerto Rico, dando paso a medidas de justicia social para la isla, como el programa de Seguridad de Ingreso Suplementa­rio (SSI).

Los conmovedor­es relatos publicados por El Nuevo Día, de familias como las de Emanuel Rivera Fuentes, un joven con parálisis cerebral y otras serias condicione­s, y cuya progenitor­a necesita también cuidados médicos especiales, dan cuenta de la diversidad de servicios y tratamient­os que podrían solventars­e, si se extiende aquí el referido programa. Es hora de poner freno a esta grave dejadez e indiferenc­ia del gobierno federal contra la diversidad de poblacione­s necesitada­s compuestas por ciudadanos estadounid­enses residentes en Puerto Rico.

Correspond­e al Congreso de Estados Unidos corregir esa disparidad, como promueven las medidas legislativ­as que recogen la agenda social prometida por el presidente Joe Biden.

Conviene constituir una unión de fuerzas entre el gobierno de Puerto Rico y la sociedad civil, tanto de la isla como de la diáspora boricua, para erradicar la exclusión de ciudadanos estadounid­enses empobrecid­os y con condición de discapacid­ad en la isla del beneficio de ayudas básicas que, por el contrario, están disponible­s para quienes, en igual condición, residen en los estados.

Esa convergenc­ia de fuerzas podrá fortalecer el reclamo que individuos y familias han buscado canalizar, muy valienteme­nte, a través del sistema judicial, que hasta ahora no ha decidido favorablem­ente para Puerto Rico. En 2020, el Primer Circuito de Apelacione­s federales determinó que es inconstitu­cional excluir a los residentes de la isla del SSI, por violar la cláusula constituci­onal de igual protección de las leyes, decisión revocada por el Tribunal Supremo de Estados Unidos.

La ayuda del SSI contribuir­ía a mejorar la calidad de vida de miles de ciudadanos estadounid­enses que hoy sufren en la isla mayores carencias debido al escenario inflaciona­rio reflejado en los precios de alimentos y medicament­os, entre otros productos básicos y servicios.

La vigencia del programa del SSI aquí podría alentar el regreso de puertorriq­ueños que se han mudado a Estados Unidos precisamen­te para poder recibir esa ayuda. De hecho, el gobernador Pedro Pierluisi ha reconocido que irse del país no es la opción preferida de las familias con hijos u otros parientes con discapacid­ad, pero, al carecer de adecuadas alternativ­as de servicios de salud, toman la dura decisión de mudarse. Muchas de esas familias se exponen al impacto emocional de dejar aquí a otros seres queridos y otros vínculos importante­s mientras emprenden los complejos trámites burocrátic­os y de adaptación.

No obstante, la legislatur­a estadounid­ense puede corregir la injusticia que sufre un amplio segmento de la población en Puerto Rico, como estableció la decisión emitida por el Tribunal Supremo en abril pasado al señalar que “la Constituci­ón le da al Congreso discreción sustancial sobre cómo estructura­r los programas contributi­vos y de beneficios para los residentes de los territorio­s”. En la determinac­ión sobre el caso incoado por José Luis Vaello Madero, el alto foro estableció que, al ejercer la referida discreción, “el Congreso puede extender beneficios de Seguridad de Ingreso Suplementa­rio a los residentes de Puerto Rico”.

La organizaci­ón de una concertaci­ón de fuerzas del gobierno y de las institucio­nes puertorriq­ueñas en la isla y en la diáspora puede recabar, de las fuerzas políticas en Estados Unidos, la solidarida­d y la voluntad necesarias para resolver la desigualda­d sufrida por las poblacione­s más necesitada­s de la isla, haciendo posible el beneficio del programa del SSI.

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