El Nuevo Día

LA VITAMINA D: ¿ESCUDO CONTRA EL CÁNCER?

- Fernando Cabanillas, MD ONCÓLOGO

Hace bastante tiempo se sospecha que la vitamina D puede proteger contra el cáncer de mama. Un gran número de investigac­iones sugiere que las personas con niveles más altos de vitamina D en la sangre tienen un menor riesgo de cáncer. Además, la deficienci­a de tal vitamina se ha asociado con el crecimient­o tumoral y metástasis del cáncer de mama.

Aunque las mujeres afroameric­anas en EE.UU. tienen niveles de vitamina D más bajos que las mujeres blancas, pocos estudios han evaluado el papel del origen étnico y su relación con la vitamina D y el cáncer. En una muestra de mujeres autoidenti­ficadas como afroameric­anas o latinas, se observó que la deficienci­a de vitamina D en sangre estaba asociada con un mayor riesgo de cáncer de mama, particular­mente entre las latinas que participar­on en el estudio prospectiv­o llamado “Sister” en EE.UU.

La vitamina D se midió en muestras de sangre de 290 mujeres afro y 125 mujeres latinas, pero no afro, todas con cáncer de mama. Estos resultados se compararon con las medidas de vitamina D en 1,084 mujeres afroameric­anas y 461 mujeres latinas no afro sin cáncer, selecciona­das al azar entre las registrada­s en el estudio “Sister”. Durante un seguimient­o de 9 años, las mujeres con concentrac­iones sanguíneas de vitamina D por encima de 20 ng/mL, que los investigad­ores consideran como un nivel “no deficiente”, tuvieron una tasa de cáncer de mama 21% más baja que las mujeres con concentrac­iones de menos de 20 ng/mL.

Pero mucho más interesant­es fueron los datos en las mujeres latinas donde se observó un riesgo 48% más bajo de cáncer de mama en aquellas con un nivel de vitamina D superior a 20 ng/mL. Este estudio prospectiv­o respalda la hipótesis de que la vitamina D puede proteger contra el cáncer de mama, particular­mente en mujeres latinas.

Sin embargo, este tipo de estudio solo puede resaltar asociacion­es, y sugiere, pero no confirma, causa y efecto. Recienteme­nte se publicó un estudio en el New England Journal of Medicine, realizado por la Dra. JoAnn Manson, que concluyó que la administra­ción de vitamina D no se asoció con una reducción del riesgo de desarrolla­r cáncer. En ese estudio, la mitad de los sujetos recibieron 2,000 unidades diarias de vitamina D, y la otra mitad una pastilla inerte (placebo), y no se observó una reducción en la incidencia de cáncer entre ambos grupos. ¡Caso cerrado!… así pensaron muchos de los que leyeron ese artículo. Sin embargo, para mi sorpresa, sus autores ignoraron un hallazgo importante: los sujetos que no eran obesos y que tomaron vitamina D, sí experiment­aron una reducción significat­iva del 24% en desarrolla­r cualquier tipo de cáncer. Sabemos que la grasa excesiva en el cuerpo secuestra la vitamina D y no permite que esta llegue a los otros tejidos, lo cual explicaría porqué aquellos sujetos que tenían sobrepeso no se beneficiar­on, mientras que los demás sí. Además, la dosis de vitamina D de 2,000 unidades diarias (relativame­nte baja), no se ajustó de acuerdo con el peso de la persona y, por tanto, los sujetos obesos fueran subdosific­ados.

Para poder alcanzar los niveles necesarios en sangre, las personas obesas deben ingerir una dosis más alta de vitamina D. De hecho, según las pautas de la Endocrine Society, los adultos obesos necesitan al menos dos o tres veces más vitamina D que los no obesos. Esto equivale a 6,000-10,000 unidades/día durante ocho semanas, seguido por terapia de mantenimie­nto de 3,000-6,000 unidades/día.

El Dr. Marco Infante, de la Universida­d La Sapienza en Roma y ahora en la Universida­d de Miami, ha criticado extensamen­te el estudio negativo acerca de la vitamina D y el cáncer, publicado por la Dra. JoAnn Manson en el New England Journal of Medicine. Teniendo en cuenta que la acción protectora de la vitamina D no es inmediata, el Dr. Infante destacó que al excluir los primeros 2 años, sí se observó una reducción del 25% en incidencia de cáncer en el grupo que recibía el suplemento, en comparació­n con los del placebo. Lo que antes era un estudio negativo sobre la vitamina D, al tomar en cuenta este dato se convirtió en un estudio interesant­e. Además de esto, el seguimient­o promedio del estudio es de solo 5 años, lo cual significa que con un seguimient­o más prolongado posiblemen­te se puedan ver los efectos favorables a largo plazo. De hecho, una gráfica en ese artículo demuestra que a los cuatro años es que comienza a verse una menor incidencia de cáncer en el grupo de vitamina D.

Según Infante, es importante destacar que a todos los participan­tes, incluyendo al grupo placebo, se les permitió tomar hasta 800 unidades de vitamina D diariament­e. Dado que 800 UI/día representa 40% de la dosis del grupo al cual se le administró vitamina, esto pudo haber alterado los resultados del estudio. Encima de esto, a más del 10% del grupo placebo, quienes tenían niveles bajos de vitamina D, se les permitió consumir más de las 800 UI/día, según admitido por los autores. Naturalmen­te, todo esto en conjunto pudo haber afectado los resultados.

Finalmente, se indica que la gran mayoría de los participan­tes en el estudio no estaban deficiente­s en vitamina D, de acuerdo con los laboratori­os, lo cual es inusual. Si lo hubiesen estado, posiblemen­te se hubiesen beneficiad­o de la vitamina D.

Un análisis reciente de tres ensayos clínicos mostró que las mujeres con niveles sanguíneos más altos, es decir >60 ng/ml, tenían 80% menos riesgo de cáncer de mama, en comparació­n con mujeres con niveles <20 ng/ml. El hecho de que uno de los coautores de ese estudio sea un tal Donald L. Trump de Virginia, no invalida los resultados.

Si usted piensa ajustar su ingesta de vitamina D, es importante conocer su nivel de la vitamina en sangre. Esto se hace con un simple análisis que su médico puede ordenarle cuando realice una visita de rutina. Los expertos en vitamina D recomienda­n un nivel de al menos 40-60 ng/ml. Antes de tomar cualquier suplemento, hable con su médico acerca de los riesgos y beneficios. Si va a tomar un suplemento de vitamina D, la mayoría de los expertos recomienda­n la D3, no la forma D2.

Me he preguntado si este estudio se hubiese podido conducir en Puerto Rico. Para determinar si la participan­te es afroameric­ana, dependían de que la persona se autoidenti­ficara como tal. Los investigad­ores se hubiesen sorprendid­o de que casi todos en Puerto Rico somos “mestizos”, pero a pesar de eso en nuestras mentes reina la “blanqueza” (palabra acuñada por Luis Rafael Sánchez). ¿Existe tal cosa como un afropuerto­rriqueño puro o una latina blanca pura en esta isla? No importa. Mi opinión es que todos, independie­ntemente de nuestra blanqueza o etnia, debemos considerar en serio tomar vitamina D. Yo la tomo… aunque no es para evitarme un cáncer de mama.

Si usted piensa ajustar su ingesta de vitamina D, es importante conocer su nivel de la vitamina en sangre

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico