LA VITAMINA D: ¿ESCUDO CONTRA EL CÁNCER?
Hace bastante tiempo se sospecha que la vitamina D puede proteger contra el cáncer de mama. Un gran número de investigaciones sugiere que las personas con niveles más altos de vitamina D en la sangre tienen un menor riesgo de cáncer. Además, la deficiencia de tal vitamina se ha asociado con el crecimiento tumoral y metástasis del cáncer de mama.
Aunque las mujeres afroamericanas en EE.UU. tienen niveles de vitamina D más bajos que las mujeres blancas, pocos estudios han evaluado el papel del origen étnico y su relación con la vitamina D y el cáncer. En una muestra de mujeres autoidentificadas como afroamericanas o latinas, se observó que la deficiencia de vitamina D en sangre estaba asociada con un mayor riesgo de cáncer de mama, particularmente entre las latinas que participaron en el estudio prospectivo llamado “Sister” en EE.UU.
La vitamina D se midió en muestras de sangre de 290 mujeres afro y 125 mujeres latinas, pero no afro, todas con cáncer de mama. Estos resultados se compararon con las medidas de vitamina D en 1,084 mujeres afroamericanas y 461 mujeres latinas no afro sin cáncer, seleccionadas al azar entre las registradas en el estudio “Sister”. Durante un seguimiento de 9 años, las mujeres con concentraciones sanguíneas de vitamina D por encima de 20 ng/mL, que los investigadores consideran como un nivel “no deficiente”, tuvieron una tasa de cáncer de mama 21% más baja que las mujeres con concentraciones de menos de 20 ng/mL.
Pero mucho más interesantes fueron los datos en las mujeres latinas donde se observó un riesgo 48% más bajo de cáncer de mama en aquellas con un nivel de vitamina D superior a 20 ng/mL. Este estudio prospectivo respalda la hipótesis de que la vitamina D puede proteger contra el cáncer de mama, particularmente en mujeres latinas.
Sin embargo, este tipo de estudio solo puede resaltar asociaciones, y sugiere, pero no confirma, causa y efecto. Recientemente se publicó un estudio en el New England Journal of Medicine, realizado por la Dra. JoAnn Manson, que concluyó que la administración de vitamina D no se asoció con una reducción del riesgo de desarrollar cáncer. En ese estudio, la mitad de los sujetos recibieron 2,000 unidades diarias de vitamina D, y la otra mitad una pastilla inerte (placebo), y no se observó una reducción en la incidencia de cáncer entre ambos grupos. ¡Caso cerrado!… así pensaron muchos de los que leyeron ese artículo. Sin embargo, para mi sorpresa, sus autores ignoraron un hallazgo importante: los sujetos que no eran obesos y que tomaron vitamina D, sí experimentaron una reducción significativa del 24% en desarrollar cualquier tipo de cáncer. Sabemos que la grasa excesiva en el cuerpo secuestra la vitamina D y no permite que esta llegue a los otros tejidos, lo cual explicaría porqué aquellos sujetos que tenían sobrepeso no se beneficiaron, mientras que los demás sí. Además, la dosis de vitamina D de 2,000 unidades diarias (relativamente baja), no se ajustó de acuerdo con el peso de la persona y, por tanto, los sujetos obesos fueran subdosificados.
Para poder alcanzar los niveles necesarios en sangre, las personas obesas deben ingerir una dosis más alta de vitamina D. De hecho, según las pautas de la Endocrine Society, los adultos obesos necesitan al menos dos o tres veces más vitamina D que los no obesos. Esto equivale a 6,000-10,000 unidades/día durante ocho semanas, seguido por terapia de mantenimiento de 3,000-6,000 unidades/día.
El Dr. Marco Infante, de la Universidad La Sapienza en Roma y ahora en la Universidad de Miami, ha criticado extensamente el estudio negativo acerca de la vitamina D y el cáncer, publicado por la Dra. JoAnn Manson en el New England Journal of Medicine. Teniendo en cuenta que la acción protectora de la vitamina D no es inmediata, el Dr. Infante destacó que al excluir los primeros 2 años, sí se observó una reducción del 25% en incidencia de cáncer en el grupo que recibía el suplemento, en comparación con los del placebo. Lo que antes era un estudio negativo sobre la vitamina D, al tomar en cuenta este dato se convirtió en un estudio interesante. Además de esto, el seguimiento promedio del estudio es de solo 5 años, lo cual significa que con un seguimiento más prolongado posiblemente se puedan ver los efectos favorables a largo plazo. De hecho, una gráfica en ese artículo demuestra que a los cuatro años es que comienza a verse una menor incidencia de cáncer en el grupo de vitamina D.
Según Infante, es importante destacar que a todos los participantes, incluyendo al grupo placebo, se les permitió tomar hasta 800 unidades de vitamina D diariamente. Dado que 800 UI/día representa 40% de la dosis del grupo al cual se le administró vitamina, esto pudo haber alterado los resultados del estudio. Encima de esto, a más del 10% del grupo placebo, quienes tenían niveles bajos de vitamina D, se les permitió consumir más de las 800 UI/día, según admitido por los autores. Naturalmente, todo esto en conjunto pudo haber afectado los resultados.
Finalmente, se indica que la gran mayoría de los participantes en el estudio no estaban deficientes en vitamina D, de acuerdo con los laboratorios, lo cual es inusual. Si lo hubiesen estado, posiblemente se hubiesen beneficiado de la vitamina D.
Un análisis reciente de tres ensayos clínicos mostró que las mujeres con niveles sanguíneos más altos, es decir >60 ng/ml, tenían 80% menos riesgo de cáncer de mama, en comparación con mujeres con niveles <20 ng/ml. El hecho de que uno de los coautores de ese estudio sea un tal Donald L. Trump de Virginia, no invalida los resultados.
Si usted piensa ajustar su ingesta de vitamina D, es importante conocer su nivel de la vitamina en sangre. Esto se hace con un simple análisis que su médico puede ordenarle cuando realice una visita de rutina. Los expertos en vitamina D recomiendan un nivel de al menos 40-60 ng/ml. Antes de tomar cualquier suplemento, hable con su médico acerca de los riesgos y beneficios. Si va a tomar un suplemento de vitamina D, la mayoría de los expertos recomiendan la D3, no la forma D2.
Me he preguntado si este estudio se hubiese podido conducir en Puerto Rico. Para determinar si la participante es afroamericana, dependían de que la persona se autoidentificara como tal. Los investigadores se hubiesen sorprendido de que casi todos en Puerto Rico somos “mestizos”, pero a pesar de eso en nuestras mentes reina la “blanqueza” (palabra acuñada por Luis Rafael Sánchez). ¿Existe tal cosa como un afropuertorriqueño puro o una latina blanca pura en esta isla? No importa. Mi opinión es que todos, independientemente de nuestra blanqueza o etnia, debemos considerar en serio tomar vitamina D. Yo la tomo… aunque no es para evitarme un cáncer de mama.
Si usted piensa ajustar su ingesta de vitamina D, es importante conocer su nivel de la vitamina en sangre