El Nuevo Día

Tres títulos y seis finales en una década inolvidabl­e para los Mets

Mario “Quijote” Morales convirtió a Guaynabo en uno de los equipos más poderosos del BSN

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Cuando se habla de rivalidade­s en el Baloncesto Superior Nacional (BSN), muchos destacan la que tuvieron los Vaqueros de Bayamón y los Piratas de Quebradill­as en la década de 1970, pero pocos recuerdan la que tuvieron los propios corsarios con los Mets de Guaynabo a inicios de la década de 1980, con Mario “Quijote” Morales viéndose las caras de tú a tú con Raymond Dalmau.

De hecho, Morales y sus Mets fueron los responsabl­es de poner fin a la hegemonía de Quebradill­as al culminar su trifecta de títulos consecutiv­os (1977-1979) durante la final de 1980 y luego le repitieron la dosis en el 1982, cuando se volvieron a enfrentar por el campeonato en lo que sería la última final de Dalmau.

Sin embargo, esos logros no se dieron sin antes aprender sus lecciones ante los Piratas.

“Dalmau era el mejor jugador de los setenta. Fue el primer jugador que conocí con gran ética de trabajo. Trabajaba duro en su físico y por eso fue tan dominante por tantos años. Era un poco lento, pero fuerte. Siempre era doble-doble en puntos y rebotes y tenía tremendo ‘crossover-dribble’. Mis duelos eran a muerte con él. Es un caballero y un gran tipo. Pero el nivel competitiv­o entre nosotros fue bien alto”, recordó Morales. “Yo también tenía una gran ética de trabajo. Entrenaba mucho y corría bastante. Corría carreras de 10K y el medio maratón San Blas”.

Para 1978, en su cuarto año en el BSN, Morales ya era un anotador establecid­o a sus 21 años, habiendo promediado 19 puntos o más en sus primeras cuatro campañas. Ese año llegaría a su primera final y sería ante Dalmau y Quebradill­as, quienes buscaban revalidar como campeones tras ganar en 1977.

“Los Mets ya tenían a Tony Díaz, José Sosa y a ‘ Cachorro’ Santiago, pero en 1978 entró ‘Papo’ Villamil como apoderado y nos trajo a Juan ‘Conejo’ Rosa, a José ‘Cheo’ Mangual y a Ralph Menar. Nos pusimos competitiv­os. Ese año eliminamos a Canóvanas y a Bayamón, y llegamos a final con Quebradill­as, pero perdimos en cinco juegos”, recordó Morales. “Luego en 1979 nos llegó Josean Báez pero por mala suerte nos tocó Quebradill­as en cuartos de final y nos limpiaron temprano”.

Su reivindica­ción llegaría finalmente en el 1980, año en el que fue escogido por primera vez como Jugador Más Valioso tras liderar la liga en anotacione­s con la friolera de 32.9 puntos por juego y agregar 10.6 rebotes.

“Esa fue mi mejor temporada. Tuve cinco juegos que metí sobre 40 puntos y jugando los 40 minutos. Julio no me sacaba y me decía ‘cuando te mueras tendrás mucho tiempo para descasar’ (se ríe). Ese año le ganamos a los Piratas en un juego decisivo en Ponce. A nivel de talento, Quebradill­as era mejor, pero nosotros jugamos mejor que ellos”.

Los Mets jugaron un total de seis series finales en esa década de 1980, ganando tres campeonato­s durante ese transcurso. Pero 1981 no sería uno de ellos tras no poder revalidar y perder con Bayamón en siete juegos.

“Sin embargo, volvimos a la final en 1982 y otra vez con Quebradill­as. Ellos no querían correr con nosotros. En el séptimo juego, su dirigente Ray Amalbert les dijo que corrieran, pero fue un gran error. (Federico) ‘Fico’ López, que empezó con nosotros en 1981, se fue 7-7 de campo esa noche. Éramos más jóvenes. Los Piratas jugaban a cámara lenta y usualmente ganaban 62-60. En la segunda mitad le dimos una paliza y sería la última final de Raymond”.

Morales ganaría en 1982 su segundo premio de JMV con promedios de 31.2 puntos y 9.9 rebotes y repetiría por tercera ocasión con esa distinción en 1983 tras promediar 24.7 puntos y 11.1 rebotes. No obstante, en 1983 cayeron en la final ante unos Indios de Canóvanas encabezado­s por Angelo Cruz.

La historia entonces se repitió en 1985 cuando fueron vencidos en la final por unos Atléticos de San Germán liderados por un emergente centro llamado José “Piculín” Ortiz. Luego en 1988, se quedaron a un paso de la final tras eliminarse con Canóvanas.

Pero el tercer anillo finalmente llegó en 1989 cuando Ángel “Papo” Ríos compró el equipo y trajo de regreso a Julio Toro como dirigente. En esa final superaron a los Leones de Ponce. Para 1990 volverían a la final ante Ponce tras haber adquirido a Georgie Torres esa temporada, pero Morales perdería gran parte del torneo tras lesionarse una rodilla. Ponce se llevaría ese campeonato.

En 1993 sería la última oportunida­d de título de Morales tras ganar su cuarto trofeo de JMV con promedios de 25 puntos y 7.2 rebotes pero sufriría el mismo destino ante los Leones.

“Julio se fue a dirigir a Ponce, que tenía una gran camada de jugadores, como (Javier) ‘Toñito’ Colón y Charlie Lanauze. Batallamos y hasta metí un canasto ganador en Ponce para evitar la barrida, pero nos ganaron comoquiera”, agregó Morales, quien seguiría jugando hasta 1998, retirándos­e como el jugador de más juegos hasta ese momento en 24 temporadas con 1,557 (luego superado por Mario Butler).

Morales también finalizó como el segundo mejor anotador de la historia del BSN con 15,293 puntos para promedio de 22.7 de por vida (solo detrás de Torres con 15,863 puntos).

 ?? archivo histórico ?? A la derecha, Mario “Quijote” Morales (15) se eleva buscando un balón durante un partido ante los Piratas de Quebradill­as en 1978. Abajo, Morales busca atacar el canasto ante la defensa de Charlie Bermúdez, de los Indios de Canóvanas.
archivo histórico A la derecha, Mario “Quijote” Morales (15) se eleva buscando un balón durante un partido ante los Piratas de Quebradill­as en 1978. Abajo, Morales busca atacar el canasto ante la defensa de Charlie Bermúdez, de los Indios de Canóvanas.
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