Momentos icónicos con la camisa de la Selección
Quijote Morales recuerda su canasto para ponchar el pase a las Olimpiadas de Seúl
““Quijote, con calma que quedan siete segundos. Quijote, con calma. ¡Con calma Mario! ¡Con caaaaalma Marioooooo! ¡Puerto Rico está ganando y le quedan tres segundos!”
Esa fue la narración de Ernesto Díaz González mientras Mario “Quijote” Morales recibía un pase de Angelo Cruz en el ala derecha frente al marcaje del delantero canadiense John Hatch, bien arriba, para evitar un tiro de tres con el juego empate 60-60 y el boleto olímpico para ir a Seúl 1988 en juego. En ese instante, “Quijote” efectuó un pequeño amague de irse por el lado izquierdo para entonces hacer un giro “spin move” por su lado derecho y dejó atrás a Hatch. Se adentró en la zona pintada y completó un tiro brincado a unos 10 pies del canasto ante el acoso defensivo de otros tres jugadores canadienses, para darle a Puerto Rico la ventaja, 62-60, restando solo tres segundos.
Posteriormente, Canadá pondría el balón en juego y el base Eli Pasquale haría un intento desesperado desde casi media cancha que fue desviado por un tapón de Morales, para así asegurar el pase olímpico y dar rienda suelta a una gran celebración a media cancha.
Sería la primera vez que Puerto Rico jugaría en unas Olimpiadas en 12 años tras haber estado en 1976 en Montreal. Los boricuas se ausentaron en Moscú 1980 y no clasificaron a Los Ángeles 1984.
“No podía permitir que nos quedáramos fuera de otras Olimpiadas. Luego de venir de atrás solo faltaba un canasto y teníamos una última posesión faltando 26 segundos. Angelo Cruz era sabio en la cancha y había identificado mi mano caliente. Dijo ‘este es el hombre que va a meter la bola’. Confió en mí y yo no lo podía defraudar. Me saqué la defensa de encima y metí el canasto en el ‘clutch’ para ir a las Olimpiadas. Ese es uno de mis canastos favoritos de todos los tiempos”, dijo Morales, quien por fin tendría su añorada oportunidad olímpica en Corea del Sur.
“Todavía estaba molesto por no haber podido ir a mis primeras Olimpiadas en 1980 por el asunto del boicot y luego no clasificar en 1984”, aceptó Morales. “Creo que teníamos oportunidad real de ganar medalla si íbamos a Moscú. Nos quedamos sin averiguarlo”.
No obstante, Morales sí sería parte del equipo histórico que se ganó por primera vez a una selección de Estados Unidos durante el Premundial de las Américas de 1989 en México. Ese fue un torneo en el que los boricuas no pudieron contar con José “Piculín” Ortiz y Ramón Rivas porque ambos venían de jugar en la NBA, y para ese instante todavía la FIBA no había aprobado a los profesionales en torneos internacionales, lo que se daría para el 1990.
“Estados Unidos tenía un ‘trabuco’ de colegiales que luego fueron a la NBA, como Billy Owens, (Lionel) Simmons, (Christian) Laettner, (Doug) Smith, (Antonio) Davis y un joven Gary Payton, entre otros. Pero la línea frontal de nosotros estaba dura. Empezábamos Ramón Ramos, Jerome Mincy y yo. Veníamos de perder contra ellos en la ronda preliminar, pero en ese juego les ganamos casi todo el trayecto”, recordó Morales, quien fue clave al final al conseguir un ‘goal tending’ de Smith’ para ventaja de 84-73, y luego agregó una güira restando 35 segundos para ventaja de 86-75.
Como si fuera poco, hizo la asistencia en pase de saque para James Carter para asegurar el triunfo al final, 88-80, lo que dio rienda suelta a la improbable celebración del oro continental y ante el “cuco” de la región.
Morales volvió a ser “clutch” durante el Preolímpico de las Américas 1992 en Portland cuando metió seis tiradas libres al final del partido eliminatorio de cuartos de finales ante Argentina, que les aseguró el pase a Barcelona 1992.
“Para ese tiempo todavía el dirigente podía decidir sacar el balón al lado en vez de ir al tiro libre. Pero todas las veces me quedé con el balón en la mano y fui al tiro libre. Metí seis corridos y aseguramos el viaje a España”, dijo Morales, quién luego promediaría 10.8 puntos por juego en Barcelona 1992, que sería su segunda y última Olimpiada.
“Ese año mi camiseta fue exhibida en el Salón de la Fama del Baloncesto en Springfield, Massachusetts. Habían solicitado una camiseta por cada equipo participante y la mía fue la que escogieron para Puerto Rico”.