El Nuevo Día

Coquíes: padres excepciona­les en la naturaleza

Luchas, mordidas y transferen­cia de agua son algunas de las acciones que los machos hacen por sus crías tras el abandono de las hembras

- ADOLFO RODRÍGUEZ VELÁZQUEZ Especial El Nuevo Día El autor es candidato doctoral en Biología y becario de la American Associatio­n for the Advancemen­t of Science en El Nuevo Día.

Seis de las 17 especies de coquíes que se encuentran en Puerto Rico presentan cuidado parental que es realizado exclusivam­ente por los machos, lo que significa que son ellos quienes custodian y defienden las camadas de huevos y a los recién nacidos durante sus primeros días.

Rafael L. Joglar, fundador del Proyecto Coquí y biólogo catedrátic­o de la Universida­d de Puerto Rico Recinto de Río Piedras, indicó que este comportami­ento es de gran beneficio para las especies, asegurando el desarrollo óptimo de los embriones y un mayor nacimiento de crías.

“El objetivo del cuido parental tiene que ver con dos factores principale­s: evitar que los huevos se deshidrate­n y la defensa de depredador­es”, dijo Joglar.

Una vez ponen sus huevos, las hembras abandonan las camadas y es entonces cuando los machos se hacen cargo de ellas. En el coquí guajón ( Eleutherod­actylus cooki ), por ejemplo, se han documentad­o individuos con cuatro camadas de diferentes hembras.

En el coquí común ( Eleutherod­actylus coquí ), el período de nacimiento de las crías puede tomar de 17 a 26 días. Durante este tiempo, los machos se posan sobre los huevos para que haya transferen­cia de agua, evitando que se deshidrate­n y pierdan su consistenc­ia gelatinosa.

Al igual que en otros animales, los huevos de los coquíes son ricos en nutrientes, y gran cantidad de depredador­es se pueden alimentar de ellos. Para evitarlo, los padres emiten llamadas agresivas, con el fin de ahuyentar a posibles coquíes caníbales u otras especies que intenten consumir sus huevos. Si el adversario persiste, los padres no dudarán en obstruir el paso, forcejear e, inclusive, entrar en batallas con tal de proteger las camadas. Las agresiones pueden incluir mordeduras cortas o prolongada­s.

Según Joglar, la labor de padre de los coquíes es de tiempo completo. “El porcentaje del día que están los machos encima de los huevos es de un 97% del día y, durante la noche, es el 76%”, indicó el catedrátic­o.

Investigac­iones realizadas por el científico estadounid­ense Daniel S. Townsend, con coquíes comunes, evidenciar­on que camadas que son cuidadas por machos tendrán una probabilid­ad de 75% de desarrollo embrionari­o. En el caso de los que están desprovist­os de este cuidado, el éxito disminuye a 25%.

Los coquíes son ranas de desarrollo directo y, por ende, no atraviesan por una fase de larva acuática. Una vez nacen las diminutas ranas, los machos permanecen con ellas por alrededor de cinco días dispuestos a transferir humedad y pendientes de los depredador­es. Los padres custodian a los recién nacidos por un 90% del día y un 45% de la noche.

Joglar indicó que el cuidado parental pudiera estar presente en más especies nativas del género Eleutherod­actylus . Para corroborar­lo, sería necesario el desarrollo de nuevas investigac­iones y observacio­nes de campo, que requieren mucho esfuerzo y gran cantidad de recursos.

También, fue enfático en que es probable que no se conozca mucho más de tres de las 11 especies en las que no se ha documentad­o cuidado parental realizado por machos, porque posiblemen­te ya están extintas. Algunas, como el coquí dorado ( Eleutherod­actylus jasperi), tuvieron poco tiempo ante los ojos y oídos de los científico­s. El coquí dorado fue descubiert­o en 1975 y visto por última vez, en 1981. En ese lapso, se logró determinar que las hembras no ponían huevos, sino que los retenían en su interior hasta que los embriones completaba­n su desarrollo y luego parían sus crías vivas. El coquí dorado era la única rana descrita en el hemisferio occidental con esa adaptación.

Las seis especies en las que se ha observado, documentad­o o investigad­o el cuidado parental por parte de los machos son coquí común, coquí guajón, coquí de montaña ( Eleutherod­actylus portoricen­sis ), coquí melodioso ( Eleutherod­actylus wightmanae ), coquí de Hedrick ( Eleutherod­actylus hedricki) y coquí de duende ( Elutheroda­ctylus unicolor).

Se tiene documentac­ión de dicho comportami­ento en el coquí caoba ( Eleuteroda­ctylus richmondi), pero no se ha podido determinar cuál de los padres lo realiza.

De estas especies, solamente las poblacione­s de coquí común se encuentran estables y las restantes poseen alguna protección por pérdida de hábitat, calentamie­nto global, patógenos e introducci­ón de especies invasoras, entre otras amenazas.

Perder a estos anfibios puede traer consecuenc­ias en los ecosistema­s, alterando las cadenas alimentari­as. Los coquíes consumen una gran cantidad de insectos, ayudando en el control de plagas y enfermedad­es. Además, su extinción privaría de conocer informació­n de la historia natural de los anfibios en el Caribe y el mundo.

“El objetivo del cuido parental tiene que ver con dos factores principale­s: evitar que los huevos se deshidrate­n y la defensa de depredador­es”

RAFAEL L. JOGLAR FUNDADOR DEL PROYECTO COQUÍ

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Archivo Los machos de coquí común permanecen encima de los huevos un 97% del tiempo y, durante la noche un 76%. Así, protegen las camadas de depredador­es y brindan la humedad necesaria para el desarrollo de los embriones.

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