Junte de voluntades para superar el rezago estudiantil
El plan de verano recién anunciado por el secretario de Educación, Eliezer Ramos Parés, para superar el rezago del 5% de los estudiantes, y reclutar a maestros para el próximo año escolar, amerita el respaldo, no solo de las comunidades escolares, sino de todo el país.
La meta debe ser alcanzar la excelencia en la formación de los niños y jóvenes que egresen del sistema de educación pública. Y esa tarea implica a todos, desde el propio liderato educativo, los docentes y otros trabajadores escolares, hasta las familias y las comunidades donde ubican los planteles. Han sido años duros que han dejado huella en Puerto Rico, particularmente para la niñez. En menos de cinco años atravesamos la catástrofe de un huracán y meses sin energía eléctrica, semanas de tensión por la actividad sísmica y dos años de pandemia que obligó a un confinamiento general prolongado. Todo esto alteró uno de los procesos más fundamentales para el desarrollo de las personas: la experiencia de aprendizaje y de socialización que solo se da en un plantel escolar.
El impacto fue tal que, el año pasado, más del 10% de la población estudiantil -24,774 alumnos- estuvo en riesgo de perder el año escolar. Esa suma logró reducirse a la mitad este año, en buena medida por el regreso de los alumnos al salón de clases. Enhorabuena. Queda ahora dedicar tiempo y energías para que los 12,132 que siguen en riesgo de repetir el año, superen las dificultades.
Con ese propósito, el Departamento de Educación ofrecerá 21 días lectivos entre junio y julio para atender a 46,000 estudiantes de todos los niveles en 566 escuelas. También recibirán atención otros 33,366 estudiantes que reprobaron alguna materia en particular. En 232 de los planteles se ofrecerán servicios compensatorios de terapias a los estudiantes de educación especial que dejaron de recibir el servicio por causa de la pandemia del COVID-19. Un total de 187 escuelas se dedicará al programa de verano en nivel primario y las restantes 147 al nivel superior.
Poner el mayor empeño en que, como mínimo, estos estudiantes estén al día con los conocimientos que requiere el grado que cursan, les hará justicia y redundará en beneficios para el país.
Por otro lado, resulta esperanzadora la intención gubernamental de que, al mismo tiempo, se adelante la preparación para el comienzo del próximo año escolar. Las ferias para el reclutamiento de maestros, además de ofrecer una oportunidad de trabajo, constituyen un llamado a cerca de 2,000 educadores comprometidos con el futuro de nuestra niñez y de Puerto Rico.
Ayudando al desarrollo pleno de las generaciones más jóvenes, nuestra isla podrá convertirse en un lugar próspero y seguro en el que emigrar deje de ser una necesidad para tantos. Ese llamado alcanza también a los educadores que, ya acogidos al retiro, mantienen ardiendo la llama de su vocación.
En tanto, las emergencias de los pasados años deben haber llevado a solucionar las vulnerabilidades del sistema escolar que abonaron al rezago de miles de estudiantes. Es preciso, por ejemplo, tener listas las contingencias ante la posibilidad de que se vuelva a establecer racionamientos del servicio de agua en algunas zonas.
También hay que asegurar que se mantengan las precauciones que eviten nuevos brotes de coronavirus dada la alta tasa de contagios en la isla. A la vez, debe procurarse que las escuelas que sirven como refugios en casos de emergencias estén preparadas en una temporada de huracanes que se anticipa muy activa. En fin, que una de las mayores lecciones del último lustro para una agencia central como el Departamento de Educación debería ser lograr que eventos futuros como los ya conocidos y otros potenciales no alteren tan dramáticamente el derecho de nuestros jóvenes a recibir una educación que propicie su desarrollo pleno y el progreso social.