Honra a una leyenda
“Elvis” sobrepasa los convencionalismos de una película biográfica
El director australiano Baz Luhrmann ha concebido el largometraje “Elvis”, de Warner Bros, como la antítesis de una biografía cinematográfica tradicional. Si la mayoría de esas películas son como el equivalente de un paseo silencioso e inerte por un museo, la propuesta audiovisual del cineasta trae un voltaje de electricidad que está presente durante todo el filme. Esto no solo honra el legado de Elvis Presley como artista e icono de la cultura popular; ayuda muchísimo a que la producción sobreviva las secciones más convencionales del guion.
El director y su excelente equipo de producción dieron la milla extra para que, independientemente de que estemos en tarima con Elvis Presley o en un momento de su vida privada, la energía emocional de lo que se está dramatizando sea tangible para el espectador. Como si esto no fuera suficiente, el director vuelca todo esto sobre la maravillosa interpretación de Austin Butler (”Once Upon a Time in… Hollywood”, “Yoga Hosers”) como el personaje titular. Lograr un Elvis Presley que trascienda los detalles de una imitación a la misma vez que los utiliza, es un reto actoral casi imposible, pero Butler logra plasmar la humanidad de Presley con facilidad en cualquiera de los contextos que explora la narrativa del filme.
El más interesante de todos resulta ser el momento en que el artista tiene que reconsiderar su posición en la cultura popular a solo una década de haber sido declarado un fenómeno por sus controversiales interpretaciones de los primeros éxitos del rock ’ n roll. Que el filme se dé el espacio para explorar el talento musical de Presley expande el impacto de la colaboración entre Luhrmann y su actor principal. Sobre todo porque el resto del guion, en particular su último acto, recorre terreno tradicional y predecible.
Para socavar esto Luhrmann y sus coguionistas seleccionaron a Coronel Tom Parker, el manejador de Presley que famosamente lo explotó y se quedó con más de la mitad de su fortuna, como el narrador de la historia. Esta decisión es aún más efectiva al tener a Tom Hanks interpretando este rol. La película utiliza la simpatía natural que Hanks emana como intérprete como Caballo de Troya para las tendencias más retorcidas de este personaje.
“Elvis” se beneficia muchísimo de la agilidad de la dirección de Luhrmann y de su rebeldía ante la noción de todo lo que es convencional en una biografía. Aún así la última sección del filme entra en lo repetitivo y termina donde muchas otras biografías de iconos musicales acaban. Lo que nunca pierde su vitalidad es la interpretación de Austin Butler como Elvis Presley. La escala de esta película y el arco dramático que le impone hace que su logro sea genuinamente impresionante.