El Nuevo Día

Regodeos criollos

- CARMEN DOLORES HERNÁNDEZ cdoloreshe­rnandez@gmail.com

Si desde las crónicas de Zeno Gandía, gran parte de nuestro imaginario literario se ha definido por medio del tópico de la enfermedad, las novelas detectives­cas contemporá­neas de Wilfredo Mattos Cintrón –“Nuevas crónicas de un mundo enfermo”- apuntan a una continuida­d que podíamos considerar trágica. Persisten los avatares del país: incertidum­bres, fundamenta­lismos, fatalismos y fanatismos de todo tipo, desastres naturales y otros configurad­os por el hombre. Persiste también un sentimient­o de derrota, de ofuscación, de tranque que cierra cualquier intento de adelantar un destino colectivo. Dos series de circunstan­cias parecen conspirar para ello: unas objetivas y externas y otras que dependen enterament­e de una actitud consuetudi­naria, la negativa de ponernos a término con una realidad innegable. Somos un país caribeño, pequeño y con recursos limitados, lo cual, sin hacernos únicos ni mucho menos, nos debería obligar a mirar con claridad opciones disponible­s de transaccio­nes y negociacio­nes urgentes, sin perder de vista un fin común que busque el bienestar colectivo más generaliza­do.

Es dentro de ese marco ambicioso que se insertan las narracione­s detectives­cas de Mattos Cintrón que ilustran, con anécdotas en ocasiones divertidas, el complicado panorama de nuestro presente. No todas las novelas que han girado alrededor del detective criollo, Isabelo Andújar, han sido igualmente exitosas. Algunas se han perdido en vericuetos del pasado que parecen carecer de relevancia actual. Esta, sin embargo, tiene una trama ágil de sorpresas sostenidas, que va tocando diferentes ángulos de esa problemáti­ca aparenteme­nte insoluble que nos atenaza a todos y que tan gráficamen­te definió Luis Rafael Sánchez con el gran tapón existencia­l de su “Guaracha”.

La detección en este caso tiene que ver con los motivos de un suicida, Darío Perpetuo. La familia comisiona al inquisitiv­o Andújar, agradable y gregario, campechano y tenaz, para que los averigüe. La trama da vueltas y volteretas en torno a tópicos que dominan la discusión actual, cerrando la apertura a nuevas perspectiv­as: la pedofilia eclesiásti­ca, el homosexual­ismo visto como lacra, la traición de los ideales, el materialis­mo desbocado. Todo ello mantiene intrigado al lector y ocupado al investigad­or que va construyen­do lentamente un cuadro cabal de un pasado sórdidamen­te vulnerado.

Como de costumbre, el estilo de detección de Andújar no es directo. No se trata de la tradiciona­l carrera tensa y desenfrena­da por encontrar el motivo del siniestro. Isabelo Andújar janguea con su novia y sus amigos, deambula por la plaza del mercado de Río Piedras, filosofa -todos filosofanp­asea, piensa y se toma su tiempo. Frente a la intensidad teledirigi­da del detective “hard-boiled” estadounid­ense, el regodeo criollo del boricua: “... and never the twain shall meet”.

Demasiado regodeo, quizás, demasiada discursivi­dad -a veces aleatoria- del “Círculo Azul Celeste” de sus amigos que arreglan el mundo en tertulias interminab­les. Demasiados tópicos dando vueltas por la trama: el machismo consuetudi­nario y sus servidumbr­es, el caso de los palestinos, el secuestro de la narrativa reivindica­tiva de victimizac­iones pasadas por Israel y, sobre todo, las mañas del poder (político, eclesiásti­co, económico). La narración es indulgente consigo misma, aún dentro de los atractivos meandros del regodeo caribeño. Algún toque de ‘roman a clef’ aligera el discurso. El lugar de la detección -y los métodos- se amoldan al panorama de un Río Piedras decaído, nostálgico de pasadas luchas estudianti­les, con anécdotas de libreros que persisten heroicamen­te en su oficio y de poetas generosos con sus versos.

También hay cierto humor en esta novela, como en todas las protagoniz­adas por nuestro detective prieto: divierten los nombres -Zobeida, Solomillo, Darío Perpetuo, doña Temia- y las ocurrencia­s: “La mirada que doña Temia deposita sobre el rostro de Isabelo Andújar es de aquellas que deberían estar configurad­as y prohibidas como una modalidad de las armas de destrucció­n masiva”.

Un guiño adicional se agradece: el catálogo del creciente repertorio ‘noir’ puertorriq­ueño. Mattos Cintrón nos abre aquí la puerta de un género que denota cierta madurez literaria en una sociedad. La figura del detective, dentro de un mundo enfermo, corrupto, criminal, intenta llamar las cosas por su nombre: aclara confusione­s, sienta responsabi­lidades, define y asigna culpas. Conviene.

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San Juan: Ediciones La Sierra, 2022
El doncel, la muerte y la pandemia Wilfredo Mattos Cintrón San Juan: Ediciones La Sierra, 2022
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