¿Por qué llorar ahora lo del aborto?
Incongruente. Pues para la elección de Donald Trump un ochenta por ciento de la población objetaba la derogación absoluta del derecho al aborto (Gallup). Entonces, que no se llore ahora. Pues un gran sector de esa mayoría, que hoy rasgan vestiduras, no fue a votar. Y otro, anestesiado por la magia cultista del trumpismo, votó, irreflexivamente, en contra de su derecho a la privacidad.
El esquema constitucional de Estados Unidos dispone que quien tiene los votos gana, no importa el número de votantes que participen. El Partido Republicano fue victorioso en 2016, dándole la presidencia a Trump y abriéndole la puerta a su promesa de eliminar el derecho al aborto.
Hace cuarenta años el Partido Republicano de Estados Unidos ha venido construyendo lo que el Tribunal Supremo federal culminó el 22 de junio, revocando el acceso al aborto como un derecho a la privacidad de la mujer.
Desde el presidente Ronald Reagan, pasando por la hegemonía de un conservadorismo cada vez más vocal, especialmente de George Bush, hijo, y el “Tea Party”, el movimiento “pro vida” fue consolidándose y fertilizándose con un sector que dogmáticamente cree que el estado debe respetar la religión, pero la religión no al estado.
Logró electoralizarse, financiado por ser excelente fuente de votos. Enamoró, primero, al cristianismo evangélico y luego al tradicional, para que abandonaran su lucha dogmática-moral y adoptaran la político-partidista en la que “el fin justifica los medios”. Inclusive, sectores se radicalizaron cometiendo actos vandálicos, asesinatos y plantando explosivos.
A todo esto, el programa político republicano era lograr el control del Tribunal Supremo federal para derogar el derecho al aborto. Asumo que todos recordamos a Donald Trump prometer que solo nombraría jueces comprometidos a derogar el caso de “Roe vs. Wade”—el que reconoció el aborto—. ¿Y recuerdan a los senadores republicanos, cuando el presidente Barack Obama nominó un candidato al Tribunal, que rehusaron confirmarlo para reservar por meses la vacante, por si el próximo presidente fuere republicano? (Como ocurrió.)
Ese compromiso ideológico es tan apasionante que movió a tres nominados al Tribunal Supremo federal a mentir. Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett, a preguntas específicas de los senadores sobre la revocación de “Roe vs. Wade”, se comprometieron, en vistas televisadas, a respetar esa doctrina por ser un precedente válido.
Ahora, ese triunfo del conservadurismo encarriló sus ambiciones que, según redactado por el propio juez asociado Clarence Thomas, es eliminar, también, el derecho al matrimonio del mismo sexo y sus adopciones, la obtención de contraceptivos y la sodomía consentida entre adultos.
Pues bien, en Puerto Rico hay un Partido Republicano apéndice del de allá. Respaldaron ese programa político con dinero e inmersión personal. Hay líderes aquí, incluyendo a la comisionada residente, que se envolvieron en el trumpismo y hoy no se escuchan —lo que alarma hacia el futuro.
Pero, para los puertorriqueños queda espacio aún. La derogación del derecho no afecta, pero no se garantiza el futuro. Un gobierno Republicano—congreso, presidencia y tribunales— habrá de legislar la prohibición para “todo ciudadano”. Y el sector conservador tiene mollero histórico: cuando terminó la Guerra Civil aceptó, reticente, que blancos y negros eran iguales, pero, según el Tribunal, aparte; logró una enmienda constitucional para prohibir las bebidas embriagantes (1919-1933); ha asentado legalmente que poseer y portar armas es un derecho por sobre el de la vida; y ahora esto.
Alguien la preguntó a Benjamín Franklin, luego de la Convención: “¿Qué lograron, una monarquía o república?” Contestó: “República, si la conservan”.
La derogación del derecho y lo mucho que implica, abre un futuro agitado, tal vez violento, para la República de los Estados Unidos de América.
“El programa político republicano era lograr el control del Tribunal Supremo federal para derogar el derecho al aborto… Ese compromiso ideológico es tan apasionante que movió a tres nominados al Tribunal Supremo federal a mentir. Gorsuch, Kavanaugh y Barrett, a preguntas específicas de los senadores sobre la revocación de “Roe vs. Wade”, se comprometieron, en vistas televisadas, a respetar esa doctrina por ser un precedente válido”