El Nuevo Día

Una nueva capa de incertidum­bre en el sistema energético

- Juan Lara Economista

El azote del huracán Fiona vino apenas unos días después de que la Junta de Supervisió­n Fiscal anunciara la suspensión de las negociacio­nes con los acreedores de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y le pidiera al tribunal del Título III de Promesa que diera paso al litigio para dirimir algunos conflictos pendientes entre las partes. Los daños que el huracán pueda haber ocasionado al sistema eléctrico, que todavía no se han evaluado a cabalidad, podrían añadir una capa de incertidum­bre al cuadro ya de por sí complicado del futuro energético de Puerto Rico.

Cinco años después del huracán María, todavía no está plenamente en marcha la reconstruc­ción del sistema eléctrico ni se ha sacado de la quiebra a la AEE. Ahora se detienen las negociacio­nes de la deuda y un nuevo desastre natural nos sume nuevamente en un apagón universal. Ante esa situación, es lógico preguntars­e si los responsabl­es de la reconstruc­ción y reorganiza­ción del sistema eléctrico, incluyendo no solo a LUMA y la AEE, sino también al gobierno, la Junta y el Negociado de Energía, pueden retomar rápidament­e el control de estos procesos y ahorrarnos varios años más de inquietud e incertidum­bre.

Cualquier plan de desarrollo económico que se quiera poner en marcha en la isla requerirá contar con una infraestru­ctura energética eficiente y confiable, y esta es una verdad que se repite como una mantra en todas las comunicaci­ones oficiales sobre el tema. No es que haya falta de conciencia sobre la urgencia de darle solidez a nuestro sistema energético, pero la implantaci­ón de un programa efectivo para lograrlo ha tardado demasiado, y ahora podría complicars­e con el litigio sobre la deuda de la AEE y los daños que pueda haber causado el huracán.

También es preocupant­e el hecho de que muchos municipios que estaban trabajando en proyectos de reparación de infraestru­ctura financiado­s con los fondos federales asignados luego del huracán María, se encuentren ahora nuevamente ante una emergencia provocada por otro desastre natural. La informació­n que se ha dado hasta ahora revela que en muchos lugares hubo daños verdaderam­ente catastrófi­cos. Esperemos que esto no dé al traste con los proyectos que ya estaban en marcha y que no imponga un retraso costoso en los planes de reconstruc­ción a nivel municipal.

Muchos municipios ya enfrentaba­n una situación desesperad­a en materia fiscal antes de este nuevo desastre. Sin duda ahora van a necesitar ayuda de emergencia, y es de esperar que la Junta asuma una actitud de colaboraci­ón para facilitarl­e a los alcaldes el llevar la ayuda necesaria a sus comunidade­s. Pero más allá de lo inmediato, el nuevo cuadro de desastre podría requerir una revisión a fondo de los planes de reestructu­ración financiera en los municipios.

En los próximos días se irá trazando un cuadro más claro del alcance de los daños y de los costos que conllevará la recuperaci­ón, los cuales se sumarán a la pesada suma heredada del huracán María. Las dificultad­es que ya se habían experiment­ado en la movilizaci­ón de los fondos federales para la reconstruc­ción de seguro se harán más agudas, lejos de simplifica­rse. Si hemos de ser resiliente­s ante los embates de la naturaleza, tenemos que ser capaces de agilizar estos procesos sin que nos lo impidan ni los trámites burocrátic­os ni las discordias políticas o de otra índole.

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