“Vivienda para todos”: menos simposios y más acción
Luego de pasada Fiona no creo que podamos hacernos de la vista larga con el “todo está mejor”. “Estamos preparados”. Espero que no seamos tan ingenuos. No es posible seguir leyendo repetidamente cómo nuestra población re-experimenta la experiencia de María. Me remonto a mi último año de presidencia en el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico (CAAPPR). Comenzábamos un año con temas comunitarios como norte cuando azotó María. Hubo inmediato cambio de planes. Nos enfocamos en tratar de “hacer”.
Con una Junta mermada, por sus propias pérdidas, se logró una alianza con el Colegio de Ingenieros y Agrimensores de Puerto Rico (CIAPR). Tras la cuantiosa pérdida de infraestructura, sobre todo viviendas, llevar un solo mensaje era imperativo, siendo los únicos gremios facultados por ley para diseñar. La primera actividad, agrupó a profesionales de cada colegio quienes ayudaron a producir un documento que cubría el cómo lidiar con estos fenómenos a nivel macro macro -la electricidad, carreteras, puentes- hasta el nivel micro micro-vivienda. Lo entregamos al gobierno como un protocolo de acción para próximos eventos.
Más tarde, redactamos en común y por petición solicitamos que se pusiera en vigor una ley que le diera acceso a las personas con poco valor adquisitivo a poder contar con la pericia de expertos en diseño para “viviendas para todos”. El Proyecto de la Cámara 1607 del 10 de mayo de 2018, que proponía una Oficina de Acceso al Diseño y la Construcción fue diligenciada con rapidez por el legislador Dennis Márquez pero se quedó en medio del camino, engavetado.
Se asistió a varios simposios en los cuales invitaron a expertos que discutieron la viabilidad de “vivienda para todos”. Cubrieron temas de estadísticas, diseño, financiamiento, planificación. De estas actividades se crearon documentos muy prometedores con la mejor intención del mundo. Pero, dice el dicho “el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones”.
La única iniciativa que logró, en ese momento, una acción real y tangible fue la creación de un concurso que tenía como objetivo la construcción de un modelo de “Casa Resistente”. A la alianza del CAAPPR y CIAPRS se unió la Corporación del Caño Martín Peña, las comunidades G-8 y Enlace. Se convocó a arquitectos, arquitectos paisajistas, ingenieros y agrimensores para formar equipos de trabajo para el diseño y un jurado compuesto por miembros de ambos gremios, de la comunidad y un arquitecto internacional.
La vivienda seleccionada a construir fue la del Arq. Fernando Abruña. La Fundación del CIAPR se dio a la tarea de levantar los fondos. Tres años más tarde, ya se completaba la primera casa y pronto se comenzará la tercera, cuando a cinco años comenzamos a ver el producto de viviendas de Fondos CDBG-R. Como esfuerzo de comunidad, no es poco y da qué pensar. Al Caño no solo se le ha provisto de las viviendas, sino de una manera rápida (tomando en cuenta la pandemia) y, sobre todo, de calidad. Siempre aspiremos a que la “vivienda para todos” sea lo que uno querría para sí mismo. Entre los premios a la Casa Resistente figuran el Energy Efficiency & Sustainability Design Award de la Puerto Rico Energy Efficiency and Sustainability Alliance; Mención de Honor para Obra Construida, en la Bienal XVI de Arquitectura de Puerto Rico; Best Right Sized Shelter, Home of The Year Awards de la Revista Green Builder. No, no es cualquier vivienda.
¿El Pueblo salva al Pueblo? Esta gesta de la Casa Resistente es ejemplo del consabido dicho, y a orgullo debemos tenerlo, pero... ¿es eso a lo que aspiramos cada vez que una emergencia de esta índole nos arrope? ¿No es mejor aspirar a un sistema gubernamental que vele por sus responsabilidades de forma constante? ¿Que el Departamento de Vivienda les asegure una vivienda segura a todos, que el de Carreteras nos asegure una infraestructura fiable? ¿Que los municipios levanten un fondo de emergencias, que llegue a manos seguras y así puedan agilizar su repartición?
No soy tan optimista como para imaginar una Suiza en Puerto Rico, pero sí un mínimo esfuerzo porque el gobierno cumpla con su parte y así ahorrarnos tanto tiempo invertido en simposios y mesas de trabajos que se traducen en informes que sacan cuando ya tenemos el agua al cuello, pero si no, vuelven a parar en alguna gaveta del gobierno o de una sin fines de lucro de donde no volverán a ver sol hasta que vuelva a llover... en Macondo.