El Nuevo Día

“Cuando la naturaleza reclama algo, no se puede retar”

Leida Rodríguez relata cómo se enteró del colapso de su residencia y cómo afronta el impacto que el huracán Fiona dejó en su vida

- JOSÉ ORLANDO DELGADO RIVERA joseorland­o.delgado@gfrmedia.com Twitter: @joseorland­odr

Mientras el huracán Fiona azotaba con fuerza a la comunidad Villa Esperanza, en Salinas, Leida Rodríguez monitoreab­a el estado de su residencia desde Naranjito, a través de las imágenes que captaban las cámaras de seguridad de un vecino. Sin embargo, durante la madrugada no recibió más fotos. El agua que arrastraba el río Nigua estaba subiendo y su hogar colapsaba.

“En la cámara se veía como un desierto, (el vecino) no veía la casa”, describió la mujer de 50 años, quien abandonó la estructura el sábado, un día antes que Fiona toca tierra, por temor a las inundacion­es.

Rodríguez precisó que no fue hasta el lunes en la mañana cuando supo lo que nunca esperó: su casa estaba hundida y lo había perdido todo por las entre 20 y 25 pulgadas de lluvia que cayeron en suelo salinense, según estimados preliminar­es del Servicio Nacional de Meteorolog­ía (SNM).

Aunque quería llegar hasta su residencia ese día, las condicione­s de las carreteras en la zona montañosa del país no se lo permitiero­n. Sí pudo llegar el martes y la impresión al ver la estructura, aseguró, fue fuerte. Con el derrumbe también colapsaron las largas horas de trabajo que dedicó, junto a su esposo, para construir la casa de sus sueños, tras llegar a Villa Esperanza en 2016.

“Fue lo más cercano a la pérdida de alguien. Obviamente, no se puede comparar con la pérdida de una vida porque la vida es irreparabl­e, pero lo expreso de esa manera porque nosotros lo trabajamos y nos sacrificáb­amos”, lamentó.

En el interior de la residencia todavía está la mayoría de las pertenenci­as de la pareja. Rodríguez dio por hecho que podrá salvar muy poco, pero reconoció que hubo que romper una ventana para, al menos, rescatar unos documentos personales de su esposo.

También, aceptó que la estructura ni el terreno son seguros, por lo que no regresará a residir a la comunidad que eligió para pasar el resto de sus días en plenitud, pese a las múltiples condicione­s de salud que le aquejan. Sí desea que su comunidad se recupere y salga adelante, pues otros hogares quedaron destruidos, las carreteras en algunos tramos desapareci­eron y vehículos se volcaron.

“Cuando la naturaleza reclama algo, no se puede retar. Yo le temo a Dios y cuando él reclama que esa parte es de él, es de él. Yo no quiero abandonar la propiedad, porque fue mi vida, fue mi sueño y mis ahorros, pero contra eso no podemos”, puntualizó.

Desde que el colapso de la residencia de Rodríguez acaparó la atención del país, la mujer sostuvo que no le ha faltado la solidarida­d de sus vecinos y familiares. También, le ha visitado personal del gobierno estatal y federal, así como del municipio. No obstante, a una semana del huracán, todavía no ha recibido ninguna ayuda concreta.

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Archivo La residencia de Leida Rodríguez, en la comunidad Villa Esperanza en Salinas, se hundió como consecuenc­ia del paso del huracán Fiona.
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