Los enigmas detrás de la Isla de Pascua
Rapa Nui o Isla de Pascua es el lugar más aislado del mundo y, sin duda, uno de los más misteriosos
La remota ínsula chilena situada en mitad del océano Pacífico y llamada Rapa Nui en el idioma nativo pascuense es el “hogar” de los monumentales “moais” de piedra. Fue descubierta el 5 de abril de 1722 y recibió el nombre de Isla de Pascua porque el día de su hallazgo se conmemoraba la Pascua de Resurrección.
¿Quiénes habitaron esta isla perdida en medio del océano y extremadamente alejada de las tierras continentales en el siglo IV dejando después entre sus vestigios unas impresionantes filas de figuras humanoides o “moais” labrados en la toba (roca volcánica porosa), dejando muchas de ellas sin terminar, como si hubieran abandonado la tarea repentinamente?
¿Cómo se tallaron en la cantera de toba del volcán Rano Raraku esos cientos de gigantescos “moais” de medio cuerpo que representan a los ancestros de la cultura pascuense y cómo se trasladaron a sus emplazamientos distribuidos por toda la isla esas estatuas monolíticas, algunas de las cuales alcanzan los nueve metros de altura y pesan más de seis toneladas?
Estos y muchos otros hechos del pasado de la actual Isla de Pascua, es decir los detalles de la historia, cultura, vida y obra de sus antiguos habitantes, permanecen envueltos en el misterio.
Ubicada en el vértice oriental del archipiélago de la Polinesia, la Isla de Rapa Nui o Isla de Pascua, tiene una historia muy particular. Su extremo aislamiento favoreció el desarrollo de una cultura de rasgos únicos, según la Biblioteca Nacional (BN) de Chile, país al que pertenece este territorio insular.
Durante el siglo XVIII visitaron la isla los primeros navegantes europeos, que dieron a conocer Rapa Nui al mundo.
EL NOMBRE
Uno de estos viajeros le dio a la isla su nombre actual: el navegante holandés Jacob Roggeween, que la descubrió el 5 de abril de 1722, fecha en que se conmemoraba el día de Pascua de Resurrección. Su nombre fue “Paasers” en neerlandés, traducido a Pascua, en español.
Roggeween llegó a Pascua con su flota por casualidad cuando buscaba la legendaria Tierra de Davis, una fabulosa y presunta isla supuestamente llena de riquezas y situada frente a las costas de Chile, que había sido descrita por el corsario inglés Edward Davis a finales del siglo XVII, según National Geographic (NG).
El almirante Roggeveen y el capitán Cornelis Bouman partieron el 1 de agosto de 1721 con tres navíos y más de 200 tripulantes, y el 5 de abril de 1722, pensando que había llegado a la Tierra de Davis, descubrieron la Isla de Pascua, sorprendiéndose por las colosales esculturas erigidas en las laderas de la isla, los famosos “moais”.
Medio siglo después de su descubrimiento, el explorador británico James Cook arribó a la isla con un indígena hawaiano que conocía la lengua de Rapa Nui, averiguando que sus habitantes se consideraban descendientes de quienes habían erigido los “moais” hacía “veintidós generaciones”.
El nombre tradicional de esta isla, Rapa Nui, significaría “isla grande” en el idioma de los antiguos habitantes de Tahiti. En el idioma autóctono, es conocida como “Te pito o te henua”, que significa “El ombligo del mundo” y “Mata ki te rangi”, que equivale a “Ojos que miran al cielo”.
Esto es parte de la historia de la isla, reconstruida gracias a la investigación de la arqueología y la etnología, pero la mayor parte de su pasado permanece envuelto en misterio, incluidos sus monumentales y enigmáticos “moais”, que se han convertido en uno de los principales atractivos turísticos de Rapa Nui.
“Dispuestas sobre sus cuerpos toscos, apenas labrados, destacan las imponentes cabeza imberbes de frente escasa, nariz larga, labios cerrados con rictus solemne y enormes orejas de lóbulos alargados, adornadas sus caras con grandes ojos de coral blanco y coronadas algunas por sombreros de toba roja llamados ‘pukao’, señala el historiador Carlos J. Taranilla de la Varga, refiriéndose a los “moáis”.
Sobre la técnica empleada en su traslado a más de 15 kilómetros de distancia desde la cantera del volcán Rano Raraku debieron utilizarse sistemas de arrastre, quizá trineos, con las figuras boca abajo, siendo puestas en pie por medio de cuerdas y troncos que harían de palanca, señala Taranilla autor del libro “Grandes mitos y leyendas de la historia”.
Aunque “lo más difícil de explicar es cómo serían capaces de colocarles encima los grandes tocados (“pukao”) que, a modo de sombreros, coronan las cabezas”, según informa a EFE.
Algunos investigadores atribuyeron a los “moais” un carácter funerario, ya que se encontraron tumbas bajo los “ahus”, enormes pedestales sobre los que se yerguen.
En cuanto a los “moais” que no están dispuestos sobre los “ahus”, tienen la particularidad de contar con inscripciones grabadas a lo largo de su superficie, lo cual testimonia que los antiguos habitantes de Rapa Nui conocían un sistema de escritura y alcanzaron un grado de desarrollo superior al de otros pueblos polinesios, según el historiador Taranilla.