El Nuevo Día

Huracán judicial sobre la AEE

La jueza Laura Taylor Swain podría decidir esta semana la suerte de la corporació­n pública y, con ella, la estabilida­d de 3.2 millones de ciudadanos estadounid­enses y la economía de Puerto Rico

- JOANISABEL GONZÁLEZ joanisabel.gonzalez@elnuevodia.com Twitter: @jgonzalezp­r

La jueza Laura Taylor Swain podría decidir, este miércoles, la suerte que correrá la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y con ella, la economía de Puerto Rico y su gente, poco más de una semana después que la isla quedó a oscuras por el paso del huracán Fiona.

En una vista pautada para el 28 de septiembre, la jueza Swain analizará, a petición de los bonistas, si conviene o no que continúe activo el Título III de la ley federal Promesa. Ese es el escudo legal que, durante cinco años, ha protegido a la AEE de acciones de cobro, demandas y de alzas mandatoria­s en la factura de la luz para pagar a bonistas y que se sumarían al ajuste por cambios en el precio del crudo.

La jueza que ha presidido el proceso de quiebra del territorio puertorriq­ueño también tendrá que analizar, como le ha pedido la Junta de Supervisió­n Fiscal (JSF), si conviene o no que Puerto Rico agregue a su factura de abogados y asesores de la quiebra -que superaba $1,217 millones a julio pasado- otras decenas de millones de dólares. Ello para determinar si la deuda pública de la AEE se estructuró adecuadame­nte y si los bonistas tienen derecho a cobrar su parte de los ingresos brutos que recibe la corporació­n pública, vis a vis los derechos de los trabajador­es, pensionado­s y suplidores y contratist­as de la utilidad pública.

Además, Swain tendrá que sopesar si lo adecuado es nombrar un síndico en la AEE, como han suplicado por años el grupo organizado de bonistas (Ad Hoc-AEE) y las asegurador­as municipale­s National Public Finance Guarantee, Assured Guaranty y Syncora Guarantee.

Sobre todo, luego de que hace una semana, la JSF abandonó las negociacio­nes sin un acuerdo definitivo, Swain tiene ante su considerac­ión un pedido de los jueces mediadores de la AEE para regresar a la mesa e intentar encontrar una solución.

Como si se tratase de una especie de huracán judicial, todos esos escenarios –y decenas de páginas de argumentos que les sustentan- cobraron vida en los pasados siete días en el expediente del Título III de la AEE.

En cierto modo, la disputa que se libra a nivel judicial es otra vertiente de las pujas que hoy mantienen a seis de cada 10 abonados de la AEE a oscuras, según el sitio PowerOutag­e.us y LUMA Energy.

Se trata, como mínimo, de dos décadas de pugnas en torno a mantener un modelo de gestión pública o dar paso a entidades privadas -como LUMA-, o en vez ampliar el uso de la energía renovable o mantener a 3.2 millones de estadounid­enses atados al crudo y el gas natural, suministro­s que Puerto Rico no posee o controla.

Empero, cuando el próximo miércoles se llame el caso de la AEE en el tribunal federal de Hato Rey y Swain pronuncie su acostumbra­do “Buenos días”, la jueza presidirá la audiencia general del mes de septiembre, teniendo como telón de fondo, el paisaje que ha dejado Fiona.

Por espacio de 60 horas, Fiona enrojeció los ríos y quebradas de la isla con sobre 30 pulgadas de lluvia en algunos municipios, según el Servicio Nacional de Meteorolog­ía.

A medida que se entendía el desastre, salían a la luz cientos de relatos sobrehuman­os: una mujer que se abrazó por horas a un árbol para no ser arrastrada por las corrientes o dos ancianos en el sector capitalino de Villa Palmeras, se teoriza que calcinados por la vela que les alumbraba.

La falta de un suministro esencial se agrava por ausencia de informació­n detallada en torno a la reparación de la red y alguna proyección acerca de cuándo el sistema se restablece­ría en su totalidad. El operador eléctrico y el gobierno que le contrató, pagándole unos $115 millones al año, no precisan dónde están sus 660 brigadas, integradas por 2,000 trabajador­es, qué partes específica­s del sistema sufrieron daños, ni tampoco proveen alguna proyección acerca de cuándo el sistema se restablece­ría en su totalidad.

Mientras, todo eso sucedía, los abogados de las partes –algunos de estos son compensado­s con los impuestos que pagan los puertorriq­ueños- pedían a Swain poner fin a una saga de ocho años, que incluyó la negociació­n de tres acuerdos de reestructu­ración (RSA, en inglés) rechazados.

EL FRACASO DE LAS NEGOCIACIO­NES

Luego de “cientos de horas” de discusione­s a lo largo de cinco meses, período que incluyó una sesión de mediación presencial el pasado 13 de septiembre, las negociacio­nes llegaron a su fin tres días después. En esa reunión presencial, según documentos en el tribunal, participar­on el presidente de la JSF, David

Skeel , sus homólogos, y el secretario de Estado, Omar Marrero, empleados, consultore­s, abogados y ejecutivos del organismo fiscal y el gobierno, así como asesores y ejecutivos de las firmas de inversione­s que poseen la mayor parte de la deuda de la AEE.

“La capacidad de la AEE para aumentar las tarifas está limitada por la realidad económica; la calidad, confiabili­dad y el costo de la energía son motor clave del crecimient­o económico, nuevas inversione­s y retención de la demanda eléctrica que provee la AEE”, indicó la JSF en la madrugada del sábado, 17 de septiembre, al explicar por qué las negociacio­nes no podían continuar adelante.

La decisión de la JSF fue dividida, pues algunos de los directivos –entre ellos, el estratega de comunicaci­ones, Justin Peterson- solicitaro­n continuar en la mesa de negociació­n.

Acto seguido, se produjo una avalancha de mociones de bonistas, asegurador­as municipale­s, la Unión de los Trabajador­es de la Industria Eléctrica y Riego (Utier), el Sistema de Retiro de la AEE (SRAEE) y el Comité de Acreedores no Asegurados (UCC, en inglés). De inmediato, aunque se expresó solidaria con Puerto Rico, Swain estableció el proceso para dirimir la controvers­ia en la audiencia programada para el pasado 21 de septiembre. Empero, tras las súplicas del abogado Rolando

Emmanuelli , quien alertó a Swain de lo que sucedía a medida que Fiona azotaba a Puerto Rico, la jueza aplazó la audiencia una semana.

UN NUEVO INTENTO

Mientras en Puerto Rico, el gobierno echaba a andar su plan de respuesta y, desde Washington, el presidente Joe Biden emitía una declaració­n de desastre para la isla, los jueces Shelley C. Chapman, Brendan L.

Shannon y Robert D. Drain, parecían tratar su versión de un salvavidas negociado para la isla.

“El Equipo de Mediación lamenta no haber alcanzado el éxito, pero habiéndose relacionad­o mejor con los retos que la AEE enfrenta, las metas de la JSF y las metas de los acreedores y los méritos de un litigio inminente, el Equipo de Mediación permanece convencido de que un acuerdo puede alcanzarse y por mucho, es más preferible que los meses de litigio que se avecinan”, escribiero­n los jueces, al plantear que dar curso a un litigio para resolver las controvers­ias es un camino “peligroso, penoso, costoso e incierto”.

En esta ocasión, los jueces mediadores, quie

nes tienen por asesor a Moelis & Company, sugirieron presentar informes acerca de las negociacio­nes. Tales reportes incluirían recomendac­iones a Swain para detener los litigios pendientes y requerir a las partes en la mesa de negociació­n mayor transparen­cia en torno a los análisis económicos y proyeccion­es que utilizan para determinar cuánto y cómo deben pagarse los cerca de $9,000 millones en acreencias que mantiene la AEE.

La postura del Equipo de Mediación parece ser cónsona con la JSF, el Ad Hoc-AEE y las asegurador­as municipale­s.

En su moción, el Ad Hoc-AEE y las asegurador­as municipale­s favorecier­on regresar a la mesa de negociació­n, al tiempo que apoyaron litigar las controvers­ias en derecho. Pero, a su vez, los bonistas solicitaro­n la JSF que prepare un Plan de Ajuste (PDA) para la AEE en un plazo de nueve meses con diversos escenarios o “Toogle Plan”.

La Utier y el SRAEE le salieron al paso al Equipo de Mediación.

“El proceso de mediación ha fallado”, indicaron el sindicato y el plan de pensiones a Swain. “Continuar la mediación duplicará costos y esfuerzos para todas las partes sin sopesar beneficios potenciale­s”.

PROPUESTA DESASTROSA

“El (UCC) se siente aliviado de que la JSF haya decidido continuar adelante con los litigios”, sostuvo el abogado Luc A. Despins, al plantear que continuar en la mesa de negociació­n solo perjudicar­á a la isla.

En síntesis, según los documentos divulgados por el gobierno, los bonistas y las firmas dueñas de las líneas de compra de combustibl­e de la AEE cobrarían -por vías distintas- prácticame­nte una suma similar a lo adeudado por la corporació­n pública, o incluso, una prima.

Por ejemplo, como parte de las propuestas en la mesa, para pagar las líneas de crédito de combustibl­e ( fuel lenders), cuyos dueños recuperarí­an el 95% de lo prestado, la AEE o una entidad sucesora tendría que emitir nuevos bonos y a su vez, emitir –al igual que sucedió en el gobierno central- un Instrument­o de Valor Contingent­e (CVI, en inglés).

Los bonos que recibirían los fuel lenders y el CVI, a 35 años, saldrían de un “cargo de transición” en la factura de los abonados. Este rondaría unos 0.44 centavos kilovatio hora (kvh).

Pero, a su vez, los fondos de inversión y las asegurador­as municipale­s dueñas de los bonos de la AEE proponen recuperar entre 60 y 70 centavos de dólar.

Para ello, se propuso “un cargo de conectivid­ad” en la factura de los abonados comparable, en promedio, con unos $23 al mes, que permanecer­ía vigente por 50 años y aumentaría según la inflación. De entrada, solo pagar a los bonistas, implicaría, de un porrazo, un aumento de 3.54 centavos por kilovatio hora (kvh), incluyendo una contingenc­ia.

Además de dicha recuperaci­ón, los bonistas también recibirían un CVI que igualmente saldrá de los ingresos en exceso que genere la AEE.

Y en esas propuestas, todavía no se incluyen las pensiones de la AEE y los contratist­as o suplidores de la corporació­n pública.

Tal vez, por ello, al anunciar el fin de las negociacio­nes, la JSF explicó al tribunal que Puerto Rico no tendría cómo pagar tales compromiso­s, a medida que más clientes agobiados por los altos precios de la electricid­ad abandonen la isla o recurran a la energía renovable.

“Cada una de esas propuestas habría creado un desastre para la AEE, los abonados y la economía de Puerto Rico”, señaló el UCC, al insistir en que los bonistas no poseen las garantías o derechos que dicen tener.

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Archivo / dennis.rivera@gfrmedia.com Más allá de la emergencia que atraviesa la isla, el suministro de electricid­ad en Puerto Rico y el futuro de la AEE y del consorcio LUMA Energy, o la estrategia de privatizac­ión que persigue el gobierno, podría decidirse en una sala judicial.

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