Izan la bandera de la insurrección energética
Casa Pueblo reafirma su compromiso con la energía solar e insiste en la transformación de la red, a días del huracán Fiona y cinco años de María
Dos días después del huracán Fiona y a cinco años de María, Casa Pueblo izó, en su sede en Adjuntas, la bandera de la insurrección energética, reafirmando su compromiso con la energía solar e insistiendo en la transformación de la red para que se aproveche la generación distribuida en el punto de consumo.
Tras la ceremonia de izamiento, líderes y voluntarios de la organización de autogestión comunitaria repartieron 2,000 lámparas solares en los barrios adjunteños, un gesto que también ocurrió en 2017, cuando María destrozó el sistema eléctrico.
“La ruta de la insurrección solar está marcada y es más urgente que nunca”, expresó el director asociado de Casa Pueblo, Arturo Massol Deyá, en un comunicado de prensa.
La nueva bandera fue diseñada con contribuciones de Javier A. Hernández y la artista adjunteña Verónica Aponte . Tiene dos triángulos: uno azul violáceo, que representa el agua y el cielo, fuentes de vida y energía renovable; y uno verde, que simboliza los bosques y la tierra, punto de origen de los alimentos y hogar de la biodiversidad. El sol en el centro significa la soberanía energética que Casa Pueblo promueve para Adjuntas y Puerto Rico.
“Presentamos un nuevo símbolo que nace de las luchas por construir seguridad energética con responsabilidad planetaria”, publicó la entidad en sus redes sociales el 20 de septiembre.
Ese mismo día, Casa Pueblo compartió, en Facebook y Twitter, fotos del alpinista Alex Honnold cargando la bandera. La Honnold Foundation colabora con la solarización del casco urbano de Adjuntas, un proyecto que incluye dos microrredes.
El 21 de septiembre, en ambas plataformas, se compartieron imágenes de la bandera ondeando en una embarcación frente a la Estatua de la Libertad, en Nueva York, como parte de una manifestación pacífica por la justicia climática convocada por la red global Greenpeace.
“Puerto Rico quiere sol y la diáspora quiere sol para Puerto Rico; energía limpia y renovable con la que podamos contar en los huracanes y cuando no hay huracanes también”, dijo, por su parte, la directora del Centro de Estudios Puertorriqueños del Hunter College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, Yarimar Bonilla, en un vídeo en el que igualmente se le ve cargando la bandera.
“VALIDÓ LA RUTA DE CAMBIO”
Massol Deyá y el fundador y director de Casa Pueblo, Alexis Massol González, afirmaron que el huracán Fiona “validó la ruta de cambio” que impulsa la entidad post-María, ya que hogares y otros espacios mantuvieron el servicio eléctrico gracias a la infraestructura solar instalada durante los pasados cinco años.
Uno de esos hogares fue el de Nelly Torres , del barrio Vegas Arriba, quien al día siguiente de Fiona les escribió: “Mi hija pudo darse la diálisis”. Su casa había sido solarizada semanas antes, precisamente, por las necesidades de salud de la familia.
La sede de Casa Pueblo, Radio Casa Pueblo y su torre de transmisión también operaron ininterrumpidamente.
Ante la repetición de un apagón general en pleno azote de Fiona y siendo la región montañosa la más rezagada en la restauración del servicio históricamente, Massol Deyá y Massol González emplazaron al gobierno a atender con urgencia “los miles de hogares” de personas con condiciones crónicas de salud, en los que la seguridad energética “es vital”.
“A cinco años (de María), tras miles de muertos, muchos más enfermos y con millones de dólares en recursos asignados, el expediente gubernamental bochornosamente se limita a promesas de futuro, ideas de proyectos y diseños incompletos, poco transparentes y con limitada ejecución”, deploró Massol Deyá.
“La trayectoria de Casa Pueblo previo al huracán nos ha permitido estar a la altura del momento e insertarnos con prontitud y eficiencia en la cadena de ayuda comunitaria. Un liderato sólido, una red de colaboradores interna y externa, una hoja de servicio en defensa del medioambiente, el desarrollo social y la cultura, y una credibilidad ganada a base de lucha fue clave en esa etapa y hasta el presente”, agregó Massol González.
Ambos insistieron en que energizar en el punto de consumo (techos de las residencias) “le hace justicia al pueblo” y representa un paso para atajar la pobreza.
Después de María, Casa Pueblo distribuyó motosierras, generadores eléctricos, cientos de toldos, neveras solares y 14,000 lámparas en Adjuntas y otros pueblos, como Utuado, Jayuya, Loíza, Barranquitas, Salinas, Humacao y Vieques. Igualmente, instaló sistemas de urgencia solar en 10 hogares para energizar máquinas de diálisis peritoneal y terapia respiratoria, entre otras gestiones.