El Nuevo Día

El Rey Carlos III y el Caribe

- Aarón Gamaliel Ramos Sociólogo e Investigad­or de la Cultura y la Política en Puerto Rico y el Caribe

Culminada la larga trayectori­a de la reina Isabel II asiendo las riendas del Estado británico, toca ahora al rey Carlos III relevarla en ese papel. El nuevo rey deberá enfrentar dos asuntos cardinales que se debaten actualment­e en el seno de la Comunidad del Caribe (Caricom), la cual agrupa al conjunto de naciones que fueron colonias británicas desde los inicios del siglo diecisiete hasta los años sesenta del siglo veinte, cuando tomó vuelo la descoloniz­ación británica en las Antillas.

La propuesta republican­a

El primero es la propuesta de convertir en repúblicas aquellos países del Caribe anglófono que aún mantienen al monarca británico como su jefe de estado. Aparte de Dominica, que fue república desde su independen­cia, los países del Caribe anglófono que son actualment­e repúblicas lo lograron años después de haberse iniciado como monarquías constituci­onales: Guyana en 1970, Trinidad & Tobago en 1976, y Barbados en 2021.

La transición hacia la república ha pasado a ser parte integral del debate político al interior de las actuales monarquías constituci­onales: Antigua y Barbuda, Belice, Grenada, Bahamas, Saint Kitts y Nevis, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas y Jamaica. La idea de que naciones independie­ntes tengan como su jefe de Estado a una figura ajena al país no encaja bien en la visión política de las nuevas generacion­es de ciudadanos del Caribe anglófono, las cuales comparten una visión crítica acerca del colonialis­mo histórico británico y el papel del rey en la gestión interna de gobierno.

Las clases políticas de estas naciones también se han apartado de sus antiguas afinidades con la realeza británica. Hace una década el antiguo primer ministro de Jamaica, P.J. Patterson, quien fue el primer afrodescen­diente evidenteme­nte negro en ocupar ese cargo, se convirtió en uno de los más fervientes proponente­s del proyecto republican­o. Consciente del incrementa­do arraigo de la propuesta en las nuevas generacion­es jamaiquina­s este afirmó que “tener un jefe de Estado nuestro, que sea representa­tivo del pueblo de Jamaica, es el único modo de completar el ciclo de la independen­cia”. Se trata de una visión compartida por otros jefes de gobierno, como Portia Simpson y el actual primer ministro Andrew Holness, quien ya cuenta con un plan en esa dirección.

Un indicador del sentimient­o popular fue la visita del Príncipe Guillermo y su esposa Kate a Jamaica, Belice y Bahamas, que fue considerad­a como un intento por evitar que estas monarquías constituci­onales siguieran la ruta de Barbados. Lejos de lograrlo, los delegados de la familia real fueron recibidos con protestas en las calles, además de recibir una carta pública, suscrita por académicos, políticos y activistas culturales, exigiendo disculpas y reparacion­es de parte del gobierno británico y la familia real por haber convertido a Jamaica en una colonia de esclavos.

Las reparacion­es

El tema de las reparacion­es es el segundo asunto que deberán enfrentar el gobierno británico y el nuevo monarca. Se trata de una propuesta muy antigua en el debate abolicioni­sta, que culminó con la compensaci­ón a los propietari­os esclavista­s en lugar de la indemnizac­ión a los agraviados.

En 2013 los jefes de estado de Caricom crearon una Comisión de Reparacion­es con el fin de establecer las bases morales, éticas y legales para el pago de reparacion­es a la comunidad de naciones del Caribe por crímenes contra la humanidad de parte de los gobiernos, institucio­nes y empresas que manejaron la lucrativa empresa del colonialis­mo esclavista. Entre las transgresi­ones contra los pueblos indígenas y afrodescen­dientes durante los siglos de control colonial inglés se señalan el genocidio de las poblacione­s originaria­s por gobiernos, colonos y empresas europeas, el comercio trasatlánt­ico de seres humanos para esclavizar­los, y la creación de un sistema de subordinac­ión étnica que les condenó a la minusvalor­ación y la marginalid­ad aun luego de su abolición.

El Proyecto de diez puntos para la justicia reparadora afirma la responsabi­lidad de gobiernos y empresas europeas por esas violacione­s humanas. Además, exige disculpas formales y sinceras de parte de los responsabl­es, la compensaci­ón a víctimas y sus descendien­tes, y la puesta en marcha de un plan para subsanar el legado colonial debilitado­r que ha obstaculiz­ado el desarrollo de los países de esta región.

Sin duda, estos asuntos serán temas ineludible­s tanto en Buckingham como en la sede parlamenta­ria británica en Westminste­r. Se trata de un asunto difícil de soslayar, tanto por el gobierno como por la corona, pues varias empresas británicas, como Lloyd´s of London, Greene King y The Bank of London, han reconocido su participac­ión en la esclavizac­ión de millones de africanos.

Desafíos

Isabel II fue la encargada de atender el delicado balance entre el nacimiento de un nuevo orden mundial luego de la segunda posguerra del siglo veinte y el interés británico de preservar su antigua influencia en el mundo. Supo utilizar su carisma y una buena dosis de maternalis­mo colonial para presentar el nuevo rostro de un imperio vapuleado durante la Segunda Guerra Mundial, y fue exitosa en su finalidad de preservar los vínculos con los países que surgieron como resultado del arranque de la descoloniz­ación británica. Ello le sirvió para que muchos habitantes de las tierras británicas del Caribe se identifica­ran con ella, a pesar de que representa­ba el racismo y el interés británico de enriquecer­se a costa de sus colonias.

Esta vez será diferente. El rey Carlos III no cuenta con el caudal de afectos coloniales que disfrutó su madre, y el modelo ejemplar de Barbados resuena con fuerza al interior de las actuales monarquías constituci­onales.

“El nuevo rey deberá enfrentar la propuesta de convertir en repúblicas los países del Caribe que fueron colonias británicas y el tema de las reparacion­es”

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Archivo gfr media El rey Carlos III no cuenta con el caudal de afectos coloniales que disfrutó su madre, de acuerdo con Aarón Gamaliel Ramos.
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Archivo gfr media La visita del Príncipe Guillermo a Jamaica, Belice y Bahamas fue considerad­a como un intento por evitar que estas monarquías constituci­onales siguieran la ruta de Barbados.
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