El Nuevo Día

Bien estar

- Yara Liceaga-Rojas Escritora y Gestora Cultural

Una pregunta con un poco de desespero, pero con delicadeza, ¿cómo estás? ¿cómo está la familia? Las personas, cuando pueden, contestan, aunque con suaves variantes cosas como: por fortuna, bien, hay gente que está peor. Gente con agua o luz, pero también sin agua o luz, como mínimo todavía. Bien, dicen.

Como realeza del eufemismo que es cada persona boricua, encapsulad­o en la palabra “bien” hay todo un microcosmo­s de equivalenc­ias. Para mis redes afectivas, “bien” significa principalm­ente viva.

Ahora mismo (informació­n vital para documentar las fluctuacio­nes demográfic­as) la familia está viva, dicen. En “bien” también está el hedor de la compra perdida de la madre y de la hija, una en Isabela y otra en Carolina, pero esa madre y esa hija pueden ser cualquier madre y cualquier hija en cualquier otro de los 76 pueblos restantes. No es una experienci­a aislada.

Frotándose en “bien” está la formita marcada de las ojeras que va apretando el tatuaje emocional de lo que significa la palabra “exhausta”, que también se incluye en el significad­o boricua de “bien”. Hay otras asociacion­es al término como hartazgo, en pie de lucha, bravuconer­ía, furia, desolación, entrega, apuesta por la vida, compromiso con les otres. Hay otras más.

Esa palabra tan cotidiana y el carácter de bienestar boricua que ha inmortaliz­ado en su música San Benito, mejor conocido como Bad Bunny, pienso yo por acá, debería caracteriz­ar a su vez a nuestro gobierno, ¿verdad que sí? Digo yo, si nos sale tan natural.

¿Natural? Bueno, no realmente, de opresión en opresión, de absurdo en absurdo (hablo de las decisiones de los gobiernos encargados de la salud colectiva, y de la Junta), de azote posterior a eventos climáticos en azote, hemos descansado las agallas y las espuelas y ahora obramos desde la estrategia y la organizaci­ón. La rabia la estamos cebando.

Llevamos salvándono­s desde aquella vez súper random que llegaron las bestias navales a nuestras playas, se bajaron unos tipos salvajes ahí y comenzaron el proceso de sujeción y violencias que nos trae hasta hoy. No dejamos nunca de escuchar el lenguaje sagrado de la tierra (pregunten por ahí qué dicen los aguacates sobre los vientos), o apostar a la sabiduría interna que nos hace proteger y cuidar a quienes tenemos alrededor, da igual si son familia o no. Tenemos mucha calle en esto, mi gente. Mucha. Sabemos qué hacer, de qué manera, cuándo, a qué horas, así como un hashtag #ElPuebloSa­lvaAlPuebl­o .

Lo hacemos con cansancio y abatimient­o así que pregunto yo por acá, después de resolver electricid­ad, agua potable, alimentaci­ón, techo seguro, movilidad, ¿quién se encarga de la calma, del gozo, de los viajes en los que una se va cuando tiene tiempo y energía para la imaginació­n y que hacen que el sistema nervioso central esté nutridito?

Organizaci­ones de base, les veo, ahí, en la entrega total, dándolo todo. Artistas y sector cultural, les veo. Corillas comunitari­as que se juntan a protegerse, les veo. Vecina, te veo. Tití, te veo. Ustedes cargan el país en sus cuerpas, sin cargos políticos que las obliguen a tal peso.

¿Quiénes se encargan de ustedes, de su alegría, de si comieron hoy, si descansaro­n, o de cómo están sus corazones? Mientras acá se intentan diseñar, con los recursos que tenemos disponible­s los círculos de amistades y colegas de la diáspora, un sinnúmero de cosas para ayudar a inmediato, corto, mediano y largo plazo paralelame­nte a los trabajos del día a día de cada quien, yo no paro de pensar qué tipo de pan tostadito habrá desayunado Pierluisi esta mañana y si tuvo que pichar a que no había en el garrafón jugo recién exprimido del país por culpa de las inundacion­es.

Esa palabra tan cotidiana y el carácter de bienestar boricua que ha inmortaliz­ado en su música San Benito, mejor conocido como Bad Bunny, pienso yo por acá, debería caracteriz­ar a su vez a nuestro gobierno, ¿verdad que sí? Digo yo, si nos sale tan natural.”

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