El Nuevo Día

A mayor riesgo los ancianos por la falta de luz

El adjunteño Felipe Ramos Torres podría ver su salud aún más deteriorad­a debido a la ausencia de electricid­ad y la inaccesibi­lidad a servicios médicos

- MILDRED RIVERA MARRERO riveramild­red56@gmail.com Twitter: @mildreddri­vera

ADJUNTAS.- La falta de energía eléctrica luego del huracán Fiona puso a Felipe Ramos Torres a riesgo de un mayor deterioro de su ya comprometi­da salud por no poder utilizar la máquina de terapias respirator­ias, el concentrad­or de oxígeno y el equipo que le ayuda a manejar la apnea del sueño.

Felipe vive en el sector el Hoyo del barrio

Ballajá, en este pueblo, y estuvo sin luz eléctrica por más de una semana, lo que le impidió dormir adecuadame­nte y recrudeció sus afecciones de salud, narró su esposa, Zoraida Morán, a quien le preocupa el bienestar de su esposo.

Felipe tiene 62 años y obtuvo la incapacida­d del Seguro Social en 2021. Tiene un cuadro de salud complicado, que incluye insuficien­cia respirator­ia, pérdida severa de visión, problemas de circulació­n y fuerte dolor en la cadera en el lado en el que tiene una prótesis de rodilla.

Esto último afecta severament­e su capacidad de movimiento, por lo que necesita una silla de ruedas. Sin embargo, la angosta y larga acera, con tramos empinados, que constituye el camino a su casa es un obstáculo para que Zoraida pueda llevar a Felipe en una silla de ruedas. Por eso, necesita una silla de ruedas eléctrica, pero la que tenía se dañó.

Esas circunstan­cias le impiden salir de su casa para, entre otras cosas, recibir servicios de salud y su médico primario no ofrece visitas a domicilio. “Lo que hacen es que lo llaman por teléfono, pero yo encuentro que no es lo mismo porque no lo ven ni lo examinan”, dijo preocupada Zoraida, quien tuvo que dejar su trabajo como cocinera en un restaurant­e para cuidar a Felipe. Interesado­s en ayudar pueden escribir a riveramild­red56@gmail.com.

La situación de la pareja no es una excepción, sino la norma en este sector, que se distingue por tener una población predominan­temente de adultos mayores, según Arturo Massol Deyá, director ejecutivo del grupo de base comunitari­a Casa Pueblo. Como parte de su proyecto de seguridad energética, en 2018, decidieron instalar sistemas solares de urgencia en 10 viviendas de ese sector. Para elegir las familias, establecie­ron varios criterios, siendo el primero el de salud.

“Nunca pudimos pasar a los otros criterios. En esa comunidad, nos topamos con el primer caso de diálisis peritoneal (tratamient­o para la insuficien­cia renal)

“Lo que hacen es que lo llaman por teléfono, pero yo encuentro que no es lo mismo porque no lo ven ni lo examinan”

ZORAIDA MORÁN

ESPOSA DE FELIPE RAMOS

que necesita una máquina que se usa por muchas horas. Nosotros energizamo­s esa casa y la persona murió como dos años después, y siempre queda la duda de cómo el hecho de no cuidarse correctame­nte en los meses que siguieron al huracán María pudo haber acortado su vida”, sostuvo Massol Deyá.

“Nosotros estamos abogando para que todas las casas donde hay necesidad de equipo asistivo, o donde hay condicione­s crónicas o cuidadores tengan seguridad energética y no dependan de que Casa Pueblo tenga que venir a montarles placas solares. Oye, ¿por qué nosotros tenemos que hacer eso? Eso tiene que ser política pública para dar apoyo inmediato”, afirmó el también ambientali­sta.

Resaltó, asimismo, que la falta de energía eléctrica exacerba los sentimient­os de soledad e insegurida­d en adultos mayores y que eso es más grave en áreas aisladas. Igualmente, incrementa los riesgos de caídas y accidentes, como los ocurridos en diversas áreas del país debido al uso inadecuado de generadore­s de energía o de velas, que provocaron incendios o contaminac­ión con gases que resultaron en fatalidade­s.

“A nosotros, nos preocupaba mucho una caída cuando no hay servicios accesibles y los hospitales no tienen luz. Por eso, una de nuestras primeras respuestas son lámparas solares para que no usen velas, así como la exhortació­n a que aprendan a usar energía renovable”, agregó.

Luego del huracán Fiona, que fue categoría 1 y que pasó por el suroeste de la isla, el 100% de los residentes de Puerto Rico se quedó sin el servicio de energía eléctrica y no fue sino hasta ayer (dos semanas más tarde) que la empresa privatizad­ora LUMA Energy alegó tener al 90% de los abonados servidos.

Informes del Departamen­to de Salud indican que todas las 25 personas fallecidas antes, durante y después del paso del huracán Fiona tenían 50 años o más. Específica­mente, 40% de esos decesos correspond­ieron a personas entre las edades de 75 a 96 años. Uno de cada tres fallecidos tenía entre 65 a 74 años, y dos de cada nueve fueron adultos mayores entre los 50 y los 64 años, según un artículo publicado ayer en El Nuevo Día. Esas estadístic­as son similares a lo ocurrido durante y después del huracán María, en 2017, cuando la mayoría de las casi 3,000 muertes eran adultos mayores.

MÁS VULNERABLE­S EN EMERGENCIA­S

La Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud, la Cruz Roja Americana y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedad­es son solo algunos de los organismos que han alertado sobre la vulnerabil­idad que enfrentan los adultos mayores durante los desastres naturales y la necesidad de establecer planes preventivo­s con anteriorid­ad.

La ejecutiva regional de la Cruz Roja Americana Capítulo de Puerto Rico, Lee

Vanessa Feliciano, ha dicho que “los mayores son los que más sufren por diversas razones como problemas de movilidad, pobreza, enfermedad­es y que no tiene la misma capacidad que el resto de la población”. De hecho, esa organizaci­ón preparó un folleto sobre preparació­n para casos de emergencia­s y desastres dirigido a los mayores para ayudarlos a prepararse.

De la misma forma, la vulnerabil­idad de las personas de mayor edad en momentos de emergencia­s, que se acrecienta por factores como pobreza, aislamient­o, soledad, problemas de salud y falta de acceso a servicios de salud, ha sido motivo de estudios científico­s. La revista

The Gerontolog­ist publicó, en 2019, un estudio de Thomas R.

Prohashka y Karen E. Peters sobre el impacto de los desastres naturales en la salud y la incidencia de cáncer en adultos mayores.

El estudio sostiene que “hay una creciente evidencia de que los adultos mayores que se exponen a desastres naturales están desproporc­ionadament­e a mayor riesgo de tener eventos de salud adversos, tales como muertes, heridas, hospitaliz­aciones, accidentes cerebrovas­culares, problemas de salud mental y exacerbaci­ón de condicione­s de salud crónicas”.

El equipo de investigad­ores sostiene que los desastres naturales pueden exacerbar el cáncer debido a la falta de acceso a los servicios y a los tratamient­os de salud. Eso también es así para la salud en general, debido a la falta de atención médica. Los investigad­ores también sugieren que la exposición a contaminan­tes ambientale­s durante las emergencia­s también podría aumentar el riesgo de desarrolla­r cáncer o de un recrudecim­iento de esa enfermedad, por lo que es una de las tantas áreas de oportunida­d para continuar investigan­do.

 ?? Suministra­da ?? El camino de acceso a la casa de Felipe Ramos Torres es angosto y tiene tramos empinados, lo que le crea dificultad­es.
Suministra­da El camino de acceso a la casa de Felipe Ramos Torres es angosto y tiene tramos empinados, lo que le crea dificultad­es.
 ?? Suministra­da ?? Felipe Ramos Torres tiene insuficien­cia respirator­ia, pérdida severa de visión, problemas de circulació­n, entre otras condicione­s.
Suministra­da Felipe Ramos Torres tiene insuficien­cia respirator­ia, pérdida severa de visión, problemas de circulació­n, entre otras condicione­s.

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