¿Cuántos huracanes para eliminar el impuesto al inventario?
Dice un popular refrán: “aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”, y pareciera que nuestro gobierno olvidó nuestra historia más reciente. ¿Cuántos huracanes nos tienen que azotar para que entiendan y atiendan de una vez y por todas la eliminación del impuesto al inventario? El azote del huracán Fiona en la Isla y de Ian en Florida pusieron una vez más en evidencia la vulnerabilidad de la cadena de suministros agudizada por este nefasto impuesto.
Cansados deben estar que les recordemos que vivimos en una Isla, que por la seguridad de todos debemos concentrarnos en tener abastos suficientes para que en caso de una emergencia, ya sea en Puerto Rico o en los puertos norteamericanos que principalmente nos sirven, los ciudadanos podamos sobrevivir incomunicados por al menos un mes. En cambio, el impuesto al inventario, defendido a capa y espada apenas por un puñado de alcaldes, sigue vigente contra toda lógica, a pesar de los reclamos de empresas y ciudadanos para que lo eliminen. Más aun, a pesar de las lecciones que debimos haber aprendido del huracán María, los terremotos, la pandemia y ahora los huracanes Fiona e Ian.
Pero los problemas que causa el impuesto al inventario no se limitan a cuando hay un desastre, es nuestro viacrucis diario para todos los productos que consumimos. ¿Se le dañó su carro y la pieza hay que mandarla a buscar? Sepa que, si el centro de servicio mantiene esa pieza en la isla, y su carro no se daña pronto, hay que pagar impuesto por tenerla guardada para usted. Por lo que seguramente ha tenido que esperar días o semanas y pagar cargos de envío para que la traigan como pedido especial. Y así pasa con prácticamente todas las reparaciones, compras de emergencia y artículos que usted pueda necesitar. Es de gran ansiedad para toda la ciudadanía ver góndolas vacías y carecer de productos esenciales por no tener abastos suficientes en la isla.
El resultado de no tomar decisiones críticas y necesarias por mantener el statu quo y temores a repercusiones políticas, es que el pueblo es el gran perdedor. ¿Será que nos hace falta una clase de historia intensiva?
Debemos concentrarnos en tener abastos suficientes para sobrevivir incomunicados por al menos un mes”