Ignorada la erosión como amenaza real
No se reconoce en ningún informe estatal de riesgos, lo que dificulta tanto el manejo como la asignación de recursos para su prevención, mitigación y adaptación
Pese a que sus manifestaciones son más que evidentes, la erosión costera “nunca se ha aceptado como una de las principales amenazas en Puerto Rico”, lo que ha incidido –“por años”– tanto en la toma de decisiones como en la asignación de recursos para su prevención, mitigación y adaptación, alertó la oceanógrafa y geóloga Maritza Barreto.
A su juicio, la desatención hacia la erosión responde, sobre todo, a que “no se entiende”. Acto seguido, la definió como un proceso natural de movimiento de sedimentos por el efecto de las olas y otros componentes, “que se convierte en un problema malvado cuando la arena no regresa a la playa, y ahí es que hablamos de ella como amenaza”.
Desde 2012, resaltó, “la erosión ha incrementado”, agravándose aún más tras el paso del huracán María en 2017, con pérdidas de ancho de playa que oscilan entre 20 y 25 metros al año. “Pero no ha sido en todas las playas, sino algunas. Hay playas que han tenido ganancia de sedimentos o acreción”, aclaró.
“La erosión no se entiende. Por eso, por muchos años, nunca ha sido aceptada como una de las principales amenazas en Puerto Rico en los informes estatales de riesgos, de los que parten los planes y protocolos de respuesta. Si se mira el informe de mitigación de riesgos de Puerto Rico de 2017, en su capítulo 4, se habla sobre las amenazas, pero la erosión no aparece. Aparecen terremotos, inundaciones y derrumbes, entre otros, pero la erosión no está”, dijo Barreto, quien fungió, el pasado jueves, como oradora principal del conversatorio-almuerzo mensual de la Asociación Puertorriqueña de Analistas Financieros.
La “gran pregunta”, esbozó, es por qué la erosión no se ha aceptado ni identificado como una “amenaza importante”, que requiere atención para reducir la exposición y vulnerabilidad tanto de comunidades como de infraestructura.
“NO ES UN PROBLEMA NUEVO”
En la charla, Barreto, quien dirige el Instituto de Investigación y Planificación Costera de Puerto Rico, destacó que la erosión se ha documentado en la isla, al menos, desde 1959, cuando especialistas hicieron estudios y advirtieron al gobierno “que había una situación sobre la que había que preocuparse y ocuparse”.
Incluso, tres años antes, en 1956, el entonces presidente de la Junta de Planificación, Cándido Oliveras, pidió “que no se vuelva a construir donde la furia del mar puede sorprender un día y arrebatar la vida y posesiones de unas cuantas familias”, según reportes del periódico El Mundo de esa época.
Barreto también hizo referencia al trabajo de Jack Morelock, a quien identificó como su mentor y quien recomendó, en 1978, “que se establezca un programa que identifique zonas en peligro de erosión, acompañado de legislación que promueva que no se construya en áreas de peligro”.
“Por lo tanto, (la erosión) no es un problema nuevo, pero no se ha atendido con la importancia que tiene”, lamentó la también integrante del Comité de Expertos y Asesores sobre Cambio Climático, creado por la Ley 33-2019.
Recordó, de paso, que el Comité entregó al gobernador Pedro Pierluisi, el 8 de octubre de 2021, una lista de 103 cursos de acción puntuales para corregir, mitigar y
prevenir los efectos del cambio climático en las costas, incluyendo que la erosión se reconozca como uno de los “riesgos importantes” en la isla.
“Si no se reconoce, no habrá protocolos… no existe un protocolo de erosión en Puerto Rico. Si no existe un protocolo, lo que va a ocurrir es que cada sector va a mitigar o proteger a su manera, de acuerdo con su realidad económica, y se crean diferentes procesos”, advirtió, a preguntas de El Nuevo Día, finalizada su presentación.
En enero pasado, tres meses después que el Comité sometió sus recomendaciones, Pierluisi informó que había acogido 87 de las 103 y que había pedido “mayor información” sobre las restantes 16, por ejemplo, identificar recursos presupuestarios y estimar su impacto socioeconómico, en aras de “lograr el balance adecuado entre la protección y conservación de nuestro ambiente y las necesidades de nuestro pueblo”.
No quedó claro si la sugerencia de que la erosión se acepte como un riesgo o amenaza principal en la isla figura entre las que Pierluisi dejó sobre la mesa.
“HAY QUE CONOCER Y ENTENDER”
De otra parte, Barreto hizo referencia a un estudio de 2010, que encontró que el 60% de las costas en Puerto Rico exhibía –en ese entonces– “algún tipo” de erosión (baja, moderada o mayor), mientras que el 40% tenía acreción.
Para actualizar esas cifras, considerando el impacto de María, Barreto y su equipo emprendieron un proyecto, cuyos resultados finales se presentarán el próximo 7 de diciembre.
Preliminarmente, los investigadores encontraron tanto pérdida como ganancia de sedimentos y que, en algunos segmentos, la línea de agua se está moviendo tierra adentro, lo que implica que, ante nuevos eventos como huracanes, el alcance de las inundaciones va a ser mayor. En otras palabras, hay comunidades costeras que ahora son más vulnerables.
Aunque la “mirada principal” del proyecto no es el impacto económico de la erosión, se encontró que, en zonas con este problema, las ventas de propiedades redujeron en períodos específicos. “A nivel mundial, se ha documentado que, cuando hay erosión costera, hay reducción en el costo de las propiedades cercanas a la línea de agua. La erosión, más allá de la exposición de la población, trae problemas en cuanto al valor de las propiedades”, añadió.
En la misma línea, la oceanógrafa y geóloga dijo que la pérdida de ancho de playa no solo reduce la capacidad natural de amortiguación frente a nuevos eventos –al impactarse los mangles, arrecifes de coral y yerbas marinas–, sino también “produce daños en propiedades”, incluyendo infraestructura crítica, como plantas eléctricas y de agua, escuelas, cuarteles, hospitales, puertos y aeropuertos, que eventualmente “tendremos que reubicar”.
“Hay que conocer y entender la situación de la erosión y sus implicaciones, aceptar y educar sobre esta realidad, aplicar un enfoque interdisciplinario y hacer una estrategia de colaboración y compromiso entre sectores”, puntualizó.
“Si no existe un protocolo, lo que va a ocurrir es que cada sector va a mitigar o proteger a su manera, de acuerdo con su realidad económica”
MARITZA BARRETO
OCEANÓGRAFA Y GEÓLOGA