Espacio y colaboración con nuevo director de la Junta Fiscal
El nombramiento de Robert F. Mujica como director ejecutivo de la Junta de Supervisión Fiscal es el fruto de un riguroso trabajo de selección que dio comienzo con la partida de la anterior directora ejecutiva, Natalie Jaresko, el pasado abril, y que ahora consigue poner al frente del organismo a un funcionario de vasta experiencia que merece respaldo y apoyo en su encomienda.
Mujica, nacido de padres puertorriqueños hace 49 años en Brooklyn, ha estado al frente de la Oficina de Presupuesto del Estado de Nueva York durante los pasados siete años, siendo el funcionario que ha ocupado ese cargo por más tiempo en los últimos 75 años, lo que dice mucho y bien de su capacidad en temas financieros y asuntos gubernamentales.
Las excelentes credenciales que trae Mujica a un puesto trascendental como el de velar por la integridad fiscal de la isla están avaladas por la confianza que han depositado en él varios gobernadores, así como alcaldes y congresistas, tanto del Partido Demócrata como Republicano. Su preparación académica y desempeño a través de los pasados 25 años, en distintas ramas del gobierno federal, lo han llevado a ser miembro de decenas de juntas de reestructuración, control financiero y comités de auditorías.
Con todo ese bagaje, nadie puede aducir que sea un advenedizo en esta misión de realizar las labores directivas de la Junta de Supervisión Fiscal, que estará entrando en una de sus etapas culminantes.
Recordemos que, al descartar la desestimación del proceso de quiebra de la Autoridad de Energía Eléctrica, algo en lo que insistían los acreedores de la corporación pública, la jueza Laura Taylor Swain, al frente de las negociaciones, exigió a la Junta que se presente un nuevo Plan de Ajuste para el próximo primero de diciembre. Anteriormente ese proceso se había estancado cuando las partes que debían ponerse de acuerdo, entiéndase la Junta de Supervisión Fiscal, los bonistas y las aseguradoras municipales, no lo lograron.
Aun así, la jueza Taylor Swain alberga la esperanza de que se superen las diferencias y se cumpla a cabalidad con el plazo que ha establecido, y que además dispone que la reestructuración concluya para junio de 2023, lo que significa que recaerá sobre el nuevo director ejecutivo gran parte del trabajo para consolidar y llevar a buen puerto los acuerdos.
En relación con la crisis del sistema eléctrico, que es uno de los grandes obstáculos para el despegue económico de Puerto Rico, se espera que, aparte de los 18 proyectos de energía renovable aprobados por la Junta Fiscal a principios de este año, este organismo colabore con la secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, designada por el presidente Biden para liderar el equipo de modernización de la red eléctrica.
En ese sentido, Mujica será una pieza clave para aportar ideas y métodos de trabajo que encarrilen la deseada colaboración entre el grupo federal y los sectores locales interesados en sacar a Puerto Rico del hoyo de la mediocridad energética. Ello debe incluir la celeridad en el necesario traspaso de la generación energética.
Forjado profesional y socialmente en el corazón de la diáspora boricua, el director ejecutivo designado cuenta con la ventaja del elemento idiosincrático que se supone lo lleve a entablar relaciones más cálidas con el gobierno local. Como él mismo ha enfatizado, lo que lo motiva es “alcanzar acuerdos y asegurarse de que cumplimos con lo que hemos establecido”.
Resaltando que precisamente la única pieza que falta en la primera etapa de los trabajos de la Junta Fiscal es la reestructuración de la AEE, Mujica espera enfocarse en la consecución de valores imprescindibles para una nueva gobernanza, la disciplina fiscal que nos aleje del riesgo de otra bancarrota.
Con la experiencia de haber estado en control de la tercera economía más grande de Estados Unidos y décima del mundo, hay que concluir que la persona que en cierto modo viene a consolidar la salud financiera de Puerto Rico enfrentará su cometido con sabiduría y firmeza.
Con esos elementos a mano, el gobierno central y la legislatura de Puerto Rico deben darle al recién llegado el espacio que necesita y dejar los populismos a un lado. Se impone la colaboración y la solidaridad ante esta nueva y crucial etapa.