Es urgente frenar el odio y el acceso fácil a las armas
El cobarde ataque que el pasado fin de semana cobró la vida de cinco personas e hirió a otras 25 en un club nocturno ubicado en Boulder, Colorado, se suma a la terrorífica recurrencia de agresiones en lugares públicos en Estados Unidos que están vinculadas al prejuicio y al odio, y son facilitadas por el acceso cómodo a armas de fuego.
Este horrendo acto, perpetrado en un espacio de esparcimiento que acogía a miembros de la comunidad LGBTQIA+, demuestra la necesidad acuciante de arreciar los esfuerzos para erradicar la incitación a la violencia y los crímenes contra personas de diversidad sexual o género, y otros sectores poblacionales. Colorado ha sido desolado por otros crímenes masivos: el asesinato de 12 personas en un cine ubicado en Denver, en 2012, y el ataque en la escuela Columbine en 1999, con 15 víctimas fatales.
Es claro que el Congreso y los gobiernos estatales no pueden relegar más la aprobación de legislación que limite de forma efectiva la adquisición de armas de fuego, sobre todo las de asalto. La fácil adquisición de estos artefactos aflora como denominador común en frecuentes ataques letales perpetrados por personas movidas por prejuicios contra otros seres humanos y por otras circunstancias como el narcotráfico.
Los reportes de las autoridades sobre lo ocurrido en Boulder revelan la valentía de un cliente que, en medio de la balacera, logró detener al pistolero, quien portaba un arma semiautomática. El arriesgado arresto civil impidió más muertes. Además, permitió a la Policía agilizar la indagación sobre el sospechoso, un joven de 22 años. La pesquisa preliminar reflejó que el perpetrador habría amenazado con armas a su progenitora el pasado año.
Informaciones de este tipo muestran la relevancia de no minimizar incidentes que son señales claras de probable escalamiento de violencia. Es preciso tomar acciones preventivas contra potenciales agresores.
Hay que destacar la importancia de legislaciones recientes, conocidas como leyes de bandera roja y aprobadas en ciertos estados para establecer protocolos de mejor respuesta y protección a familias y comunidades.
La agilidad de las autoridades para asegurar el cumplimiento de las leyes, sumada a enmiendas estatutarias que limiten el acceso y la posesión de armas de fuego, pueden evitar la recurrencia de matanzas en negocios, escuelas, templos y otros lugares públicos. Estos cambios son peticionados ampliamente por ciudadanos y organizaciones que aspiran a una convivencia más armoniosa y segura.
Estas desgracias no se erradicarán ignorando la realidad de inseguridad en que vive la sociedad estadounidense. Texas, por ejemplo, espera por respuestas correctivas porque ha sido escenario reiterado de tragedias como la de la escuela elemental Robb, en Uvalde, donde perecieron baleados 19 niños y dos maestras hace solo seis meses. Además, en un supermercado de la localidad de Boulder de ese estado ocurrió el crimen racista contra 10 personas.
Ante el serio panorama, debe prevalecer una interpretación de la Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos ajustada al tiempo presente. La amplia proliferación de armas es claramente un detonante letal.
Las propuestas para una solución integral al problema del derramamiento de sangre facilitado por el acceso a las armas incluyen desalentar la presencia mediática de la violencia, y considerar la adjudicación de responsabilidades civiles a sectores relacionados con los artefactos letales.
De la misma manera, no ha de concederse espacio a ninguna incitación a la violencia contra la comunidad LGBTQIA+, migrantes y cualquier grupo o persona por razón de sexo, raza, edad, etnia, creencias políticas o fe religiosa. Los puertorriqueños de Estados Unidos y de la isla hemos sufrido muy de cerca la agresión armada registrada en el 2016 en la discoteca Pulse, en Orlando, Florida, donde fueron asesinadas a balazos 49 personas, 23 de ellas puertorriqueñas.
Estados Unidos, igual que Puerto Rico, tiene que moverse con ahínco hacia el respeto a la diversidad y a renovar iniciativas comunitarias para afianzar una cultura de paz.