El Nuevo Día

El Supremo federal, los maestros y la Junta

- Carlos E. Ramos González Catedrátic­o de Derecho, Universida­d Interameri­cana

Un pilar fundamenta­l del orden democrátic­o es evitar la concentrac­ión indebida del poder público. De ahí se deriva el principio de separación de poderes. Esta acumulació­n de poderes puede ser muy convenient­e para tomar decisiones expeditas sin mucha burocracia. Es tentación eterna de gobernante­s a quienes les urgen resultados rápidos. Sin embargo, es también utilizada para esconder fines autócratas, déspotas o antidemocr­áticos. Es decir, se desconfía de la deliberaci­ón pública, optando por actuar en la opacidad máxima e incrementa­ndo con ello la posibilida­d de decisiones erróneas.

No debe extrañar que, durante los primeros dos años de la gobernanza de Puerto Rico bajo la metrópolis norteameri­cana, el nuevo soberano gobernara bajo el poder militar. Podría gobernar el país recién adquirido según los mejores intereses del conquistad­or. De hecho, en la organizaci­ón de la rama legislativ­a y ejecutiva, la Ley Foraker (1900) tampoco respetaba la separación de poderes.

Es bajo la Ley 600 de 1950 que el gobierno de Puerto Rico vino a operar realmente bajo un régimen de separación de poderes. Sin embargo, se hacía por autoridad delegada por el Congreso sin renunciar volver al mando del país de forma “directa” si fuese necesario.

En 2016, el Congreso decidió con Promesa pedir de vuelta algunos de esos poderes prestados. Decidió crear una junta para gobernar sobre temas fiscales con el propósito de “pagar la deuda pública y ayudar a Puerto Rico a regresar a los mercados”. La ley incluye un mecanismo que propicia que una junta no electa anule ciertas leyes aprobadas por el pueblo de Puerto Rico.

No han sido muy exitosos los intentos por lograr que el poder judicial federal revoque sus decisiones. El más reciente intento lo vimos hace un par de días, cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos rehusó atender un reclamo en esa dirección de organizaci­ones sindicales magisteria­les relacionad­o con su sistema de pensiones. El efecto práctico de esta denegatori­a es ampliar el poder de la Junta de ir por encima de ciertas leyes de Puerto Rico, aun cuando existía un argumento muy bien articulado de que la Junta se había extralimit­ado en el ejercicio de sus poderes.

Por eso la importanci­a que tiene el pleito singular, por exitoso, que ha instado el Centro de Periodismo Investigat­ivo (CPI) para exigir que la Junta salga de su quehacer oscuro. Utilizando la misma ley Promesa, el CPI identificó un nicho que obliga a la Junta a ser transparen­te y someterse al derecho constituci­onal puertorriq­ueño que desde 1982 garantiza el derecho a acceso a informació­n pública. Se trata de una solicitud de acceso a miles de correos electrónic­os que permitirá penetrar la opacidad de dicha Junta.

Se obtuvo un resultado favorable excepciona­l ante el Tribunal de Distrito Federal, el cual fue confirmado por el Primer Circuito de Apelacione­s. Aunque inicialmen­te parecía que iba a acatar lo ordenado, la Junta eventualme­nte dejó de hacerlo. De hecho, ha acudido ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos para solicitar su derecho a seguir maniobrand­o en la penumbra bajo el manto de una alegada inmunidad soberana del territorio cuyos intereses dice defender. Es decir, autócratas que rehúsan entregar informació­n que pertenece al pueblo de Puerto Rico por entender que ello afectaría negativame­nte su trabajo. Peor aún: ¡niega lo solicitado bajo la teoría que ello también perturbarí­a al pueblo de Puerto Rico! Hace unas semanas, el Tribunal Supremo de Estados Unidos acogió esa solicitud de revisión judicial que será argumentad­a tan cercano como el próximo 11 de enero de 2023.

El Tribunal Supremo de Estados Unidos no quiso atender el reclamo de justicia de los maestros. El pleito que sí acogió es un rayo de luz frente a la oscuridad de la Junta. Esta vez, ¿prevalecer­á la autocracia o la democracia?

"El Tribunal Supremo de Estados Unidos no quiso atender el reclamo de justicia de los maestros. El pleito que sí acogió es un rayo de luz frente a la oscuridad de la Junta. Esta vez, ¿prevalecer­á la autocracia o la democracia?”

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