44 municipios costeros que cambiarán para siempre
Nuestros centros urbanos históricos ofrecen ventajas insuperables y decisivas ante el futuro. No es casualidad ni capricho que se establecieron allí. Uno de los factores decisivos suele haber sido la seguridad que provee cada lugar ante las amenazas de las inundaciones por su elevación sobre el entorno. Sus suelos firmes y con buen drenaje garantizan su funcionamiento a pesar de las inclemencias del tiempo y hoy día, el aumento del nivel del mar. También proveen otras ventajas: hay de todo y todo está cerca, incluidas las oportunidades laborales. Viabilizan la formación de una masa crítica de pobladores, esencial para todo lo opcional. Son el espacio organizador de la vida colectiva, de las iniciativas empresariales, y reúnen los símbolos de nuestras aspiraciones. Dan forma al punto de encuentro entre minimizar los riesgos y maximizar los sueños.
Esa forma urbana es la consecuencia de política pública establecida por nuestros ancestros hace más de cinco siglos. En aquel tiempo no tenían mapas de inundaciones, métodos efectivos para pronósticos meteorológicos y mucho menos tecnología sofisticada de aviones y satélites para vigilar y documentar el paso de fenómenos atmosféricos. Tampoco había seguros contra inundaciones que compensaran sus pérdidas. Empleaban el sentido común, las experiencias del pasado y la observación cuidadosa del paisaje antes de tomar decisiones importantes. Precisamente por esas limitaciones era fundamental ser eficientes y no exceder la capacidad de la población, la geografía y la naturaleza de proveer para las necesidades de la comunidad. No había espacio para el desperdicio ni el riesgo.
Entonces, heredamos 78 centros urbanos que generalmente no son inundables, aunque se formen algunos charcos luego de llover. Si algún área se inunda suele ubicar en el borde, resultar de algún desagüe obstruido o ser el producto de haber edificado sobre el curso y entorno de alguna quebrada o humedal. En general, y fortaleciendo aquellos expuestos a inundaciones temporeras, los centros urbanos son los espacios en que podremos confiar ante el aumento del nivel del mar para minimizar pérdidas de vida y patrimonio, impulsar la sostenibilidad, revitalizar la economía y relocalizar actividades, viviendas y empresas fuera de lugares vulnerables. Esa experiencia ya la vivimos. Aprendamos de las notorias y múltiples mudanzas de San Germán y la de Caparra a San Juan, que entre muchos otros centros urbanos, tienen la distinción de haber estado entre los proyectos piloto que se desarrollaron antes de proclamarse en conjunto las Leyes de Indias. Muchas lecciones aprendidas en Puerto Rico se implementaron en las futuras fundaciones de innumerables pueblos más en las Américas.
Recientemente, hemos olvidado aquellos principios rectores de seguridad e incrementado nuestra vulnerabilidad innecesariamente mediante el desparrame suburbano. A la vez, hemos desatendido los centros urbanos, los espacios de los que mayor beneficio podemos matemáticamente obtener. La crisis que vive Puerto Rico no es sorprendente. Tampoco deberá sorprendernos el futuro. Las lluvias tierra adentro cada vez provocan mayores volúmenes de agua cuenca abajo que con el aumento en el nivel del mar encontrarán poco espacio para drenar. Esto se traducirá en inundaciones para áreas llanas costeras, experiencias que principalmente podrán evitarse por mayor tiempo en los 44 centros urbanos de los municipios costeros. Debemos encauzar nuestras estrategias e inversiones futuras a proyectos en lugares seguros que no queden permanentemente inundados con el aumento en el nivel del mar.
Por lo tanto, rehabilitar y repoblar los centros urbanos tradicionales es un buen punto de partida hacia el futuro que demostraría planificación inteligente mientras se revisan los mapas de inundación a largo plazo. Con los fondos de recuperación otorgados a Puerto Rico existe la posibilidad de encaminar la seguridad y prosperidad tan ansiada por nuestra gente. Hay una oportunidad para verdaderamente desarrollar la economía y salvaguardar el bienestar social, así como el medioambiente, adaptándonos y construyendo la resiliencia que exigen el calentamiento global y el aumento en el nivel del mar. Esta es la misión del Centro Caribeño de Aumento del Nivel del Mar. Puerto Rico puede volver a ser un líder y punto de referencia global sobre la forma urbana ideal con el resultado de una vida en solidaridad con los demás.
A esta columna contribuyeron ideas María Méndez, Gilberto Guevara, Lupe Vázquez y John Englander. Puede encontrar más información sobre su municipio en https://coast.noaa.gov/slr/
"Rehabilitar y repoblar los centros urbanos tradicionales es un buen punto de partida hacia el futuro que demostraría planificación inteligente mientras se revisan los mapas de inundación a largo plazo”