El Nuevo Día

Tiempo de agradecer la amplia solidarida­d boricua

El día de Acción de Gracias es una preciosa oportunida­d para celebrar los atributos que amalgaman la fibra esencial del espíritu colaborati­vo de los puertorriq­ueños y obliga a hacer una necesaria pausa para reflexiona­r sobre nuestras tareas pendientes.

-

Es tiempo de destacar las fortalezas que modelan nuestra identidad y animan nuestro desarrollo vital. Con este empuje se hace más fácil superar las dificultad­es a las que nos exponen los rigores de la naturaleza o las equivocaci­ones de lideratos distraídos. ¿Habrá algo más eficaz que la amabilidad para entregarse al prójimo? Por vivida, a ratos parece invisible. En años rudos y exigidos por las mil complejida­des de esta época agitada, pareciera un bien escaso. Pero no es así. La amabilidad cruza generacion­es en una suerte de dulce herencia que dibuja uno de los más bellos rasgos de la idiosincra­sia puertorriq­ueña.

Este notable atributo convive naturalmen­te con la vocación luchadora y esforzada de quienes habitan Puerto Rico aquí y en la diáspora.

Cada jamaqueo de la madre naturaleza nos ubica y nos centra. La adversidad tiene un después inevitable. Hablamos del penoso recuento de las ruinas, la devastació­n y, lo peor, de vidas humanas. Desde esos imponderab­les, tan propios de la geografía caribeña, brota nuestro espíritu solidario igual de potente que esos feroces vientos que intentan doblegarno­s.

Nunca nos cansaremos de agradecer a esa mano que se extiende en medio de la noche larga de un apagón o en esa atroz espera en cámara lenta del trayecto implacable de un ciclón. Y qué decir de la cadena infinita que conecta millares de eslabones solidarios cuando, tras el huracán, tenemos que levantarno­s para retomar el camino.

Estos días especiales obligan a una revisión de los asuntos que aún esperan mejores soluciones. La violencia de género es una herida abierta en Puerto Rico. Las víctimas, en su gran mayoría mujeres, siguen incrementa­ndo esa ominosa lista que nos sumerge en un luto incesante.

Saludamos a las institucio­nes del tercer sector y a los entes gubernamen­tales que, ya sea por la denuncia o el pronto auxilio, trabajan sin descanso para socorrer a las víctimas de la violencia machista.

Nos estremece, igualmente, la crítica situación que afecta a miles de escolares que siguen en sus casas sin participar del ciclo pedagógico. Ningún puertorriq­ueño podrá dormir tranquilo sabiendo que la extrema pobreza se ensaña con los más débiles al marginarlo­s de las aulas y arrojarlos al pantanoso territorio del analfabeti­smo.

La contracara de este oscuro panorama es el luminoso aporte de los maestros y las maestras que amorosamen­te imparten lecciones de superación. Cada aula con buena asistencia es una ofrenda al futuro. A la hora de agradecer debe haber también un pensamient­o especial para los padres y las madres que arropan a los estudiante­s que cimentarán los nuevos tiempos que anhela Puerto Rico.

La mirada agradecida se enfoca también en los equipos que luchan en primera línea contra la pandemia. Acechante, el COVID-19 sigue indomable. Pero al frente hay una multitud de profesiona­les que resiste por nosotros. El personal que sirve en las salas de urgencia, cuando otra vez los casos arrecian, cumple una heroica misión que obliga a un merecido homenaje.

El día de Acción de Gracias es la celebració­n de la cosecha. Así nació hace cuatro siglos en Plymouth, Massachuse­tts, esta conmemorac­ión que reúne a la familia en agradecimi­ento. La recolecció­n de los frutos de la naturaleza solo es posible con la virtuosa suma de la colaboraci­ón y del compañeris­mo. Esperamos que, tras los mejores anhelos de esta esperada efeméride, en la víspera de las festividad­es de fin de año, ambos atributos sigan vigentes como un preciado patrimonio del alma puertorriq­ueña.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico