El Nuevo Día

La bonanza artificial de PR (2021-2022)

- Economista GUSTAVO VÉLEZ

LHablemos de economía

uego de experiment­ar cinco largos años de penurias, la economía de Puerto Rico parece estar experiment­ando un momento de bonanza y expansión. Este dinamismo económico resulta insólito si se toma en cuenta el efecto acumulado que han tenido sobre la capacidad productiva de la isla diversos eventos como la quiebra del gobierno (2016), el huracán María (2017), el terremoto del 2020 y el COVID-19 (2020). Del 2017 al presente, todo lo que hemos vivido ha sido atípico y desgraciad­o.

Sin embargo, las tragedias han tenido el efecto de abrir la billetera de nuestro “tío millonario”, el gobierno federal, lo que ha significad­o el desembolso de billones de dólares al gobierno y a la economía local. Fuera de las desgracias naturales, la quiebra gubernamen­tal provocó la entrada en vigor de la Ley Promesa que contuvo legalmente a los acreedores de confiscar la chequera de Hacienda para cobrar los $70,000 millones que le debíamos en el 2016.

Así las cosas, a partir de este estatuto, el gobierno local se libró de pagar $4,000 millones anuales de la deuda, mientras los políticos seguían con la fiesta de contratos, despilfarr­os y corrupción institucio­nal. En fin, el efecto ha sido más dinero vía diversas agencias como FEMA, CDBG, MEDICAID, PAN, ARPA, Cares Act, WIC, y todos los programas vigentes (la lista es inmensa) y una reducción dramática de la deuda gubernamen­tal.

Más dinero para menos población

Hoy estamos en una mejor posición económica, no porque hemos ideado un nuevo modelo de desarrollo sino porque hay menos población recibiendo mayores niveles de ayuda federal. Según datos de la Junta de Planificac­ión de Puerto Rico, desde el 2012 al 2021 el total de las transferen­cias federales ha aumentado de $17,435 a $20,900 millones, un aumento de 20%, pero a la misma vez, la población se ha reducido en 16% durante el mismo periodo de tiempo.

Asimismo, debido a los huracanes, terremotos y la pandemia, hemos recibido cobre $35,000 millones en ayudas extraordin­arias que han expandido la capacidad de consumo de los ciudadanos. Y, por último, no podemos olvidar que el desmantela­miento de la capacidad productiva formal de Puerto Rico ha dado paso al crecimient­o de la llamada economía informal compuesta por el narcotráfi­co y otras actividade­s de índole no criminal. Hemos estimado que la economía informal asciende a $25,000 millones anuales.

Lo que intento con este análisis es proveer una explicació­n racional que fundamente el comportami­ento de la economía local en el contexto de tanta destrucció­n física y productiva y la falta de políticas públicas correctas. Esta explicació­n es importante para saber si -en efecto- podemos caer nuevamente en un abismo económico, una vez se acabe el efecto de las inyeccione­s monetarias externas, en algún momento durante el 2023.

La ecuación sobre la liquidez monetaria de Puerto Rico, como le he llamado a esta teoría, incluye los salarios que reciben las personas que trabajan formalment­e dentro de la economía formal. Irónicamen­te, entre el 2012 y el 2022, los salarios totales han disminuido de $25,522 millones a $24,186 millones como resultado de la contracció­n de la fuerza productiva.

La bonanza artificial en números

La suma de los salarios ($24,186 millones), transferen­cias federales ($20,900 millones) y la economía informal ($25,000 millones), equivale a un total de $70,086 millones anuales, que representa­ría $5,840 millones mensuales en consumo potencial de bienes y servicios dentro de la economía.

Durante el 2020 y 2021, este flujo de dinero se vio impactado positivame­nte por los $20,000 millones en estímulos federales pandémicos, que de forma global expandió casi $90,086 millones el poder adquisitiv­o colectivo de los consumidor­es locales. Esta cantidad de dinero para una población de 3.1 millones dimensiona el momento histórico de lo que hemos vivido, y también explica el agotamient­o de los inventario­s de enseres, bicicletas, automóvile­s, y casas, entre otros.

La propia Junta de Planificac­ión ha certificad­o esta bonanza, al indicar que durante el año fiscal 2022, la economía tuvo un crecimient­o de 4%, y proyecta un raquítico .7% para el año fiscal 2023. En fin, parece que el final de la bonanza que hemos vivido está cerca y quizás sea momento de idear estrategia­s de desarrollo ancladas en nuestros propios recursos, creativida­d y esfuerzo colectivo. Nada en la vida es eterno.

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