El Nuevo Día

Clave proteger a las madres en el periodo perinatal

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La falta de protocolos para detectar y atender a las mujeres con trastornos de salud mental en el periodo perinatal, pese a la alta incidencia que expertos estiman existe en Puerto Rico, es otra instancia que permite entender las dimensione­s de la desigualda­d en que vive la mitad de nuestra población.

Esta ausencia de datos niega a las mujeres acceso a servicios, recursos profesiona­les y asistencia necesarios en un periodo tan crítico como el embarazo y luego del parto. El periodo perinatal generalmen­te comprende desde las 22 semanas de gestación y al menos hasta la primera semana después del alumbramie­nto.

Recienteme­nte, se aprobó la Ley 6 de 2022 para declarar el primer miércoles de mayo como el Día de Conciencia­ción sobre la Salud Mental Perinatal. Dicha iniciativa debe traducirse en esfuerzos concretos para educar y orientar sobre el problema. Pero hace falta más del Estado para responder con diligencia a las necesidade­s actuales de las mujeres que traen al mundo las generacion­es futuras.

La Asamblea Legislativ­a tiene ante su considerac­ión proyectos para implementa­r por ley la prevención, detección y el tratamient­o efectivo de la depresión postparto sin que se haya aprobado alguna de las medidas.

Las mujeres necesitan estar y sentirse física, mental y económicam­ente aptas para traer al mundo a otro ser humano que demandará del seno familiar la máxima atención y cuidados. Es preciso poner voluntad en derribar tabúes y mitos que idealizan la maternidad a expensas del bienestar de las madres.

En el ideal social, este proceso debería ser compartido activament­e por el padre de la criatura. Sin embargo, el perfil demográfic­o en Puerto Rico demuestra que este no es siempre el caso. En casi una treintena de pueblos, la cifra de hogares con un solo padre, generalmen­te la madre, van de más del 54% hasta el 74%.

Entre los factores que pueden incidir en la depresión, ansiedad u otros trastornos de salud mental de las mujeres en el periodo perinatal se encuentra la baja escolarida­d. Mientras, en casi una tercera parte de la isla los índices de embarazo en adolescent­es fluctúan de 11 a 18%.

Otro indicador que anticipa altas probabilid­ades de depresión post parto es si la mujer necesitará apoyo social. Y aunque nuestra cultura celebra la maternidad y la familia, sin la informació­n adecuada se corre el riesgo de agravar los problemas de una mujer al subestimar su estado emocional o, peor, criticarla por no expresar la felicidad que el imaginario social ha construido en torno a esa etapa de vida.

Con datos del Sistema de Monitoreo de Evaluación de Riesgos en el Embarazo de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedad­es, conocedore­s estiman que la prevalenci­a de la depresión postparto entre 2017 y 2020 alcanzaba el 13%. Otras herramient­as apuntan a que esa prevalenci­a subió a casi 20% desde 2017, cuando el país recibió el duro azote del huracán María. Ya en 2021 superó un insostenib­le 53%, lo que pone a Puerto Rico con una prevalenci­a de casi el triple que Estados Unidos, Reino Unido y Australia. Además, supera la de países latinoamer­icanos como Colombia y Perú.

Puerto Rico necesita sistematiz­ar la recopilaci­ón de datos que, como este, permiten cuantifica­r y visibiliza­r los numerosos obstáculos sistémicos de inequidad y desatenció­n que enfrentan las mujeres para disfrutar del trato digno, bienestar y paz que por derecho les correspond­e. Esta falta de datos y, por ende, de recursos de atención y ayuda, se refleja también en asuntos en los que les va la vida, como las cesáreas y otros problemas que atañen a la salud física y emocional de las mujeres y, con ellas, la de toda la sociedad.

Hay que emprender la tarea de crear protocolos y generar datos que permitan visibiliza­r un problema que repercute en la vida de las mujeres tanto como en sus hijos y el resto de su familia, dejando a veces huellas duraderas. Si queremos que nuestra niñez disfrute de bienestar, estabilida­d y oportunida­des de progreso, es preciso que, antes, las necesidade­s de sus madres estén bien atendidas.

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