El Nuevo Día

Recaudos políticos: Money, Money, Money!

- Orlando Parga Exsenador

La satírica canción del icónico grupo musical ABBA concluye aseverando que el mundo pertenece a los ricos y así parece ser en la mayoría de las manifestac­iones del quehacer humano hasta que el abuso del poder económico provoca reacciones e incita a la rebeldía. El mundo político es notorio escenario en el que se produce este fenómeno. Cada vez más, los aspirantes y candidatos a las posiciones electivas desarrolla­n una mayor dependenci­a en la cantidad de dinero recaudado en su bolsa de campaña con la que ser electos, que en el talento y la capacidad que posean para conquistar la confianza del pueblo. Y cada vez más la atadura con el dinero para la campaña que los condujo al poder, termina conduciénd­olos a la desgracia.

El estudio publicado por El Nuevo Día sobre los recaudos de los líderes políticos que se perfilan como candidatos para las elecciones del 2024 confirma el fenómeno de que no es con la mejor intención que el inversioni­sta político engorda la bolsa de campaña de los que calcula son más hábiles para alcanzar o retener el poder. Con muy rara excepción, ese ejercicio para nada toma en cuenta o tiene que ver con los ideales políticos, las aspiracion­es programáti­cas o la integridad del quehacer público. Se trata de la más cruda y calculada inversión financiera. Doy dinero para comprar acceso al poder y, a más generoso el donativo, más amplio el privilegio que dará acceso al poder.

Nótese que el parámetro lo establece el “comité de campaña para la reelección del gobernador” que siempre aparecerá con el recaudo más jugoso, aunque el desempeño y superviven­cia electoral del gobernante estén en duda y precarieda­d. Mientras éste permanezca, ejerza y a su alrededor haya poder, el inversioni­sta político mantendrá activa su credencial de donante y mantendrá abierta su puerta al poder gubernamen­tal.

Para complicar el círculo vicioso, con la mejor intención de evitarlo, creamos una ley que termina en fomentar el recaudo de dinero privado para la campaña del candidato… ¡pareamos con dinero público dólar por dólar recaudado! El sistema tan absurdo como para que en los pasados dos cuatrienio­s, dos gobernador­es que no pudieron revalidar se hayan visto obligados a disolver sus comités de reelección y, al menos simbólicam­ente, devolver millones de dólares de campaña.

Esta es nuestra verdad monda y lironda. La democracia y el capitalism­o interactúa­n bajo constante vigilancia y fiscalizac­ión. No obstante, a costillas del inversioni­sta político, Puerto Rico ha permitido que la corrupción gubernamen­tal se dispare alarmantem­ente. Fortaleza, gobierno, legislatur­a, alcaldías… no nos queda espacio ocupado por funcionari­os públicos, y sus designados, que en los pasados años recientes no se haya deshonrado por la corruptela de dar, pagar, pedir y recibir a cambio de algo ilegal. La pregunta es si hemos llegado al punto de ebullición que agote la tolerancia. ¿Habrá voluntad para cortar la cabeza a la serpiente de la corrupción política?

Money, Money, Money! El rastreo del sabueso añade otra frase: Follow the money! El pueblo puertorriq­ueño no puede seguir reclamando que es honesto y decente mientras coexista el turbio financiami­ento político que da acceso, elige y reelige candidatos que no lo son.

No es con la mejor intención que el inversioni­sta político engorda la bolsa de campaña de los más hábiles para alcanzar o retener el poder”

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