Radón: un riesgo que merece atención
Investigadores que miden el alcance de este gas radiactivo y cancerígeno en Puerto Rico abogan por políticas públicas que protejan la salud
Tras confirmar la presencia de radón en niveles moderados a altos en otros tres municipios, para un total de seis hasta ahora, los investigadores que estudian este gas radiactivo y cancerígeno en Puerto Rico abogaron por la creación de políticas públicas que obliguen a medir su alcance al comprar o vender una propiedad y en las escuelas, a fin de proteger la salud.
Asimismo, informaron que extenderán su análisis más allá del karso norteño, donde es más probable encontrar radón por la geología, e instalarán monitores en residencias de la zona sur.
El radón, que no tiene olor y es invisible, se libera naturalmente de las rocas, el suelo y el agua, y puede acumularse en niveles peligrosos en cualquier estructura, incluyendo nuevas y viejas, bien selladas y con ventilación, y con o sin sótano.
“No tenemos ninguna legislación que nos diga que tenemos que medir radón al comprar o vender una casa”, dijo la profesora y directora asociada del Departamento de Ingeniería Mecánica del Recinto Universitario de Mayagüez ( RUM) de la Universidad de Puerto Rico, Silvina Cancelos, tras señalar que, como parte del trámite hipotecario, los bancos “recomiendan, pero no exigen” inspeccionar las propiedades para detectar el gas.
“En Estados Unidos, las escuelas están obligadas a medir radón en cada salón, pero acá no”, agregó.
Por su parte, Brenda Reyes, oficial de Asuntos Públicos de la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA, en inglés), indicó que, considerando los resultados de la investigación, “se hace apremiante” que la Legislatura “tome acción”.
“Nosotros, como agencia federal, no podemos proponer legislación estatal, pero hacemos un llamado a que la Legislatura de Puerto Rico piense que, eventualmente, se necesitará una legislación para que no sea recomendada, sino obligatoria, la prueba de radón en residencias”, expresó.
Afirmó, igualmente, que el estudio, que inició en verano del año pasado, “abre la puerta a otras investigaciones”, tanto ambientales como de salud pública.
MÁS MUNICIPIOS
El radón se calcula en picocuries por litro (pCi/L) de aire, una medida de radiactividad. En Estados Unidos, el nivel promedio de radón en interiores es de 1.3 pCi/L. Dado que no se conoce un nivel seguro de exposición, la EPA y el Cirujano General de Estados Unidos recomiendan que los ciudadanos consideren hacer reparaciones en sus hogares para niveles de radón entre 2 y 4 pCi/L (moderado).
Si el nivel excede de 4 pCi/L (alto), la recomendación es mitigar. Por lo general, la mitigación consiste en instalar una tubería en el suelo que funcione como extractor del gas, de forma que se minimice o evite su entrada a las viviendas.
En noviembre del año pasado, los investigadores –entonces liderados por el profesor de Ingeniería Ambiental del RUM
Pedro Tarafa– compartieron que habían detectado niveles altos de radón en casas de Morovis, San Sebastián y Camuy.
Cancelos relató que las viviendas “se verificaron nuevamente”, en marzo, y se encontraron niveles por encima de 4pCi/L “en áreas donde la gente vive” en Morovis y San Sebastián. En San Sebastián y Camuy, también se detectaron niveles por encima de 4pCi/L “en áreas de almacenamiento” o zonas bajas.
“Hay casas que han tenido niveles de radón más altos de lo que uno quisiera”, reconoció, y explicó que, en el karso norteño, por ser una superficie porosa (piedra caliza o “limestone”), el radón tiende a escapar más rápido.
En una segunda fase, los investigadores –ya liderados por Cancelos– hallaron niveles por encima de 2pCi/L y menores que 4pCi/L “en áreas donde la gente vive” en Rincón, Quebradillas y Hatillo. En varios hogares de estos pueblos, se dejaron instalados monitores electrónicos para “determinar la exposición a largo plazo”.
“No queremos alarmar, sino que la gente sepa que nuestra hipótesis, de que había presencia de radón en Puerto Rico, se probó, y que la medida (remediadora) que tenemos es bien fácil: ventilar nuestras residencias… abrir las ventanas y dejar que el aire entre”, dijo, entretanto, Reyes, quien destacó que “este proyecto sacó al primer profesional certificado en radón en Puerto Rico” (un estudiante del RUM).
CAMBIO DE MENTALIDAD
El primer estudio conocido sobre presencia de radón en Puerto Rico data de mediados de la década de 1990, cuando el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, en inglés) midió su alcance en siete municipios y encontró niveles “de preocupación”, pero no tuvo mayores efectos.
Los siete pueblos fueron Arecibo, San Sebastián, Lares, Ciales, Morovis, Camuy y Hatillo, que son los mismos que se muestrearon ahora gracias a una subvención que la EPA le otorgó al RUM.
Según Cancelos, el estudio del USGS, aparte de “antiguo”, se hizo con “dispositivos que no funcionan como los de ahora”, lo que pudo subestimar los hallazgos. A su juicio, “es interesante cómo este estudio ha llevado a la gente a pensar que no hay nada de qué preocuparse, cuando las casas han cambiado… son menos ventiladas y eso aumenta el potencial de altos niveles de radón”.
“Antes, las casas no eran tan cerradas co
“La gente no sabe qué es el radón ni entiende que puede ser un peligro. Queremos seguir informando a las personas y que sean conscientes del riesgo”
SILVINA CANCELOS
INVESTIGADORA