Simbiosis entre servicio médico y academia
El cuidado médico no precisa de la academia, pero la academia mejora el servicio médico. Lo hace necesario una vez utilizado. La academia médica tiene varios niveles donde se ofrecen servicios. En la escuela de Medicina, al estudiante se le enseña cómo cuidar a su paciente, cómo diagnosticarlo, cómo manejarlo. Esto ocurre generalmente en los últimos dos años de Medicina, en los que se desarrollan los talleres de enseñanza con pacientes vivos durante las pasantías clínicas. Significa que ese enfermo tiene la oportunidad única de ser examinado por un estudiante y su maestro, especialista en su campo de medicina. Dos ojos ven mejor que uno, a menos que ambos sean tuertos.
Pasada la escuela de Medicina, el próximo nivel de cuidado es cuando se decide hacer una residencia para lograr completar una especialidad. Durante sus años como residentes, ellos se encargan del manejo íntegro del paciente bajo la supervisión de un facultativo que es también profesor de la universidad. Es profesor porque da clases a estudiantes de medicina y a residentes.
Los residentes traen un nivel más sofisticado de manejo a los pacientes. Un nivel que supera por mucho el tratamiento usual de una condición. El enfermo se beneficia de que su cuidado sea estudiado entre varios médicos, ejecutado entre varios médicos y verificado entre varios médicos. Eso hace que los errores se minimicen a través de un factor de cuántos intervienen.
Existe una cascada de intervención entre el estudiante, el residente y el profesor, quien, al final del día, es el responsable del manejo del paciente. Eso se reconoce a través de los estándares de cuidado que las residencias deben adoptar en sus talleres médicos, como clínicas y hospitales. Esto se determina a través de las actividades didácticas que las agencias acreditadoras les exigen a los programas de residencia que tengan, como discusión de su morbilidad y mortalidad, y través de repasos de literatura médica que se reciben en conferencias dictadas por esos mismos profesores.
Todos esos factores de estudio son inspeccionados por las agencias acreditadoras. Ellas observan las características de esos talleres de enseñanza, clínicas y hospitales, que tengan la capacidad de dar la enseñanza de último nivel, así como el cuidado médico asociado de último nivel, con su infraestructura y administración.
Este último talón de Aquiles fue determinante en la residencia de Neurocirugía en nuestro país, cuando no pudo continuar graduando médicos residentes en esa especialidad. La infraestructura no estaba progresando a la par para la cátedra estructurada de esa residencia de siete años. Es la residencia más larga que existe. Sus procesos de acreditación son rigurosos. Los residentes no deben mover camillas, no deben buscar papeleo administrativo, no deben buscar equipo médico cuando una institución hospitalaria está deficiente en esos menesteres. No se puede sustituir el trabajo clerical de la institución con el residente. Eso está claro en las agencias acreditadoras, para lograr un aprendizaje académico estructurado al residente –ergo, un mejor cuidado al paciente. Además, la tecnología de enseñanza avanza a pasos logarítmicos y los programas de residencia deben estar al día. De otra forma, las agencias acreditadoras los ponen en la cuerda floja, conocida como probatoria, e inclusive les remueven a los residentes los privilegios de poder ser acreedores del título académico para el cual se están entrenando.
El final en la cadena académica es el profesor que enseña y supervisa al residente en el manejo del paciente. Tiene la última palabra en el manejo médico y debe confrontar el tratamiento establecido de forma clara hacia el paciente.
De modo que esta simbiosis entre la academia y el servicio les provee a los pacientes una escalera de manejo única que muchas veces evita los errores médicos de la práctica de la Medicina si se usa de forma adecuada y supervisada. El Recinto de Ciencias Médicas de la UPR tiene clínicas externas con todas las subespecialidades representadas para el cuidado íntegro del enfermo.
“Esta simbiosis les provee a los pacientes una escalera de manejo única que muchas veces evita los errores médicos de la práctica de la Medicina”