Sentido adiós a Lalo Rodríguez, el Canario de Carolina
Siento en mi interior que toda la grey salsera de nuestro país se ha juntado en franca comunión y, mano con mano, se han unido en oración por la triste noticia que nos ha dejado a todos el corazón partido: conocer que nuestro ídolo y cantante preferido ha fallecido.
Aquí no hay “salsero de la mata” que ponga en duda que el Canario de Carolina, Lalo Rodríguez, era uno de los mejores cantantes de la llamada salsa gorda, de la salsa sensual y romántica, y un exponente y compositor fabuloso del bolero y de la plena.
Este jibarito nacido y criado en nuestra tierra saltó de la cuna a la fama, pues comenzó su carrera artística profesionalmente a sus tiernos 16 años. Era un artista innato y súper talentoso. En sus años de juventud sabía tocar muy bien la guitarra, de manera autodidacta.
Esto lo ayudó grandemente cuando la dama de la suerte y el misterioso destino lo pusieron un día, gracias al productor Harvey Averne, en las manos de la leyenda viviente, Eddie Palmieri.
Grabaron juntos su primer disco LP, allá para 1974, llamado “The Sun Of Latin Music” con el que obtuvieron el primer Grammy para la música latina en la importante industria del entretenimiento musical anglosajón.
Lalo nació para ser una brillante estrella. El Padre Celestial le regaló el don de poseer el más amplio registro vocal de cantante alguno en la música latina, en dimensión y proyección. Su brillante metal de voz era inigualable y melodioso.
En su vida personal, Lalo fue un buen ser humano. Tenía ángel, caía muy bien y era sumamente cariñoso y complaciente con su público oyente.
Pero es muy cierto que Lalo vivió la vida como quiso. Y no acogió para su bienestar, ni mantuvo vigentes por mucho tiempo, los buenos consejos de nadie. Luchó con mucho ahínco, por muchas décadas, contra los estigmas de las drogas y el alcohol.
Lamentablemente, con mucho pesar, perdió esas, que eran las más importantes batallas a vencer de su vida.
Amigos salseros, se apagó para siempre una reluciente estrella que nos dio ratos inolvidables de alegría, paz y felicidad. El luto nos embarga el espíritu, y deseo que esta horrible experiencia, que nos ha dejado huérfanos de nuestro gran ídolo, sea claro espejo y punta de lanza que cree conciencia en nuestra juventud de que las drogas no son para nada el buen futuro a seguir para nadie.
Admirado Lalo: que vueles alto, al Altísimo, Canario de Carolina, junto a tu hermoso “Deseo Salvaje” de llegar hacia donde existe el puro amor verdadero. Al llegar al santo cielo, que para siempre descanses en paz.
Héctor Donato Humacao