Cuál es la diferencia entre los diamantes de cultivo versus los naturales
● Conocedores hablan de sus atributos, composición y de su valor de inversión como objeto de lujo
Los diamantes pertenecen al grupo de las gemas más apreciadas y deseadas a nivel mundial. Además, figuran como las piezas favoritas por excelencia en la mayoría de los anillos de compromiso.
Pero, ¿sabía que al igual que ocurre con otras cosas que existen en la naturaleza, el ser humano ha encontrado la manera de crear diamantes en el laboratorio? Pues sí, y en años recientes estos han comenzado a ganar popularidad a medida que la producción aumenta y las joyerías exhiben una variedad de prendas con estos diamantes.
“La mayoría de los clientes opta por comprarlos porque el diamante (de laboratorio) se ve igual que el natural”, aseveró Yamira Rivera, gerente de la joyería Blue Diamond en Plaza Carolina. Este negocio abrió hace cinco meses y es uno de los pocos en la isla que vende los diamantes cultivados.
“Estamos creando esa cultura, dando información al cliente. La gente no cree que son creados en laboratorio, y la primera pregunta que nos hacen es si son diamantes reales, diamantes de verdad”, indicó Rivera.
Y es que, a más de un comprador, le asaltan dudas antes de hacer esa inversión. ¿Se considera una gema real o una imitación? ¿Cuál es la diferencia entre uno natural y los fabricados por el ser humano? ¿Tendrán el mismo valor que un diamante natural? Las anteriores son algunas de las interrogantes más comunes.
El diamante cultivado o hecho por el hombre tiene los mismos componentes químicos que el diamante natural, es carbono puro. Por ello, se considera un diamante como tal, aunque se haya fabricado en menos tiempo. Ambos son duraderos y brillantes.
La diferencia principal entre los dos es que el de laboratorio, en vez de haberse formado a través de los siglos en las profundidades de la corteza terrestre, se fabrica en un ambiente controlado a altas temperaturas y, por tanto, no se extrae de una mina.
“Al manipular el color y la claridad, el diamante de laboratorio puede lucir más y ser más expresivo”, manifestó la gerente de Blue Diamond.
Los diamantes de laboratorio no se limitan a usarse en los anillos de compromiso. En el mercado hay una variedad de prendas, como pantallas, pulseras, cadenas y sortijas para fiestas, diseñadas con diamantes fabricados por la mano del hombre.
Hay que aclarar que el diamante de laboratorio no debe confundirse con las imitaciones de diamantes, como la zirconia cúbica y la moissanita. Estas tienen una composición química diferente a la del diamante genuino, y no son tan duraderas. Los diamantes de laboratorio, por otra parte, son químicamente idénticos a los naturales y ofrecen una belleza duradera.
El precio es otra de las diferencias entre el diamante natural y el de laboratorio. Este último es más económico, y dependiendo de los quilates, puede costar entre 30 y 60% menos que uno natural. Incluso hay piezas en que la diferencia en precio puede ser mayor.
OTRO PUNTO DE VISTA
Para el joyero Isaac Demel, propietario de la joyería Lido, los diamantes cultivados o de laboratorio no son una buena inversión. Aunque reconoce que “los cultivados tienen la misma formación atómica que los naturales” y que “al ojo entrenado se le dificulta ver la diferencia entre ambos”, indicó que no son iguales en valor.
Demel explicó que los diamantes naturales de dos quilates duplican su valor cada 10 años, algo que no ocurre con los cultivados, aunque tengan el mismo peso y características similares. “Cuando sube la demanda del diamante de laboratorio, la producción aumenta, y eso hace que su valor disminuya”.
“En Lido no se venden diamantes de laboratorio porque no son una buena inversión”, insistió el reconocido joyero, quien indicó que los suplidores le han preguntado si interesa tenerlos en su joyería, pero él ha declinado.
“Creo que es mucho dinero para adquirir una pieza sintética, aun cuando por su composición, sea un diamante”, agregó.