Freno a la esclavitud de la explotación de menores
Cuando pareciera que la explotación laboral de menores fuera una práctica en extinción, nuevas revelaciones dan cuenta de que sigue siendo un tema de la más absoluta urgencia. No puede ser posible que en pleno siglo XXI, cuando se supone que se haya erradicado esta forma de esclavitud, sigan operando las mafias que abusan de los más vulnerables.
Sin ir más lejos, en Estados Unidos el empleo ilegal de mano de obra infantil ha crecido un 69% desde 2018 según reportes del Departamento de Trabajo. El hallazgo da cuenta de 3,800 niñas y niños ejecutando tareas impropias en 835 compañías. Estos casos representan, sin duda, un segundo y hasta un tercer castigo a esos menores inocentes. La mayoría de ellos han quedado a merced de un abusivo mercado de traficantes luego del abandono obligado de sus padres, especialmente aquellos que intentaron cruzar la frontera ilegalmente en busca de mejores oportunidades. El secretario de Salud de Estados Unidos, Xavier Becerra, ha reconocido que hay un flujo de niños migrantes que proceden de América Latina huyendo de la violencia y la pobreza.
Sobrecoge conocer los duros oficios, destinados para adultos calificados y con fortalezas físicas de una persona madura, para los que han sido reclutados menores en Delaware, Misisipi, Carolina del Norte, Florida y Tennessee, según reporta un acucioso reportaje del diario The New York Times.
Solo una mente inescrupulosa y descorazonada puede tener la atroz osadía de utilizar menores de edad para operar en mataderos, aserraderos o empresas instaladoras de techos. Asechados por el peligro de usar herramientas cortantes, químicos y en ambientes muy exigidos, sus respectivas situaciones se agravan aún más al conocer que muchos son obligados a cumplir turnos de noche. El trabajo nocturno es, en muchos casos, la desesperada opción de menores extranjeros que requieren de un ingreso para financiar sus clases en la secundaria y conseguir alimentarse mínimamente. Por desgracia, los casos denunciados últimamente se unen a una extendida práctica que cumple décadas.
A raíz de denuncias recientes, las autoridades federales han aplicado multas de hasta $1.5 millones a empresas que han sido sorprendidas ejerciendo esta ominosa e ilegal práctica. Por ejemplo, la firma Packers Sanitation Services pagará sanción onerosa por emplear ilegalmente a 102 niños sometidos a condiciones peligrosas en 13 plantas de procesamiento de carne. Esta vez las autoridades han prometido aumentar las fiscalizaciones y solicitan al Congreso incrementar las penas a las empresas infractoras. Hoy la multa máxima llega $15,138 por menor, lo que resulta irrisorio para disuadir a las compañías que se lucran de inmigrantes adolescentes.
Puerto Rico también tiene un flanco abierto en esta materia. Las leyes laborales regulan aquellos oficios donde está permitido que menores de edad puedan ejercer durante ciertos horarios y en trabajos livianos que les ayudan a complementar sus ingresos. Hay entidades que pueden abusar de esa delgada línea que define lo que es un trabajo liviano o las horas reguladas por ley. Además, como se ha denunciado, el mercado informal se presta para amparar, en ciertos casos, estas prácticas ilícitas.
Hay que mantenerse alerta ahora que se está solicitando ayuda de mano de obra extranjera, muy necesaria, por cierto, para concretar proyectos paralizados por la escasez de trabajadores para emprender las urgentes tareas de la reconstrucción. Existen denuncias sobre oficinas de supuestos abogados que se prestan para ofrecer trabajos soñados a quienes buscan huir de las paupérrimas condiciones que les ofrecen sus países. De este modo se relajan las normas y aparecen prácticas viciosas como falsificar documentos para subir la edad de los postulantes. Los filtros, entonces, deben ser estrictos para evitar sanciones y cumplir con el deber ético de contratar a personas que, por edad y calificaciones, están llamadas a sumarse a la fuerza laboral.
Hoy, cuando se recuerda el Día de la Abolición de la Esclavitud, es imperioso que el Congreso, las autoridades locales y todos quienes tienen una voz en la tarea de combatir este abuso aporten con iniciativas que ayuden a mejorar las leyes que, a todas luces, han resultado débiles para detener esta atroz práctica. La niñez debe respetarse en todas sus etapas.
Los derechos humanos protegen con énfasis a los más desvalidos. No hay excusas para obviarlos.