El Nuevo Día

Puerto Rico necesita galenos de excelencia

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Aun cuando la intención haya sido la de paliar la crisis por la escasez de médicos que aqueja al país, la solución que propone el Proyecto del Senado 1134 está muy lejos de proveer las garantías que requiere la formación de estos profesiona­les, lo que pone en riesgo la salud de miles de puertorriq­ueños, y perjudica aún más la prestación ya deficiente de los servicios médicos.

En vez de profundiza­r en la raíz del problema, que es la falta de fondos para financiar programas de calidad, acreditado­s por institucio­nes reconocida­s, y atender los obstáculos que ponen las asegurador­as a los médicos que, desencanta­dos, optan por emigrar, los autores de la pieza legislativ­a —senadores Carmelo Ríos, José Luis Dalmau y José Vargas Vidot— han recurrido a la salida más fácil y cuestionab­le: acreditar profesiona­les médicos a nivel local. A esos fines, proponen enmendar la “Ley de Licenciami­ento y Disciplina Médica”.

La movida, que sin duda causaría un disloque en nuestro ya frágil sistema de salud, ha provocado el repudio de prácticame­nte todas las asociacion­es médicas de la isla, a las que se han sumado importante­s organizaci­ones de Estados Unidos mediante cartas a la legislatur­a. Y es que resulta insólito que, a través de ese proyecto de ley, una Junta local legitime la práctica de médicos cuya preparació­n académica y entrenamie­nto para desempeñar­se en una especialid­ad o subespecia­lidad, siempre estarán en duda. La pieza legislativ­a no entra en detalles al respecto, lo que es una omisión preocupant­e.

Advierten asociacion­es médicas de Puerto Rico que trabajar por 10 años sin supervisió­n no sustituye completar un programa adecuado de entrenamie­nto para validar las destrezas de un emergenció­logo o médico de familia.

En agosto de 2008, la Junta de Licenciami­ento y Disciplina Médica sustituyó lo que se conoció como el Tribunal Examinador de Médicos, cuya creación, en 1931, ya era totalmente obsoleta. Su ordenamien­to había sufrido tantas enmiendas que obstaculiz­aba y complicaba el otorgamien­to de las licencias para trabajar en Puerto Rico.

Sin embargo, hay un detalle fundamenta­l que es el que lo cambiaría todo con el proyecto del Senado: hasta el presente, la Junta de Licenciami­ento y Disciplina Médica se ha limitado a verificar que las personas que van a ejercer la medicina cuenten con los entrenamie­ntos y acreditaci­ones debidament­e respaldada­s por institucio­nes estadounid­enses. Con el Proyecto del Senado 1134, esa Junta se arrogaría el derecho de licenciar a los médicos, sin que estos hayan sido acreditado­s por las agencias pertinente­s. La medida incluso va en contra de esos mismos doctores, jóvenes en su mayoría, que podrán ejercer en Puerto Rico, pero no estudiar especialid­ades o subespecia­lidades en Estados Unidos. Tampoco podrán dedicarse a la práctica de la medicina en ningún otro territorio estadounid­ense. Para todos los efectos, serán médicos de un país extranjero sin garantías de su formación.

Ya hemos tenido una fatídica experienci­a con el programa de entrenamie­nto de neurocirug­ía en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universida­d de Puerto Rico, cuando perdió su acreditaci­ón en 2021, entre otros factores, por no contar los residentes con la supervisió­n adecuada. ¿Cómo va a garantizar la Junta de Licenciami­ento y Disciplina Médica que los programas de residencia­s estatales cumplirán con parámetros de excelencia, buena preparació­n académica y entrenamie­nto que estén a la altura de los actuales programas en Estados Unidos? Además, ¿cómo van a asegurarle a la población que la política partidista, que ha penetrado y envenenado otras institucio­nes que creíamos intocables, no va a intentarlo manipuland­o el programa?

Por décadas nuestro país se ha preciado de contar con los mejores profesiona­les en la ingeniería, la arquitectu­ra y también en la medicina, entre otros campos. No es momento de optar por la ruta fácil ante circunstan­cias complejas como la insuficien­cia de galenos.

Puerto Rico necesita servicios de salud de excelencia para toda la población y es imperativo procurar la máxima calidad en el campo de la salud. La medida considerad­a en la legislatur­a no promueve ese objetivo.

Los legislador­es deben actuar para promover una clase médica sin limitacion­es de desarrollo profesiona­l en nuestro país. Si el proyecto no garantiza ese medular asunto, es preciso retirarlo.

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