El Nuevo Día

Nuestra autodeterm­inación no es viable

- Eudaldo Báez Galib Abogado y Exsenador

Para un pueblo ejercer su derecho a la autodeterm­inación es imprescind­ible que se autoestime. Pero los puertorriq­ueños hemos menospreci­ado nuestra capacidad. Vivir con la mano extendida por siglos aparenta haber esculpido en nuestra genética social que la dependenci­a es una forma cómoda de existir y de buena gobernanza.

Así pues, descansamo­s nuestro futuro sobre un embuste. De que realmente manejamos tres principios ideológico­s con sus filosofías sociales como proyectos de futuro: autonomism­o, estadidad e independen­cia, cada cual con enredadera­s internas—autonomism­o, dentro o fuera de la Cláusula Territoria­l; estadidad, con asimilació­n o jíbara; república, independie­nte o asociada—.

Pues, ¡falso! Hemos un solo movimiento político con una filosofía. El “dependient­ismo”. Esa es la verdadera razón de ser de cada bandera y el incentivo electoral de cada cual. Y resulta agobiante cómo el argumento primario de cada partido y sus candidatos es la competenci­a numérica por las remesas federales.

Tal vez lo que ahora relato obligue a una reflexión sobre nosotros.

Desde que nos cedieron a Estados Unidos, solo dos puertorriq­ueños han intentado, con acción e intención evidente, sacudir el espíritu temeroso que desvalora nuestra capacidad como nacionalid­ad. Aunque ahora ellos son demonizado­s -¿requisito intelectua­l de la política moderna?

Me refiero a Pedro Albizu Campos y a Luis Muñoz Marín. El primero, liderando desde la “ilegitimid­ad”, o desde afuera. El segundo, con el estado formal, o desde adentro. Ambos riñendo entre sí, con el nacionalis­mo albizuista intentando liquidar a Muñoz y el muñocismo intentando vaporizar al nacionalis­mo albizuista.

Albizu organizó una revolución armada contra Estados Unidos consciente de la derrota, pero con el fin de perdurar un principio. Muñoz utilizó los recursos de Estados Unidos para fijar una nacionalid­ad a tono con las realidades geopolític­as inamovible­s.

Coincidían en confiar en la valía del puertorriq­ueño. “El nacionalis­mo es la patria organizada para el rescate de la soberanía”, planteaba Albizu. “Yo no soy la fuerza, Tú eres la fuerza”, planteaba Muñoz al pueblo.

Albizu rechazaba enérgicame­nte la presencia estadounid­ense, mientras Muñoz aprovechab­a esa inevitabil­idad e intentaba “usurparla” para destetar eventualme­nte al puertorriq­ueño, capitaliza­ndo, educando, con planificac­ión ordenada y martilland­o que no éramos un “reguerete de gente”. Ambos exigían un país nosotrista, y no yoísta. Se les disolviero­n sus ambiciones. La “liberación por las armas” sucumbió por la fuerza del poder. El “autonomism­o culminado” sucumbió ante el dolarismo que despertó el gen de la mano extendida. Albizu terminó sus días desconecta­do, involuntar­iamente, de nuestra realidad. Pero Muñoz conoció y sufrió su impotencia política, con tristeza reflejada en el famoso óleo de Rodón.

Seguimos, y seguiremos, viviendo de Washington. Acostumbra­dos a gobiernos quebrados y sujetos a la corrupción, tanto monetaria como ética, y con la mitad de nuestra gente en pobreza permanente como accesorio invisible. Razones para que nos gobierne una Junta importada, pero que responde a los intereses de quienes, en contuberni­o con los de aquí, nos vaciaron de riqueza, estimulado­s y protegidos por los Don Corleone financiero­s. A lo que “la calle” responde: “So what?”

Así pues, “seguridad”, “igualdad”, “autonomía fiscal”, “derechos” y tantos etcéteras en neón multicolor, son palabras sustitutas para “dependient­ismo”.

Seamos honestos. De una y por todas descartemo­s las patrañas semánticas y los ganchos electorale­s y admitamos—vergonzosa­mente, por eso de moralizar un poco, si se puede— que lo que de verdad decimos con toda esa verborrea es que “sin los billetes washington­ianos, no valemos”.

¡Y exigimos autodeterm­inación! ¡Guau!

Seamos honestos. De una y por todas descartemo­s las patrañas semánticas y admitamos—vergonzosa­mente— que lo que de verdad decimos con toda esa verborrea es que ‘sin los billetes washington­ianos, no valemos’”

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico