Defienden el cable submarino
Los ejecutivos del proyecto afirman que este interconectará “las dos economías más grandes” en el Caribe
La construcción de un cable eléctrico submarino para interconectar a Puerto Rico con la República Dominicana requeriría una inversión de más de $1,000 millones y su ejecución podría completarse en 2030 si, en el camino, superan todas las etapas administrativas pendientes, estimó Rafael Vélez Domínguez, presidente de Caribbean Transmission Development Company (CTDC), la empresa que recién presentó al gobierno federal una propuesta para recibir el indispensable permiso presidencial.
Aunque se trata de un proyecto técnica y administrativamente complejo, para Vélez Domínguez, es un “primer paso” de lo que, a largo plazo, serán interconexiones entre todas las jurisdicciones en el Caribe y el mundo.
“El primer cable submarino de telecomunicaciones se instaló 100 años antes que el primer cable de transmisión eléctrica. O sea, que, de aquí a 100 años, esperamos ver un mundo totalmente interconectado eléctricamente”, comentó. “Es el primer paso a que, en el Caribe, nos movamos a esa dirección, interconectando las dos economías más grandes”.
La concepción del “Proyecto Hostos” –como se bautizó la idea en honor al insigne educador y filósofo puertorriqueño Eugenio María de Hostos, entre cuyos postulados se encontraba la formación de una confederación antillana– data de hace varios años, dijo Vélez Domínguez, al indicar que, en 2020, CTDC ya había recibido los resultados de un estudio de viabilidad que comisionó a otra empresa.
En entrevista con El Nuevo Día junto al director del proyecto, Tirso Selman, Vélez Domínguez abundó que CTDC cuenta con un “diseño preliminar”, que incluye los puntos donde el cable se conectaría a las redes de transmisión tanto en la República Dominicana como en Puerto Rico. El inversionista, fundador de la firma Atabey Capital, reconoció que los detalles están sujetos a cambios, tales como la capacidad de transmisión que tendría el cable, que fluctuaría entre 500 y 700 megavatios (MW), o el equivalente a dos unidades de generación de gran capacidad.
“Estamos viendo un punto de interconexión desde San Pedro de Macorís (al sur de la República Dominicana), donde entonces el cable iría por aire hasta Punta Cana (al este). Ahí, entraría bajo agua hasta Puerto Rico, tomando en consideración las zonas protegidas, cerca de Isla de Mona y Desecheo, incluyendo áreas protegidas de pescadores. El cable entra por el puerto de Mayagüez, que ya está impactado”, precisó Vélez Domínguez, al detallar que, a 4,000 pies de la costa, se utilizaría la técnica de perforación horizontal para depositarlo en el subsuelo marino.
“Así, evita mucho el impacto ambiental sobre corales y, además, protege el cable de cualquier ancla de barco o cualquier accidente”, abundó el inversionista, quien anteriormente trabajó con las autoridades dominicanas en tres proyectos de generación de energía que, en conjunto, suman más de 700 MW de capacidad.
Ya en territorio boricua, el cable se conectaría a la misma subestación de Mayagüez por la que se transmite la energía producida en la central de ese pueblo, que cuenta con cuatro unidades que generan hasta 220 MW.
“De aquí a 100 años, esperamos ver un mundo totalmente interconectado eléctricamente”
RAFAEL VÉLEZ DOMÍNGUEZ PRESIDENTE DE CTDC
NECESIDADES COMPATIBLES
Aunque la República Dominicana proyecta que su demanda interna se duplique dentro de los próximos 10 a 15 años, y Puerto Rico cuenta con problemas para satisfacer sus necesidades con la generación existente, Selman aseguró, por su parte, que el proyecto sería de beneficio para ambos países, toda vez que los patrones de consumo diarios son distintos, lo que viabilizaría la capacidad bidireccional del cable.
“El sistema de República Dominicana y Puerto Rico son compatibles en tamaño, son muy similares en su demanda. Sus picos de demanda se compensan: en República Dominicana, el pico de demanda es durante el día, y en Puerto Rico, durante la noche. En República Dominicana, la demanda energética es más industrial, y en Puerto Rico, es más comercial y residencial”, planteó Selman, nacido en la República Dominicana y quien ha trabajado en proyectos energéticos en varios países de Latinoamérica.
Según Vélez Domínguez, el calendario de trabajo de CTDC proyecta que el cable esté operacional para el 2030, aunque aseguró que la parte técnica de construcción e instalación es relativamente simple.
“El cable tiene un proceso de fabricación de aproximadamente 12 meses. Ahora, la instalación física, depositarlo, es un proceso bastante rápido. Estimamos que, entre 60 y 90 días, una vez llega a Puerto Rico, debe estar colocado”, dijo Selman, aceptando que el “grueso” del tiempo relacionado con el proyecto se vincula a los trámites de permisos a nivel de los gobiernos estadounidense, puertorriqueño y dominicano.
PRIMER PASO: PERMISO PRESIDENCIAL
Los trámites formales dieron inicio cuando, el 14 de marzo, el Departamento de Energía estadounidense ( DOE, en inglés) publicó, en su página web, la solicitud de permiso presidencial, abriendo un período de comentarios públicos que se extiende hasta el 15 de abril.
La secretaria de Energía, Jennifer Granholm, explicó que el trámite es uno de los pasos requeridos, pero aclaró que la apertura a comentarios no equivale a un aval preliminar por parte del DOE.
“No es una indicación de que tengamos una posición. Si se emitiera un permiso presidencial, el solicitante tendría que obtener permisos y autorizaciones locales y federales, así que tendría que atravesar evaluaciones ambientales. Quedarían varios pasos”, dijo Granholm, al precisar que Estados Unidos tiene conexiones eléctricas con México y Canadá a través de cables convencionales.
Vélez Domínguez reconoció que, en el pasado, se han contemplado distintas conexiones marinas hacia Puerto Rico, incluyendo desde la República Dominicana, las Islas Vírgenes estadounidenses, Venezuela y Colombia, propuestas que no avanzaron.
“Esta es la primera que es una iniciativa 100% privada, con capital privado, y que por eso tiene más continuidad y no está sujeta a los vaivenes políticos”, dijo.
Las autoridades de ambos países, sin embargo, tendrán que intervenir, y Vélez Domínguez aseguró que ya ha tenido conversaciones preliminares con la Autoridad de Energía Eléctrica, LUMA Energy y el Negociado de Energía (NEPR) en Puerto Rico. El cable submarino aparece entre los escenarios contemplados en la revisión del Plan Integrado de Recursos que el NEPR considerará este año.
El empresario, asimismo, sostuvo que también ha hecho acercamientos a las autoridades energéticas en el vecino país.
El Nuevo Día solicitó comentarios al Ministerio de Energía y Minas de la República Dominicana, que respondió que, en sus registros, “no hemos identificado (que) existen datos de posibles discusiones relativas a un futuro cable submarino”.
Vélez Domínguez, de otra parte, comentó que, aun de concretarse la construcción del cable, ambos países tendrían que lidiar con la fragilidad de sus respectivas redes de transmisión y distribución.
“Esto no va a resolver todos los problemas eléctricos. El gobierno federal ha asignado $12,000 millones para recuperar el tema de transmisión y distribución. Hay iniciativas que se están llevando a cabo que nos ayudan, como las microrredes, los paneles solares en las casas y los proyectos de energía renovable (a gran escala). Todo va a mejorar el sistema, incluyendo este proyecto”, subrayó.
$1,000 MILLONES inversión que requiere el proyecto del cable eléctrico submarino