Puerto Rico como parte del África global
Óyelo… escúchalo… es el sonido de la brisa ponceña acompasando el caminar de Luciano Colón hacia la compra de su libertad... Eso ocurrió en el 1873, durante el proceso de la abolición del régimen esclavista en Puerto Rico, y poco tiempo después del nacimiento de Nicolasa Colón, su hija y mi abuela paterna... Este suceso, visto a través del lente del presente, nutre la esperanza de justicia en el arco moral de la historia. Aun cuando no somos culpables del pasado, sí somos responsables de la mitigación de sus efectos.
Es por eso que historias como esta, vividas por los ancestros de millones de afrodescendientes en las Américas, confirman que pertenecemos a una gran comunidad global de 1.6 billones de personas africanas y sus descendientes. Como aptamente plantea Epsy Campbell—la primera vicepresidenta negra en la Américas (2018)—pertenecemos al África global. Doscientos millones de esos están localizados en las Américas: 50 millones en Estados Unidos, 45 millones en Brasil y 105 millones en otros países de América Latina y el Caribe. Somos el grupo étnico más numeroso.
En Puerto Rico, el censo del 2020 refleja que las personas que seleccionaron la categoría racial blanca se redujeron de 75.8 en el censo anterior, a 17.1 en el 2020: una reducción de 58.7 puntos porcentuales. Este dato podría interpretarse como una tendencia hacia una mayor conciencia local de la identidad afrodescendiente. Como muy bien apuntó José Luis González en El país de cuatro pisos, el primer piso de la cultura puertorriqueña es nuestra herencia africana.
Esta interpretación se confirma en este momento—a pesar de la negación en Puerto Rico —por el surgimiento de una variedad de instituciones comunitarias, municipales y académicas e iniciativas que validan nuestra africanidad. Por ejemplo, la Ley 24 de 2021 designó el pasado 21 de marzo como el Día Nacional para la Erradicación del Racismo y Afirmación de la Afrodescendencia. En el caso de las instituciones, están: la Corporación Piñones se Integra, El Corredor Afro, la Escuela de baile de bomba de Don Modesto Cepeda; el cognomento de Loíza como capital de la tradición africana en Puerto Rico; el Proyecto de Diversificación Académica en Estudios de Afrodescendencia y Racialización y la Cumbre Internacional de Afrodescendencia. A este resurgir se suman los numerosos grupos de bomba y plena que se han organizado en Puerto Rico.
El reclamo de nuestra afrodescendencia es una oportunidad para que Puerto Rico se sitúe como plataforma de colaboración para afrolatinos en las Américas. Dos movimientos contrapuestos van definiendo la importancia de la comunidad afrodescendiente en este hemisferio. Por un lado, el triunfo arrollador de Trump en las primarias republicanas, la elección de Milei, en Argentina, y el régimen anterior de Bolsonaro en Brasil, apuntan peligrosamente hacia el resurgimiento de la supremacía blanca en las Américas.
Por otro lado, el licenciado Pastor Murillo, miembro del Foro Permanente para los Afrodescendientes de las Naciones Unidas, informa sobre importantes avances hacia la justicia racial en América Latina durante las últimas tres décadas. Estos son: veinte países de la región, al igual que en Puerto Rico, han incorporado la variable étnico-racial en sus censos; algunos países como Brasil, Colombia, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Costa Rica han adoptado medidas de acción afirmativa, en particular, cuotas para el acceso a cargos públicos y a la educación superior; y en materia de representación política, dos mujeres, Epsy Cambell-Barr y Francia Márquez, llegaron a la vicepresidencia de Costa Rica y Colombia respectivamente.
Además, en Brasil, hasta hace una década, los afrodescendientes eran apenas el 10% de los estudiantes en universidades públicas. Gracias a la asignación de cuotas, hoy son alrededor del 55%. En cuanto a políticas de territorialidad, en Brasil, Colombia, Ecuador, Honduras y Surinam les han sido adjudicados a los afrodescendientes alrededor de 9 millones de hectáreas como propiedad colectiva de sus territorios ancestrales; y el Plan de Acción Conjunto entre Estados Unidos y Brasil fue el primer acuerdo bilateral establecido para eliminar la discriminación racial, mientras que el Plan de Acción Estados-Colombia sobre Igualdad Racial y Étnica se firmó en el 2010.
El momento político que vivimos es un llamado urgente para establecer lazos entre la comunidad afrodescendiente de las Américas. Es a su vez, una invitación para que muchas personas afrodescendientes en Puerto Rico reclamemos nuestra pertenencia al África global. Esta herencia común es una oportunidad para tender puentes entre las comunidades afrodescendientes.
Considerando la proximidad de las elecciones en Estados Unidos, una de las vías para activar las mayorías en este país (mal llamadas minorías) es conectar la red de afrodescendientes en las Américas con sus respectivas diásporas en los Estados Unidos, ya que el grupo afrolatino es el de mayor crecimiento entre las personas de origen hispano.
Con estos hechos políticos como telón de fondo, y manifestación del racismo global, se reunieron recientemente en Puerto Rico, en un evento sin precedente, 16 fundaciones filantrópicas –con activos de $24.6 billones– para dialogar sobre el impacto del Racismo Global en las Américas. El liderato afronorteamericano del mundo fundacional se dio cita en Puerto Rico: 16 presidentes, 4 vicepresidentes y 8 integrantes de Juntas Directivas respondieron a la convocatoria de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico y su programa REBIA.
Como resultado del encuentro, surgieron cinco líneas de acción que trazan una hoja de ruta: apoyar una plataforma de colaboración y sustentabilidad para las redes de equidad racial en las Américas; establecer programas educativos que incluyan becas para jóvenes afrodescendientes y visitas de campo; institucionalizar el trabajo estratégico colectivo del grupo de presidentes de fundaciones; organizar una reunión con la comisión de reparaciones del Caribe; y desarrollar herramientas para presentar esta hoja de ruta a las Juntas Directivas de las fundaciones.
Al igual que la esperanza libertaria de Luciano Colón, la vinculación entre las comunidades afrolatinas en las Américas ayudará a que el arco moral de la historia se incline hacia la justicia.
“El momento político que vivimos es una invitación para que muchas personas afrodescendientes en Puerto Rico reclamemos nuestra pertenencia al África global”