Maltrato infantil y negación del porvenir
Voy a comenzar por tomar el toro por los cuernos. Si algo ha dejado claro el Papa Francisco es su orden tajante de que la Iglesia Católica ni condone, ni encubra, el abuso sexual contra la infancia. Eso es un crimen y punto.
Hecha esta aclaración, necesaria por los tiempos que vivimos. Voy a expresar unas inquietudes sobre el maltrato infantil que, me parece, no son tomadas suficientemente en cuenta en Puerto Rico.
Primero, ejecutar, condonar y justificar la victimización de la población infantil es una cobardía personal, social y política. De todos los crímenes de guerra que hay en el listado, opino que el más macabro es bombardear, masacrar o matar por hambre y enfermedad a la infancia. Cada muerto en una guerra mata el futuro para la víctima. Ensañarse contra la infancia es un atentado contra el porvenir del pueblo atacado y, en última instancia, contra toda la humanidad.
Según las orientaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los crímenes y abusos contra los niños, garantizan la reproducción de un ciclo de crimen y abuso cuando esa víctima de hoy llegue a la edad adulta. ¿Qué es entonces lo que se está sembrando en Gaza?
Las Naciones Unidas han recopilado estadísticas de cómo el maltrato infantil siembra mayores posibilidades de que se estén preparando generaciones más incapaces por las enfermedades físicas y sicológicas. Por eso se recomienda que los profesionales de la salud física y mental intervengan lo antes posible. En el caso de las guerras, la situación tiende a agravarse porque las pequeñas víctimas se exponen también a los abusos de las tropas vencedoras y, muchas veces hasta de los que llegan en misiones de socorro.
Es terrible que los padres lleven sus hijos a la Iglesia para encontrar que los han conducido hacia las fauces de depredadores. Lo mismo ocurre en las escuelas, asociaciones y hasta con familiares.
En esos ciclos de maltrato, también están lo que podría llamar el maltrato infantil disfrazado.
Negar protección, salud y cuidado es maltrato infantil. Supongo que en eso podemos estar de acuerdo. ¿Qué hay de acostumbrar a la infancia al consumo desenfrenado, a que cualquier antojo no sólo será satisfecho sino promovido? Mal educar criaturas para que se acostumbren a que tienen derecho a ser el centro de la atención y que pueden quedarse con lo que no les pertenece es también un crimen de maltrato infantil.
Quiero detenerme un poco en este punto. A veces nos encontramos con que adultos que se acostumbraron a tenerlo todo desde su infancia, no soportan que otros tengan, que se sienten pobres si otros tienen cosas, que se les enciende la ira cuando otra persona no les complace. Esas cosas se siembran en la infancia y después nos escandalizamos cuando nos encontramos con casos de corrupción cometidos por personas a las que los bienes le sobraban durante su infancia.
Una cosa es aprender de la experiencia de querer y ser querido y otra es promover actitudes de engreimiento. No es bueno que se enseñe a los pequeñines blancos que son superiores a los negros, que los puertorriqueños son inferiores a los norteamericanos, que pertenecen a castas superiores que lo merecen todo, o a castas inferiores que tienen que soportarlo todo.
Enseñarle a un niño a que es superior a las niñas o enseñarle a una niña que es superior a los niños es sembrar barbarie. Enseñar cualquier falsa superioridad atenta contra la máxima de que todos los seres humanos fueron creados iguales y con unos derechos a los que no pueden renunciar, ni tampoco se les pueden quitar.
De todos los crímenes de guerra que hay en el listado, opino que el más macabro es bombardear, masacrar o matar por hambre y enfermedad a la infancia”