Petición de cautela a Ucrania
El periódico Financial Times informó recientemente que Estados Unidos le pidió a Ucrania abstenerse de atacar la red de refinerías rusas. A Estados Unidos no sólo le preocupa una devastadora respuesta rusa que provoque una escalada incontrolada del conflicto. Se alega, además, que la merma en la producción de las refinerías rusas y otros combustibles tendría un impacto muy negativo en el mercado internacional de combustibles, con la consiguiente alza en el precio de estos productos.
En efecto, los drones ucranianos han golpeado exitosamente importantes plantas refinadoras de gasolina en territorio ruso, algunas de ellas ubicadas a más 1,000 kilómetros de la frontera con Ucrania. Los ataques a las refinerías son parte de una eficaz estrategia basada en el uso masivo de drones, aéreos y marinos.
Esta estrategia también le ha permitido a Ucrania atacar y destruir varios buques de la flota rusa del Mar Negro.
Cierta o no la noticia del Financial Times, rotundamente negada por la parte ucraniana, el reclamo de Estados Unidos no carece de lógica. Es impensable que Rusia se sentará a contemplar cómo los ucranianos destruyen su industria de producción y refinación de hidrocarburos, el corazón de su economía y la savia que alimenta su maquinaria de guerra. Quizás los rusos estén resignados a perder gran parte de su flota del Mar Negro, flota cuya utilidad dentro de la guerra moderna se ha reducido enormemente. Sin embargo, la industria energética es un vital activo que los rusos van a defender hasta las últimas consecuencias.
Siguiendo esa línea de pensamiento, se llegará a la conclusión de que la postura del gobierno norteamericano hacia Ucrania está plagada de contradicciones. Al pedirles a los ucranianos moderación en sus ataques a Rusia, Estados Unidos reconoce, tácita pero categóricamente, que Ucrania no lleva las de ganar en una guerra de destrucción mutua con Rusia. Implícitamente, Estados Unidos reconoce que su capacidad para apoyar a Ucrania no es ilimitada.
La pregunta obligatoria es cómo conciliar esta conclusión con la retórica triunfalista que abunda en la prensa y en las declaraciones de los líderes occidentales. Si Estados Unidos cree que Rusia no va a aceptar una derrota: ¿por qué sólo se habla de más envíos de armas a Ucrania y no de negociación? No sin razón, cada vez se escuchan más críticas en el sentido de que no hay una brújula estratégica en la política de Occidente con respecto a Ucrania.
No es la primera vez que Ucrania se convierte en una ficha del ajedrez estratégico entre Occidente y Rusia. Durante siglos, Polonia, Austria y Alemania vieron en Ucrania un potencial baluarte antirruso. El actual episodio bélico, sin embargo, es uno de los más costosos en términos humanos y materiales de la historia de Ucrania. Peor aún, no se divisa el fin de una sangrienta guerra que podría ocasionar mucha más destrucción y muerte, y comprometer seriamente la existencia de Ucrania como país independiente.
El actual episodio bélico es uno de los más costosos en términos humanos y materiales de la historia de Ucrania. Peor aún, no se divisa el fin de una sangrienta guerra que podría ocasionar mucha más destrucción y muerte”