El Nuevo Día

¿Fue Mona realmente bombardead­a por los nazis?

Existe muy poca evidencia sobre la veracidad del ataque de un submarino durante la Segunda Guerra Mundial

- AGUSTÍN CRIOLLO OQUERO agustin.criollo@gfrmedia.com

El papel geográfica­mente estratégic­o del archipiéla­go de Puerto Rico ha sido fundamenta­l en la historia de la defensa militar y el comercio en la cuenca del mar Caribe, desde la Conquista, en el siglo XV, hasta la Segunda Guerra Mundial, en el siglo XX. En esa ocasión, la marina alemana desplegó su operación “Neuland” (tierra nueva) en aguas caribeñas como una operación de sabotaje comercial que afectaría a Estados Unidos y, en especial, a su acérrimo enemigo, el Reino Unido.

Fue durante ese momento histórico que Puerto Rico participó con un papel casi protagónic­o en el conflicto mundial, al ser blanco de un ataque desde un submarino nazi (U-Boat, en inglés) del que poca evidencia se tiene y cuya veracidad es ampliament­e refutada.

Luego de la invasión de Polonia en 1939 por la Alemania nazi, la fuerza naval alemana comenzó a provocar estragos en las rutas de comercio marítimo entre Estados Unidos y Europa al norte del océano Atlántico, torpedeand­o navíos comerciale­s con su nueva cepa de U-Boats, que habían probado ser rápidos y letales.

Sin embargo, las fuerzas aliadas comenzaron a repeler efectivame­nte estos ataques, obligando a los alemanes a buscar rutas alternas para continuar con su estrategia de sabotaje.

En septiembre de 1939, el periódico The

New York Times reportó sobre cuatro U-Boats que navegaban con destino a las aguas del mar Caribe en una “arriesgada” misión para capturar la isla francesa de Martinica y asegurar una base de operacione­s en la región.

En ese marco bélico, uno de los eventos más sonados en la isla, pero quizás uno de los menos recordados hoy día, fue el presunto ataque que hiciera un submarino nazi en el litoral de la isla de Mona y que, según los historiado­res, la prensa de la época presentó como una gesta heroica contra los nazis en Puerto Rico.

CUESTIONAB­LE SU VERACIDAD

El único recuento que sostiene el supuesto bombardeo fue provisto por Remberto Cabassa (1903-1968), subdirecto­r de la Administra­ción de la Juventud Nacional, – agencia gubernamen­tal durante la presidenci­a de Franklin D. Roosevelt que se centró en brindar trabajo y educación a estadounid­enses de entre 16 y 25 años – y por 170 jóvenes de ese programa que acampaban en la reserva natural durante el supuesto incidente.

Según el recuento que Cabassa dio a las autoridade­s, unos 30 proyectile­s disparados desde un submarino alemán impactaron los acantilado­s al sur de la isla. No obstante, no se registraro­n daños, heridos o fatalidade­s por el supuesto ataque.

Sin embargo, la veracidad del presunto ataque ha estado en duda por décadas, puesto que el incidente no fue reconocido ni por las Fuerzas Armadas del Tercer Reich ni por Estados Unidos.

Luego que la Marina estadounid­ense reconocier­a la zona desde donde presuntame­nte proviniero­n las detonacion­es, las autoridade­s militares en Puerto Rico desestimar­on el incidente como una mera práctica de tiro del submarino.

Según el profesor José L. Bolívar Fresneda, historiado­r y autor del libro “El frente caribeño durante la Segunda Guerra Mundial: la desconocid­a historia de los U-Boats, espías y la guerra económica”, a principios de 1942, el gobernador estadounid­ense en Puerto Rico, Rexford G. Tug

“No hace sentido que atacaran allí. Ellos estaban a miles de millas de Alemania ... Tus municiones son oro y las utilizas con el propósito de hundir barcos, porque esa es tu misión. Tú no vas a disparar a un islote para practicar, eso no hace ningún sentido”

JOSÉ L. BOLÍVAR FRESNEDA

PROFESOR E HISTORIADO­R

well, esperaba un ataque similar al de Pearl Harbor –que apenas había ocurrido meses antes– contra las fortificac­iones del Viejo San Juan provenient­e de las bases francesas en Martinica.

Bolívar Fresneda explicó que luego de la capitulaci­ón de Francia ante las fuerzas de Adolfo Hitler, en junio de 1940, el gobierno francés, controlado por los nazis, fortaleció la isla de Martinica, posesión francesa en las Antillas Menores.

“En Martinica de repente tienes oro de la banca, aviones, submarinos, unas fuerzas grandísima­s. El gobierno Vichy (gobierno instituido por los nazis en Francia) era colaborado­r de Alemania porque no tenía muchas otras opciones. Posterior a Pearl Harbor se pensaba que había una posibilida­d de que los aviones de Martinica atacaran a las bases del Ejército (estadounid­ense) en la capital de Puerto Rico”, explicó el autor.

Para Tugwell, sin embargo, los rumores de un ataque perpetrado en las costas de la isla volcánica, localizada a unas 50 millas al suroeste de Puerto Rico, el 3 de marzo de 1942, fue una sorpresa.

Bolívar Fresneda cuestiona la veracidad del recuento. “Los alemanes nunca reconocier­on que eso ocurrió. Puede que sí hayan disparado, pero es muy probable que no haya ocurrido nada y fue la imaginació­n colectiva. En una época y en una situación como esa, la imaginació­n corre”, señaló el historiado­r, quien le adjudica el sonido de detonacion­es al posible eco producido por las prácticas de tiro de los navíos estadounid­enses en la base naval de Mayagüez.

Bolívar Fresneda fue más allá y aseguró que con mucha probabilid­ad el suceso nunca tuvo lugar. “No hay certeza de que realmente ocurrió. Hay una muy buena posibilida­d de que no ocurriera”, dijo.

“No hace sentido que atacaran allí. Ellos estaban a miles de millas de Alemania, el suministro es bien complicado en una situación como esa. Tus municiones son oro y las utilizas con el propósito de hundir barcos, porque esa es tu misión. Tú no vas a disparar a un islote para practicar, eso no hace ningún sentido”, cuestionó el historiado­r.

Sin embargo, la teoría de la práctica de tiro toma tracción ante el hundimient­o, el 6 de marzo de 1942 (solo tres días después), del barco de carga Cardonia, durante un recorrido comercial y sin escolta entre Ponce y Guayabal, Cuba.

GUERRA DE SUBMARINOS NAZIS

Bolívar Fresneda aseveró que, con frecuencia, pasa desapercib­ida la importanci­a que las rutas comerciale­s en el Caribe representa­ban tanto para Estados Unidos como para Inglaterra y Francia a mediados del siglo XX, y, en especial, durante la Segunda Guerra Mundial.

El petróleo provenient­e del lago de Maracaibo, en Venezuela, por ejemplo, suplía la demanda de las dos potencias, así como los fletes del mineral conocido como bauxita –roca sedimentar­ia que contiene aluminio– necesario para mantener las fábricas operando.

“Los alemanes conocían muy bien el tema del petróleo en el Caribe porque ellos, previo a la guerra, compraban de ese petróleo también. Se lo conocían al dedillo. Tampoco había defensas en el Caribe, las defensas submarinas no existían y, por eso, para los nazis, era bastante fácil operar en las aguas del Caribe”.

Bolívar Fresneda explicó que la censura militar mantuvo en un velo de secretismo la crisis que se desataba en las aguas del mar Caribe.

El historiado­r aseguró que, a pesar del secretismo de las autoridade­s estadounid­enses en cuanto a cómo se recrudecía el teatro de guerra en el Caribe, las repercusio­nes de esa campaña de sabotaje que mantenían los nazis en la región se hacían sentir en el día a día de los puertorriq­ueños de manera muy cruda.

“Era bastante obvia la situación que estaba ocurriendo porque por 18 meses Puerto Rico sufrió un bloqueo. No había comida, había escasez de alimentos y materiales, no había fertilizan­tes para abonar las siembras de azúcar y otros cultivos comerciale­s. Se paralizó la manufactur­a, el comercio. Hubo una parálisis casi total y se vio en el desempleo, que casi picaba en el 50%”, aseguró el profesor.

Del mismo modo, explicó que era casi imposible para el gobierno estadounid­ense negar la situación cuando, en varias ocasiones, testigos reportaban avistamien­tos de náufragos llegando a las costas, sobrevivie­ntes de barcos atacados por los submarinos nazis al sur de Puerto Rico.

“Particular­mente, en Guayama, donde se vio desde la costa cuando un submarino alemán hundió a uno de estos barcos comerciale­s”, señaló mientras que aseguró que la población se mantenía en estado de histeria por la precaria situación, que incluía apagones diarios y obligatori­os, y una gran presencia militar en la isla.

Durante ese momento de gran alerta público, señaló el historiado­r, el gobernador Tugwell recurrió a habilitar refugios antiaéreos ante un posible ataque alemán a Puerto Rico, similar a las campañas de bombardeos que los alemanes mantenían sobre Inglaterra.

“Una de las cosas que se hizo es que se buscaron los planos que tenían los españoles. Encontraro­n unos soldados retirados que estuvieron en el Ejército de la corona española, y con su ayuda, localizaro­n y habilitaro­n muchos de los túneles que todavía están en el Viejo San Juan. La Escuela Central en Santurce también la utilizaban con ese propósito”.

La campaña nazi en el Caribe comenzó a perder fuerza a finales de 1942, a medida que la guerra avanzaba en el frente soviético, pero no sin antes dejar una estela de destrucció­n a su paso. En 28 días, entre febrero y marzo de 1942, por ejemplo, siete submarinos nazis hundieron 41 barcos comerciale­s, de los cuales 18 fueron tanqueros.

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Un U-Boat alemán luego de torpedear un tanquero de bandera estadounid­ense. La zafra de ataques alemanes desató un caos en el comercio en las islas del mar Caribe durante 18 meses, entre 1941 y 1942.
Domingo domingo Un U-Boat alemán luego de torpedear un tanquero de bandera estadounid­ense. La zafra de ataques alemanes desató un caos en el comercio en las islas del mar Caribe durante 18 meses, entre 1941 y 1942.
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Fotografía con fecha del 4 de junio de 1944 tomada luego de la captura de un U-Boat alemán.
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Hundimient­o del SS Pennsylvan­ia Sun, un tanquero estadounid­ense, en 1938 luego de ser torpedeado por el submarino alemán U-571 a las afueras de las costas de Key West, en el estado de Florida.
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Sobrevivie­ntes del SS Cardonia fotografia­dos luego de ser rescatados y transporta­dos hasta la base de Guantánamo, en Cuba. El SS Cardonia fue torpedeado y hundido por el submarino U-126 a las afueras de las costas de Haití.

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