Deuda promedio de préstamos estudiantiles supera la mediana de ingreso de hogares del país
● Jóvenes entre los 18 y 24 años de edad experimentan el dilema de aspirar a un grado universitario, tomar prestado y lanzarse a mundo laboral sin experiencia
“Por el camino en que vamos, más jóvenes optarán por no hacer un bachillerato conducente a estudios graduados para evitar endeudarse con un préstamo. Es una preocupación porque, además de la merma de estudiantes a nivel isla, hemos visto una merma de profesionales en Puerto Rico”, expresó Miguel Marín Fuster, presidente del Consejo General de
Estudiantes de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras.
“Nos enfrentaremos a una realidad en la que no contaremos con las ayudas necesarias para subsistir y estudiar”, expresó Marín Fuster, quien cursa su quinto y último año como estudiante en la Facultad de Ciencias Naturales del primer centro docente del país.
Marín Fuster es uno de sobre 160,000 estudiantes que anhelan obtener un grado universitario en Puerto Rico y conoce lo que significa no contar con suficientes recursos para estudiar y sufragar los gastos del diario.
Quien no cuenta con suficientes ayudas económicas, o no tiene recursos propios para pagar su educación, recurre a endeudarse. Y en Puerto Rico, los datos más recientes en torno la deuda estudiantil apuntan a que lo adeudado podría sobrepasar la mediana de ingreso de un hogar en Puerto Rico.
Según la Encuesta de la Comunidad del Negociado del Censo federal, la deuda promedio por estudiante, entre 2018 y 2022, se calculó en $28,242, mientras la mediana de ingreso de un hogar en Puerto Rico se mantuvo en $24,000 aproximadamente.
Los datos más recientes del Education Data Initiative (EDI) revelaron que, para el 2022, Puerto Rico era una de las jurisdicciones con menor deuda estudiantil en los Estados Unidos, acumulando $9,300 millones, pero ese balance adeudado -que se acerca al tamaño del presupuesto operacional del gobierno de Puerto Rico- no significa que una vez graduados, los profesionales reciben suficiente remuneración para sufragar el costo de vida actual y, a la vez, repagar sus préstamos.
En consecuencia, para el líder estudiantil, la cantidad de jóvenes que preferirán estudiar carreras cortas para entrar a la fuerza laboral más rápido seguirá en aumento, una tendencia que coincide con el desplome de la población estudiantil.
Según el EDI, un proyecto sin fines de lucro dedicado a levantar información sobre préstamos estudiantiles por estado, poco más de la mitad de los 329,300 deudores que residían en la isla para el 2022, eran menores de 35 años.
Aproximadamente, unos 5,000 de esos deudores en la isla se han beneficiado de los diveros planes impulsados por el presidente Joe Biden para condonar la deuda por préstamos estudiantiles, según reportes de El Nuevo Día. En total, se habrían condonado poco más de $160 millones.
Según el Compendio Estadístico sobre la Educación Superior de Puerto Rico, tanto universidades públicas como privadas han reportado una disminución de casi 65,000 estudiantes en un período de 9 años. Para el 2022, había unos 167,691 universitarios en Puerto Rico versus 233,070 matriculados en el año académico 2015-2016.
“La población está en descenso, y cada vez, hay menos personas que se consideran universitarias. La UPR está tomando pocas acciones concretas para impactar la mayor cantidad de personas”, indicó Simonely Hidalgo Rodríguez, estudiante graduado en la Escuela de Derecho de la UPR y senador estudiantil.
Según Hidalgo Rodríguez, el cuadro es evidente “cuando hablamos del endeudamiento y de las pocas ayudas económicas, pero también lo vemos en el alto costo de vida, la falta de vivienda y el ahogamiento en procesos burocráticos para una mínima gestión”.
¿ES EL ENDEUDAMIENTO, UN MOTIVO PARA NO ESTUDIAR?
“Los jóvenes, en este momento histórico, están enfrentando unas dificultades económicas bien grandes. Muchos de ellos tienen unas responsabilidades adicionales. Tienen que trabajar para poder manejar sus estudios y, a veces, los trabajos exigen un montón de tiempo. Entonces, para mantener tu ingreso, debes reducir la carga académica, y si recibías la beca Pell, puede disminuir la ayuda económica que recibes por disminuir la cantidad de créditos”, explicó Anitza Cox Marrero, directora de la División de Política y Análisis Social de Estudios Técnicos. (ETI).
Cox Marrero destacó que no existen investigaciones cuantitativas que recopilen cifras de jóvenes que abandonan sus estudios para no endeudarse, pero aseguró que como profesora universitaria, sí ha percibido los desafíos económicos del estudiantado.
“Tengo estudiantes que viajan hasta una hora y media (para llegar a clase). Eso tiene un impacto hasta en la salud y el bienestar de ellos. Creo que como país debemos mirar más este grupo de 18 a 24 años. También, hay que brindar recursos de apoyo a los padres y las madres de esta población. Definitivamente, hay que mirarlo desde una perspectiva más integrada”, agregó la abogada.
Por su parte, el director de Asistencia Económica de la Administración Central de la UPR, Rafael Ruíz Vargas, afirmó que el problema mayor no está en el préstamo estudiantil, sino en que ese monto “es una deuda para el futuro”.
“Muchos estudiantes solicitan el préstamo precisamente por eso, porque las ayudas económicas, tanto federales como estatales, no te van a brindar una cantidad de dinero para cubrir todos los costos de estudio (...) Si los estudiantes no completan, entonces toman el préstamo”, reconoció el funcionario.
En 2022, según cifras oficiales, el desembolso de asistencia económica alcanzó unos $855 millones. De esa cantidad, $226 millones fueron préstamos estudiantiles, otorgados a unos 34,025 universitarios.
O sea, uno de cada cinco estudiantes solicitó, en promedio, de $4,682 con la esperanza de conseguir un diploma.
De los 41,000 estudiantes que tiene el sistema UPR, aproximadamente, el 10% solicita préstamos de entre $4,000 y $5,000 se indicó.
En cuanto al proceso de solicitud, el senador estudiantil Hidalgo Rodríguez contó a El Nuevo Día que otro de los problemas que enfrentan los estudiantes riopedrenses es la fecha en que la Oficina de Asistencia Económica desembolsa los préstamos.
“En el caso de los préstamos, otro de los problemas que tenemos es que los préstamos, aquí, se desembolsan tarde. Si tú recibes un préstamo un mes después de que comienzan las clases, tuviste que hacer algo ese mes para poder sobrevivir. De por sí, el préstamo es un disuasivo para que el estudiante venga y decida insertarse en los estudios graduados, pero más allá, el mismo que decide tomar el préstamo sigue enfrentando una consecuencia o tiene un efecto negativo al no recibir el desembolso a tiempo, sino que lo recibe un més después de haberlo solicitado”, reveló el líder estudiantil.
Para la mayoría de los principales oficiales de asistencia económica en instituciones privadas, el endeudamiento no debe ser razón para que los alumnos abandonen sus estudios.
En Puerto Rico, datos oficiales indican que los hogares en los que el jefe de familia es una persona menor de 25 años tienen una mediana de ingreso anual de unos $13,967. La cifra es unos $10,000 menos que la mediana de ingreso reportada por el Censo de Estados Unidos y casi la mitad de la deuda promedio por préstamo estudiantil en Puerto Rico.
TRES DE CADA CUATRO ESTUDIANTES GRADUADOS TOMAN PRESTADO
De los 29,232 matriculados en la Universidad Ana G. Méndez (UAGM), el 34% de los subgraduados solicita un préstamo estudiantil. Mientras, el 76% de estudiantes de maestría y doctorado recurren a préstamos para conseguir su diploma.
Raúl Homs Mojica, vicepresidente auxiliar de Asistencia Económica de la UAGM, indicó que, desde la pandemia, “el estudiante ha ido madurando en el repago de sus préstamos”.
“Debido a las situaciones que enfrentamos por la pandemia, yo asumo que el estudiante, o sentó cabeza, o se asustó de diferentes cosas que se vivieron, como un proceso infructuoso de una condonación de préstamos, y esto (contribuyó) a que el estudiante me dejara de solicitar préstamo, pero yo los tengo activos, no es que se me fueron ni nada”, expresó Homs Mojica.
“La gente tiene que entender que a las instituciones educativas también les afecta que el estudiante no pague sus préstamos. Esto es una responsabilidad compartida. El estudiante que utilice préstamos los tiene que repagar, y la institución tiene que colaborar con él para guiarlo de manera tal que cumpla con el pago de sus préstamos”, agregó.
En otros sistemas privados como la Universidad Interamericana de Puerto Rico (UIPR), que retiene 25,000 estudiantes aproximadamente, el 15% de estudiantes subgraduados recibe fondos de la beca Pell o solicita préstamo, un porciento muy alejado de la participación graduada, que alcanza el 69%, excluyendo las escuelas profesionales.
Mientras, en instituciones como la Universidad del Sagrado Corazón (USC), donde los solicitantes de préstamos representan al 19% de la población subgraduada y 60% de la graduada, las necesidades apremiantes de un estudiante pueden influir en la cantidad de ayuda económica que recibe.
“Nosotros evaluamos la necesidad no cubierta de las becas para determinar cuánta ayuda económica adicional necesita (el estudiante). Una de ellas es el presupuesto, o sea, cuánto le va a costar al estudiante la matrícula”, puntualizó la vicepresidenta auxiliar de Gestión de Matrícula de la USC, Karla Aguirre Astacio.
Sobre el futuro que enfrentan los estudiantes a quienes la ayuda económica cubre el costo de los créditos, pero no los costos de hospedaje, transportación u otras necesidades, Aguirre Astacio contestó que, luego de un análisis exhaustivo, la USC “cubre el estimado de costos en libros, transportación u hospedaje a estudiantes dependientes e independientes. Todas esas variables e indicadores las analizamos al momento de otorgar el presupuesto para que el estudiante tenga las ayudas necesarias para cubrirlas”.
LA GENERACIÓN MÁS GOLPEADA
Desde la perspectiva de Cox Marrero, es imperativo trazar puentes de colaboración que contribuyan a identificar otros mecanismos de ayuda a quienes estudian y que a su vez, faciliten la transición del estudiante universitario a la vida laboral.
“Es necesario establecer esa relación con las empresas privadas. La realidad es que, si te mantienes sin trabajar ni adquirir experiencia mientras estás estudiando, es más difícil entrar al mercado laboral, porque se te exige una experiencia”, añadió la también docente.
Incluso, a pesar de los incentivos federales que surgieron tras la pandemia del Covid-19 y que pudieron haber ayudado a los jóvenes en el repago de sus préstamos hace cuatro años, Cox Marrero explicó que los estudiantes no pueden subsistir de ayudas “que hoy están y mañana no”.
“Creo que este es un tema que hay que mirar desde distintas perspectivas, donde de manera integrada la universidad, junto a las empresas, busquen cómo desarrollar programas de apoyo para los jóvenes. Desde programas relacionados a vivienda, alimentación y necesidades básicas que hay”, reflexionó la profesional.
“Yo creo que será más complejo no recurrir a los préstamos. Hablamos de nuestra niñez, que tiene unas necesidades bien apremiantes. Hablamos de nuestros adultos mayores, pero este grupo (de 18 a 24 años) le tocó crecer y vivir en uno de los entornos económicos más difíciles”, finalizó.
“Los jóvenes, en este momento histórico, están enfrentando unas dificultades económicas bien grandes. Tienen que trabajar para poder manejar sus estudios y, a veces, los trabajos exigen un montón de tiempo”
ANITZA COX MARRERO
DIRECTORA DE LA DIVISIÓN DE POLÍTICA Y ANÁLISIS SOCIAL DE ESTUDIOS TÉCNICOS
“Nos enfrentaremos a una realidad donde no contaremos con las ayudas necesarias para subsistir y estudiar”
MIGUEL MARÍN FUSTER
ESTUDIANTE EN LA FACULTAD DE CIENCIAS NATURALES