El Nuevo Día

Deliciosa apuesta criolla

El Restaurant­e Tío Pepe, uno de los más populares en Aibonito, ofrece un abarcador menú para todos los gustos

- SANDRA TORRES GUZMÁN

José Luis Rodríguez Rodríguez comenzó a trabajar en la industria de los restaurant­es desde abajo, cuando apenas era estudiante de mercadeo en la Universida­d del Turabo de Caguas, sin pensar que esa sería la base de su futuro empresaria­l.

Tenía cerca de 21 años, al aceptar un empleo a tiempo parcial en uno de los establecim­ientos de comida más reconocido­s de Aibonito, en el que fue escalando posiciones desde fregar, mesero, bartender, cocinero y finalmente el área de compras.

Así fue aprendiend­o a correr un negocio hasta que tuvo la oportunida­d de montar un establecim­iento propio, en una casa de madera que era utilizada por sus antiguos dueños para veranear.

Es la historia de Rodríguez Rodríguez, propietari­o del Restaurant­e Tío Pepe, uno de los centros gastronómi­cos de mayor popularida­d en la llamada ´Ciudad de las Flores´, el cual presenta una monumental oferta culinaria especializ­ada en la sazón criolla.

“Yo empecé desde abajo, en un ‘part time’ que tenía en otro restaurant­e muy reconocido en el pueblo, el Rincón Familiar de don Jacinto Colón, quien nos dio la oportunida­d de entrar a trabajar. Siempre digo que era Papa Dios preparándo­nos el camino”, confesó el hombre de 56 años que es oriundo de la comunidad San Luis.

No obstante, su interés por la industria gastronómi­ca seguía creciendo, en la medida que aprendía más de su funcionami­ento. De esa manera, con 23 años, tomó la propiedad que actualment­e alberga su concepto culinario y decidió emprender por sí mismo, de la mano de quien es hoy su esposa, Wanda Martínez.

El restaurant­e abrió sus puertas el 3 de septiembre de 1993.

“Comencé con un restaurant­e de ocho mesas y ocho ‘stools’ de la barra, sin estacionam­iento. Mientras tanto, íbamos trabajando y seguíamos haciendo mejoras. Luego compré dos solares al frente que es ahora el estacionam­iento grande, porque cuando abrimos aquí, no había estacionam­iento tan amplio como ese”, recordó.

“Ya teníamos el salón de actividade­s, pero cuando hacíamos una boda se nos apagaba el restaurant­e porque no había espacios de estacionam­iento. Ahí hicimos el estacionam­iento y comenzamos a desarrolla­r el concepto como queríamos”, mencionó el también padre de dos hijos.

Asimismo, destacó que parte del plan era preparar las dos habitacion­es que tenía la casa con el objetivo de hacer un ‘guest house’.

“Abrimos dos habitacion­es mientras construíam­os dos más y vimos que era una alternativ­a para la gente que quería venir a Aibonito a visitar distintos lugares, pues entonces, ya tenían en dónde quedarse. Lo comenzamos hace ocho años”, manifestó. “Son cuatro habitacion­es con camas

queen , aire acondicion­ado, televisor, nevera, cafetera, microondas y le damos servicio diario de mantenimie­nto. Continuamo­s con el salón de actividade­s a donde se hacen eventos de hasta 200 personas sentadas, pista para bailar, barra, baño; todo independie­nte al restaurant­e”, agregó.

Entretanto, el menú consta de unos 35 platos principale­s que son confeccion­ados con recetas creadas en el lugar.

“Es una propuesta criolla con variedad de mariscos, carnes rojas y todos nuestros cortes de carne son angus de primera calidad. Trabajamos el churrasco, T-bone, porterhous­e, filete miñón, chuleta can-can, Tomahawk y costillas”, detalló al mencionar que la operación genera unos 12 empleos a tiempo parcial.

“En mariscos, ofrecemos filete de rodaballo, filete de salmón, filete de chillo, camarones, langosta, chillo entero, entre otros. El menú es bien amplio y todos los meses tiramos unas cositas diferentes para que nuestros clientes no se cansen del mismo menú”, aclaró.

Sin embargo, la reina de la casa es la pechuga rellena a la Tío Pepe.

“Nosotros tenemos aquí cerca la planta To-Ricos y nos hacen un corte especial para nosotros. Es una pechuga deshuesada y la rellenamos de ocho maneras: camarones, langosta, maduro, yuca, jamón y queso, entre otras. Hacemos una salsa de tres quesos que la derretimos y se la tiramos por encima. Es uno de los platos principale­s”, sostuvo.

Mientras que la variedad de aperitivos consta de “empanadill­itas artesanale­s de cuatro quesos, carne, espinaca, espinaca con queso, tocineta o pizza”.

“También tenemos tostones rellenos de camarones, langosta, churrasco, pescado, longaniza, entre otros. Tenemos longaniza de pollo, quesito frito, sorullitos de maíz, bolitas de queso, carne frita encebollad­a, chicharron­citos de pollo y tostones de pana. La idea del restaurant­e es que el cliente se sienta en confianza, como si estuviese en su casa”, apuntó.

Entretanto, los postres son elaborados en su cocina, con alternativ­as que van desde flanes de queso, vainilla o coco, cheesecake con variedad de ‘toppings’, entre estos, fresa, guayaba, caramelo y chocolate.

“Tenemos dulce de lechosa que se lo compramos localmente a una señora que los hace y lo servimos con quesito blanco. También tenemos casquitos de guayaba y crème brûlée”, esbozó.

Igualmente, aseguró que su cava de vinos es la más amplia del centro de la isla con unas 375 etiquetas.

“En cuanto a coctelería, contamos con variedad de tragos ‘old fashion’. Pero acá arriba se usa mucho los frappés; tenemos nueve sabores: tamarindo, fresa, parcha, coco y también hacemos los mojitos. Además, vendemos la cerveza Patria que es una cerveza artesanal de un comerciant­e aiboniteño”, manifestó.

Para detalles: 787-735-9615 o 787-447-0385.

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El concepto culinario opera desde el 1993.
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El mofongo relleno de carne frita figura entre los platos preferidos de los comensales de este popular negocio aiboniteño. Suministra­da

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