Un eslabón cultural la danza puertorriqueña
La educadora Ingrid Zayas habla de su travesía como líder del grupo “Señorío Ponceño”, que ha mantenido viva la costumbre del baile de época
Ingrid Zayas Torres se enamoró de la danza puertorriqueña desde su juventud, al punto que ha dedicado gran parte de su vida a enseñar a otros la historia e importancia de este género musical que se caracteriza por la elegancia del baile popularizado en la isla para el siglo 19.
Su misión comenzó en la década del 80, a través de su participación en grupos folclóricos del área de Ponce, a donde se ocupó de transmitir sus conocimientos a los más pequeños, entre estos, los niños y jóvenes que sobrevivieron la tragedia del barrio Mameyes en 1985, y más adelante, en el Centro Sor Isolina Ferré.
Así, la educadora continuó esparciendo su pasión en un renglón que transformó su existencia y que le ha permitido explorar su capacidad artística en el baile, teatro y el diseño de los imponentes vestuarios, entre otros talentos, incluyendo la narrativa y oratoria.
A sus 65 años, Zayas Torres repasa su trayectoria inspirada en la huella del maestro Juan Morel Campos, considerado el máximo exponente en este género musical.
“Tomé clases de baile desde los 10 años y aprendí saxofón en la Escuela Libre de Música. Todo lo que tuviera que ver con arte, ahí estaba yo...”, relató la maestra jubilada en artes visuales.
Su primer grupo de danza fue con el Centro Sor Isolina Ferré en el barrio Playa de Ponce, pues “me dieron la oportunidad de tener jóvenes de escuela superior”.
Más adelante, Ingrid empezó “a tener mi propio grupo de danza puertorriqueña y lo formábamos cinco o seis parejas, pero éramos un grupo independiente que nos reuníamos y comenzamos a presentarnos en diferentes actividades”.
“Entonces, me surge la idea de que el grupo perteneciera a una entidad, para que, cuando yo no estuviera, pudieran continuar con este proyecto. Hice el acercamiento a la señora Iris Torres del Centro Cultural Carmen Solá de Pereira”, manifestó.
El proyecto comenzó en 2021, cuando surge Señorío Ponceño, un grupo de danza puertorriqueña integrado por nueve parejas que, cada semana, se transforma para viajar en el tiempo a través del paseo y sus elegantes atuendos.
Sin embargo, el mayor reto no fue identificar a personas que estuviesen interesadas en participar del conjunto, sino que “fueron los detalles de la vestimenta, que es lo que nos da un poco de dificultad”.
“Pero entre mis habilidades, soy diseñadora de modas y fui buscando en la historia, buscando imágenes, fotos, en donde puedo ver las vestimentas y sigo escuchando, curioseando, hasta que logro conseguir unos modelos y hago las réplicas para que sea lo más exacto posible”, expresó al mencionar que sus integrantes provienen de Ponce, Sabana Grande, Guayama y San Juan.
Entre las anécdotas con Señorío Ponceño, resalta su participación en la Parada Puertorriqueña de Chicago, “en una actividad que se llama ‘De bandera a bandera’, en 2022”.
“Allí fuimos muy bien recibidos. La diáspora puertorriqueña estaba bien agradecida y contenta al compartir con nuestros hermanos toda esa historia de la danza puertorriqueña. Fue algo bien impactante, porque vimos gente llorando y gritar: ‘Yo soy de Ponce'”, repasó.
Sus ensayos están abiertos al público cada miércoles, a las 6:30 de la tarde, en el Centro Cultural Carmen Solá de Pereira.
“Yo tengo la oportunidad hasta que Dios me diga, voy a seguir con este legado igual que hizo Juan Morel Campos, que lo llevó hasta su máxima expresión...”, confesó.
ORIGEN DE LA DANZA PUERTORRIQUEÑA
Según los historiadores, el origen de la danza puertorriqueña proviene de la contradanza española y la contradanza cubana; la primera era más segura y lenta, mientras que la otra era más festiva y atrevida. El movimiento llegó a Puerto Rico cerca del 1840.
Para ese entonces, el gobernador don Juan de la Pezuela, prohibió ese tipo de movimiento corporal e intentó transformarlo, con el propósito de evitar algún atrevimiento entre el caballero y la dama; sino que prevaleciera el respeto.
Esto se debía a que el baile se consideraba escandaloso y sus letras eran abismalmente distintas a las piezas que popularizaron nuestros grandes compositores.
Zayas Torres expuso que la imposición del mandatario “fue bien vista por la alta sociedad”.
“A esto se le atribuye el bailar en círculo para que todo el mundo pudiera observar. Por eso, la mano izquierda de la dama se coloca frente al pecho del caballero, cosa de que, si el caballero tratase de acercarse a la dama de una manera que no se debía, entonces, esta disimuladamente lo mantenía separado. Había que mantener la postura y el nombre de la familia”, contó.
Entre los secretos mejores guardados de la danza, se encuentra el lenguaje del abanico. “El abanico se utilizó de muchas maneras, entre ellas, para atraer o enviar mensaje al caballero que era de la predilección de la dama, sin que se dieran cuenta los observadores, en especial la chaperona, que era aquella dama que nunca se logró casar y que se dedicaba desde que la joven dama nacía hasta que esta lograra casarse”, agregó.