La larga y curiosa historia de la electricidad en Puerto Rico
La bombilla, una modesta invención tecnológica, ha sido la protagonista principal en el desarrollo económico y social del archipiélago
Unos 131 años han transcurrido desde que, por primera vez en la historia de Puerto Rico, José Ramón Figueroa Rivera instalara en 1893 un sistema de alumbrado privado en Villalba utilizando bombillas incandescentes de filamento de carbono, patentizadas en 1880 por Thomas Edison.
En aquel entonces, muy probablemente nadie imaginó el largo e intrincado camino que le esperaba a esa frágil invención de cristal y filamentos en el desarrollo político, social y económico de Puerto Rico.
Hasta ese momento, la manera más innovadora de iluminación continuaba siendo el uso de quinqués que funcionaban a base de velones empapados de aceite de oliva. Esta tecnología fue tan exitosa que, en 1820, la Corona española inauguró en Puerto Rico el primer alumbrado con este combustible.
Los adelantos tecnológicos, sin embargo, proveyeron una nueva alternativa de energía para ese alumbrado a mediados del siglo XIX, más duradera y confiable: el petróleo. En 1865, el gobierno insular sustituyó el aceite en el alumbrado público por el uso de este.
No obstante, el impacto de estas tecnologías palideció ante la huella que la introducción del foco —o bombilla— dejara en los puertorriqueños a su llegada a la isla y el subsecuente progreso que trajo el desarrollo de la electricidad en Puerto Rico.
Ese entusiasmo de la época por esta curiosa invención puede evidenciarse a través de las palabras del periodista y político puertorriqueño Luis Muñoz Rivera, quien, en una de sus visitas a la finca de su amigo don José Ramón, en Villalba, pudo presenciar por primera vez esta nueva maravilla del ingenio moderno. Muñoz Rivera quedó tan impresionado que lo recogió en una de sus crónicas publicadas en su periódico La Democracia. “Era un espectáculo”, aseguraba Muñoz Rivera.
Para el historiador y experto en el tracto energético de Puerto
Rico Eugenio Látimer
Torres, el desarrollo de la electricidad es el comienzo de la organización del archipiélago como país industrializado.
“La historia de la electricidad tiene que ver con todo. Con la agricultura, con el riego, con la industrialización de la isla, con la economía”, explicó Látimer Torres. “La electricidad es como el espíritu del país”, añadió.
DEL CAMPO A LA CIUDAD
La historia de la bombilla en Puerto Rico ha estado fuertemente atada al desarrollo económico durante el siglo XX.
La particularidad local de esta historia es que estuvo directamente unida al ejercicio comercial agrícola y a manos privadas. “Comenzó en el campo y en la montaña, y luego se desplazó hacia los centros urbanos, por la economía agrícola”, explicó Látimer Torres.
A partir de 1900, explicó Látimer Torres, la industria del azúcar emprendió un crecimiento acelerado. El cambio de soberanía de España a Estados Unidos implicó la entrada al país de grandes capitales privados. Ello resultó en el desarrollo de nuevas centrales azucareras y la necesidad de producir energía suficiente.
“En ese escenario agrícola es que se montan varios sistemas eléctricos principales en las centrales azucareras. Estas plantas producían energía para su propio consumo quemando el bagazo de la caña durante el período de la zafra. Tras la implantación del sistema gubernamental en 1915, estos emplazamientos le suministraban la energía que le sobraba al gobierno durante la época de sequía”, explicó el historiador.
Durante los 22 años que transcurrieron entre el primer sistema eléctrico instalado en 1893 y la construcción por el gobierno de Puerto Rico de la Central Hidroeléctrica Carite en 1915, el sector privado y de capital extranjero fue el principal protagonista de la industria eléctrica en el país, particularmente inversionistas canadienses, quienes fueron propietarios de la Puerto Rico Railway Light and Power Co.
La primera obra pública eléctrica se materializó en 1893 con la instalación del primer alumbrado en la ciudad capital de San Juan que constaba de ocho focos y 600 lámparas incandescentes por ocasión de la visita de la infanta María Eulalia de España y su marido, quienes hacían una escala en San Juan de camino a la Exposición Mundial Colombina de Chicago. Así comenzó la incursión del gobierno en la creación de infraestructura eléctrica.
Látimer Torres señaló que la intensa actividad comercial desarrollada entre 1916 y 1928 logró que -para 1924- un 83% del país tuviera alumbrado eléctrico.
Fue con este crecimiento que surgió la necesidad de integrar los sistemas eléctricos y para ello el gobierno local creó la agencia Utilización de las Fuentes Fluviales (UFF) en 1927, predecesora de la Autoridad de Fuentes Fluviales (AFF).
Látimer Torres explicó que bajo el auspicio de la Puerto Rico Reconstruction Administration (PRRA) —agencia establecida por el presidente Franklin D. Roosevelt durante la Gran Depresión— se comenzó un vasto programa de electrificación rural para el país junto a otros dos grandes proyectos hidroeléctricos: Garzas en Adjuntas y Dos Bocas, en Utuado.
El propósito del gobierno era establecer un sistema interconectado y funcional bajo una sola administración gubernamental. Este nuevo paradigma traía consigo la necesidad de crear un instrumento administrativo con el poder de contratar, adquirir propiedades, hacer préstamos, emitir bonos, así como cobrar facturas.
Por ello, en 1941 se creó la primera corporación pública de Puerto Rico bajo el nombre de la Autoridad de las Fuentes Fluviales (AFF).
“Entre las cosas que se hicieron bajo esa estructura fue la creación de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillado (AAA) y la adquisición de la mayoría de los sistemas privados dedicados a energía eléctrica”, explicó Látimer Torres.
El historiador aseguró, además, que la bonanza económica que transformó a Puerto Rico durante las décadas de 1940, 1950 y 1960 hubiese sido imposible sin la creación de la AFF.
“La demanda impresionante por electricidad entre fines de la década de 1940 y la década de 1970 requirió la búsqueda de alternativas para la producción de energía eléctrica al ser insuficiente el rendimiento de las fuentes hidroeléctricas. El reto fue utilizar otras fuentes de energía. Desde aquel momento, el petróleo se convirtió en el combustible fósil principal”, dijo.
“La historia de la electricidad tiene que ver con todo. Con la agricultura, con el riego, con la industrialización de la isla, con la economía, en fin, con todo” EUGENIO LÁTIMER TORRES HISTORIADOR