¿El tipping point del estatus?
El tipping point, o momento crítico, es aquel en que se cristaliza un cambio cualitativo significativo en un proceso. Quizás, el ejemplo más sencillo de dicho momento es cuando irrumpe la ebullición ante el calentamiento del agua. Una materia desaparece y se convierte en otra. Algo similar puede suceder con el estatus político colonial de Puerto Rico. Cuando nos enfrentamos a problemas crónicosdigamos el embargo económico sobre Cuba o la política de Estados Unidos sobre Israel, por citar dos ejemplos- nos inclinamos a erróneamente catalogarlos como asuntos congelados. No obstante, los puntos críticos existen y producen resultados a largo plazo. Basta con pensar en el fin del llamado Muro de Berlín. De golpe, 300, 000 tropas rusas estacionadas en Alemania del Este quedaron acuarteladas tras una sorpresiva e inesperada declaración en una conferencia citada con otro fin.
¿Estamos cerca del tipping point del estatus? Probablemente no. La tendencia es a pensar que Puerto Rico es un problema crónico víctima de racismos, acciones unilaterales, recriminaciones mutuas, divisiones, prejuicios y cancelaciones. Lo más seguro es apostar al inmovilismo. Lo cierto es, sin embargo, que ocurren eventos que nos llevan a hacernos la pregunta: ¿Existen cartas nuevas sobre el tapete o debajo de la manga? Existen dos a destacar: una- la decisión estadounidense de destruir el mito del ELA como una nueva forma de soberanía limitada. Habrá quien diga que ello no es nuevo y tiene razón. Pero me refiero a nuevas modalidades de vilipendio político. No aludo a la realidad político- jurídica existente desde 1952 sino a ese desprecio político que comenzó a fines del siglo XX con el Proyecto Young y que culminó con la aprobación de Promesa en el 2016, esa enmienda unilateral, aunque colateral, a la Constitución del ELA. Todo ello, con el impulso de una rama judicial liderada por la jueza Elena Kagan, nombramiento del expresidente Obama. En Sánchez Valle, el ELA, simple y llanamente, ostenta autoridad política delegada por la soberanía federal. Al día siguiente se aprobó Promesa en la Cámara baja y 20 días después en el Senado, convertida en ley el 30 de junio de 2016. El resto es historia.
Una nueva segunda ficha es un inusitado interés de un cierto sector del Partido Demócrata de admitir a Puerto Rico como estado. Ello, en aparente conflicto con la última resolución del Partido Demócrata, publicada en febrero de 2023 por José Delgado en este medio, que informaba que esa colectividad se comprometía con el respaldo a la propuesta estadidad de Washington DC y con el principio de la libre determinación de la isla. Ese lenguaje respondió entonces a una presión de sectores de la diáspora puertorriqueña para que se asegurara un terreno de juego nivelado al momento de tomar decisiones de estatus sobre la isla. Con razón, varias entidades de la llamada diáspora, se preocupaban de que se deseara comunicar que en nuestro país ocurrió ya un nuevo consenso sobre el tema del futuro de la isla. Reflejaba también que el asentimiento a favor de la estadidad de Washington DC es más sólido entre los demócratas que el contencioso tema de absorber la nación puertorriqueña en el pasaje sin regreso de la estadidad. En DC un 86% del electorado prefiere esa opción, una diferencia notable con Puerto Rico.
La nueva propuesta de eliminar al ELA como opción y aceptar un proyecto entre soberanía propia y la admisión de la isla como estado es cónsono con mantener la opción de la estadidad a flote luego de que voces importantes descartaron ese curso de acción hacia la integración pos plebiscito 2020. Este, como sabemos, produjo un mandato débil a favor de la estadidad aunque sí una mayoría simple. El nuevo plebiscito, calculan algunos estrategas demócratas, debería producir una cómoda victoria electoral de la estadidad. Ahora en el Congreso está ausente Luis Gutiérrez (quien fue congresista demócrata en Illinois hasta 2019) dentro del panorama demócrata. Antes Gutiérrez había propuesto limitar una consulta federal de estatus a las opciones de soberanía nacional (independencia y libre asociación). Ahora lo que existe mayormente es un grupo de legisladores demócratas que aceptan tanto la estadidad como la libre asociación o independencia como formas de descolonización. No parece importarles tanto el reclamo de autodeterminación nacional implícito en la propuesta inicial de Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio Cortez. Quizás ni lo entienden, ni lo quieren comprender. Es el tipo de reclamo colectivo dentro de la tercera generación de derechos humanos que se discute poco al interior de EEUU.
Debemos estar atentos a procesos congresionales basados en agendas partidistas de aquí y de allá que subestiman el problema central: idear un proceso inclusivo, democrático y transparente para determinar nuestro futuro en condiciones de negociación altamente asimétricas. Uno que pueda, con justicia, denominarse un proceso de autodeterminación política nacional de Puerto Rico.