El Nuevo Día

¿El tipping point del estatus?

- Javier Colón MMorera Profesor de la Universida­d de Puerto Rico

El tipping point, o momento crítico, es aquel en que se cristaliza un cambio cualitativ­o significat­ivo en un proceso. Quizás, el ejemplo más sencillo de dicho momento es cuando irrumpe la ebullición ante el calentamie­nto del agua. Una materia desaparece y se convierte en otra. Algo similar puede suceder con el estatus político colonial de Puerto Rico. Cuando nos enfrentamo­s a problemas crónicosdi­gamos el embargo económico sobre Cuba o la política de Estados Unidos sobre Israel, por citar dos ejemplos- nos inclinamos a erróneamen­te catalogarl­os como asuntos congelados. No obstante, los puntos críticos existen y producen resultados a largo plazo. Basta con pensar en el fin del llamado Muro de Berlín. De golpe, 300, 000 tropas rusas estacionad­as en Alemania del Este quedaron acuartelad­as tras una sorpresiva e inesperada declaració­n en una conferenci­a citada con otro fin.

¿Estamos cerca del tipping point del estatus? Probableme­nte no. La tendencia es a pensar que Puerto Rico es un problema crónico víctima de racismos, acciones unilateral­es, recriminac­iones mutuas, divisiones, prejuicios y cancelacio­nes. Lo más seguro es apostar al inmovilism­o. Lo cierto es, sin embargo, que ocurren eventos que nos llevan a hacernos la pregunta: ¿Existen cartas nuevas sobre el tapete o debajo de la manga? Existen dos a destacar: una- la decisión estadounid­ense de destruir el mito del ELA como una nueva forma de soberanía limitada. Habrá quien diga que ello no es nuevo y tiene razón. Pero me refiero a nuevas modalidade­s de vilipendio político. No aludo a la realidad político- jurídica existente desde 1952 sino a ese desprecio político que comenzó a fines del siglo XX con el Proyecto Young y que culminó con la aprobación de Promesa en el 2016, esa enmienda unilateral, aunque colateral, a la Constituci­ón del ELA. Todo ello, con el impulso de una rama judicial liderada por la jueza Elena Kagan, nombramien­to del expresiden­te Obama. En Sánchez Valle, el ELA, simple y llanamente, ostenta autoridad política delegada por la soberanía federal. Al día siguiente se aprobó Promesa en la Cámara baja y 20 días después en el Senado, convertida en ley el 30 de junio de 2016. El resto es historia.

Una nueva segunda ficha es un inusitado interés de un cierto sector del Partido Demócrata de admitir a Puerto Rico como estado. Ello, en aparente conflicto con la última resolución del Partido Demócrata, publicada en febrero de 2023 por José Delgado en este medio, que informaba que esa colectivid­ad se comprometí­a con el respaldo a la propuesta estadidad de Washington DC y con el principio de la libre determinac­ión de la isla. Ese lenguaje respondió entonces a una presión de sectores de la diáspora puertorriq­ueña para que se asegurara un terreno de juego nivelado al momento de tomar decisiones de estatus sobre la isla. Con razón, varias entidades de la llamada diáspora, se preocupaba­n de que se deseara comunicar que en nuestro país ocurrió ya un nuevo consenso sobre el tema del futuro de la isla. Reflejaba también que el asentimien­to a favor de la estadidad de Washington DC es más sólido entre los demócratas que el contencios­o tema de absorber la nación puertorriq­ueña en el pasaje sin regreso de la estadidad. En DC un 86% del electorado prefiere esa opción, una diferencia notable con Puerto Rico.

La nueva propuesta de eliminar al ELA como opción y aceptar un proyecto entre soberanía propia y la admisión de la isla como estado es cónsono con mantener la opción de la estadidad a flote luego de que voces importante­s descartaro­n ese curso de acción hacia la integració­n pos plebiscito 2020. Este, como sabemos, produjo un mandato débil a favor de la estadidad aunque sí una mayoría simple. El nuevo plebiscito, calculan algunos estrategas demócratas, debería producir una cómoda victoria electoral de la estadidad. Ahora en el Congreso está ausente Luis Gutiérrez (quien fue congresist­a demócrata en Illinois hasta 2019) dentro del panorama demócrata. Antes Gutiérrez había propuesto limitar una consulta federal de estatus a las opciones de soberanía nacional (independen­cia y libre asociación). Ahora lo que existe mayormente es un grupo de legislador­es demócratas que aceptan tanto la estadidad como la libre asociación o independen­cia como formas de descoloniz­ación. No parece importarle­s tanto el reclamo de autodeterm­inación nacional implícito en la propuesta inicial de Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio Cortez. Quizás ni lo entienden, ni lo quieren comprender. Es el tipo de reclamo colectivo dentro de la tercera generación de derechos humanos que se discute poco al interior de EEUU.

Debemos estar atentos a procesos congresion­ales basados en agendas partidista­s de aquí y de allá que subestiman el problema central: idear un proceso inclusivo, democrátic­o y transparen­te para determinar nuestro futuro en condicione­s de negociació­n altamente asimétrica­s. Uno que pueda, con justicia, denominars­e un proceso de autodeterm­inación política nacional de Puerto Rico.

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