El Nuevo Día

Indispensa­ble entender y romper el estigma hacia la salud mental

La autocompas­ión y la aceptación de las emociones “buenas” y “malas” permiten la capacidad de expresarse, autocuidar­se y buscar ayuda

- Por Dra. Grace M. Viñas Joy Especial para Puerto Rico Saludable

De acuerdo con la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad­es. Por lo tanto, cuidar la salud mental, al igual que de la física, es de suma importanci­a. Entonces, ¿por qué hay tanto miedo de atender y hablar sobre la salud mental? La respuesta es el estigma.

El estigma se define como un conjunto de actitudes, juicios y creencias negativas hacia personas, grupos o conductas que se consideran “fuera de la norma” o que “no son socialment­e aceptables”. La estigmatiz­ación está presente en los aspectos de género, cultura, raza, sexualidad, nivel socioeconó­mico, educación y salud, entre otros, y lleva a la discrimina­ción.

A su vez, el miedo a la discrimina­ción y al rechazo puede llevar a la internaliz­ación del estigma, generando vergüenza, baja autoestima, síntomas de depresión y ansiedad, traumas emocionale­s y dificultad para expresar las emociones o buscar ayuda. ¿Qué sucedería si rompemos con el estigma y abordamos la salud mental con la naturalida­d y compasión que amerita? Se abriría un camino que permitiría mayor prevención, aceptación y una mejor calidad de vida.

Educarnos y entender estos conceptos son los primeros pasos para el cambio. La salud mental se refiere a un estado de bienestar emocional, psicológic­o y social, e incluye la capacidad de manejar el estrés, mantener relaciones saludables y afrontar efectivame­nte los desafíos inevitable­s de la vida. No tiene que ver con “locura” o “debilidad”, sino con un espectro que abarca una amplia gama de experienci­as y desafíos.

Todas las personas enfrentamo­s cambios inesperado­s, noticias no deseadas, pérdidas, eventos adversos o exposición a desastres y desgracias, por lo que se altera la forma en que pensamos, nuestro estado de ánimo y cómo nos comportamo­s; lo contrario no sería lo esperado.

La autocompas­ión y la aceptación de las emociones “buenas” y “malas” permiten la capacidad de expresarse, autocuidar­se, buscar ayuda y liberarse del estigma. Para lograr esto, hay que decidir continuar deconstruy­endo los mitos, juicios y estereotip­os que rodean la salud mental; ¡promoverla, protegerla y restaurarl­a es responsabi­lidad de todos!

Así pues, para reducir el estigma alrededor de la salud mental y mejorar la calidad de vida de las personas que padecen alguna enfermedad mental, se recomienda:

1. Tener conciencia y educarse

La conciencia es la capacidad de identifica­r nuestras creencias y prejuicios. Darnos cuenta nos permite hacer algo diferente como es educarnos. La promoción de informació­n relevante, el enfoque en la prevención, la visibilida­d en los medios de comunicaci­ón, compartir experienci­as y aprender sobre los factores que contribuye­n a la salud mental (por ejemplo, la genética, el entorno y las experienci­as adversas en la niñez, entre otras), así como conocer los tratamient­os efectivos puede promover cambios en las creencias y la normalizac­ión del tema.

2. Prevención mediante la apertura y la conversaci­ón

Crear espacios seguros, donde las personas se sientan cómodas, compartien­do sus experienci­as y buscando apoyo, es crucial. Fomentar la apertura y promover la conversaci­ón sobre la salud mental, dentro del grupo de apoyo o como parte del cuidado de la salud, ayuda a reducir el estigma.

3. Lenguaje inclusivo y no estigmatiz­ante

La forma en que hablamos influye en el estigma y sus secuelas. Esto implica no poner sellos ni usar términos peyorativo­s o despectivo­s. En su lugar, se debe utilizar un lenguaje neutral y descriptiv­o, que promueva la diversidad.

4. Promover el autocuidad­o y la resilienci­a

Fomentar prácticas de autocuidad­o y adquirir destrezas para promover la resilienci­a debe ser prioritari­o. Esto incluye la promoción de hábitos saludables como la actividad física, la alimentaci­ón balanceada, la higiene de sueño, el manejo efectivo del estrés y conectar con personas significat­ivas.

5. Acceso a los servicios de salud mental

Garantizar que las personas tengan acceso a servicios de salud mental de calidad, sin importar lo económico, geográfico o cultural. Invertir en recursos comunitari­os y programas de prevención. Conocer y hacer público los recursos disponible­s, tanto de apoyo como de tratamient­o, da visibilida­d y fomenta la apertura.

Romper con el estigma de la salud mental requiere un esfuerzo colectivo y continuo. Los cambios y las adversidad­es son naturales en la vida del ser humano, por lo que todos tenemos la posibilida­d de desarrolla­r una enfermedad mental. Conversar sobre la salud mental nos libera del estigma, fomenta el bienestar general y nos permite tener más calidad de vida.

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La autora es psicóloga clínica y colaborado­ra de MCS.

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