El Nuevo Día

El regreso a la televisión en la casa

- Leo Aldridge Abogado y Analista

La televisión tradiciona­l tiene un sinnúmero de retos, pero los dos más difíciles son allegar a las pantallas a los jóvenes – la demográfic­a más codiciada por razones comerciale­s y culturales – y de alguna manera mitigar la penetració­n en los hogares de los servicios de “streaming” como Netflix o Amazon.

El “reality show” La casa de los famosos, emitido por Telemundo, logró ambos objetivos, gracias, por supuesto, al frenesí que se creó en Puerto Rico con la figura de Maripily Rivera.

Muchos jóvenes que se jactaban de que no veían televisión local estaban súbitament­e acudiendo con amistades a bares, restaurant­es y residencia­s para ver juntos los episodios del programa. Era todo un evento y lo que en la industria de la televisión en Estados Unidos se conoce como “appointmen­t viewing”, que no es otra cosa que el fenómeno de programars­e y organizars­e para estar frente a la pantalla en cierto horario, y en cierto día, para no perderse una oferta de la cultura popular.

El referido método de consumir contenido era lo que todos los expertos hasta hace poco pensaban que sería la norma por mucho tiempo. Las grandes cadenas como NBC, en la primera década del siglo, programaba­n con sus programas insignias como “Friends” liderando una oferta que propiciara que el televident­e pasara una parte importante de su noche pegado a la pantalla, con los consabidos beneficios que trae para la empresa que vende su aire para comerciale­s.

Sin embargo, a mediados de la pasada década, la tendencia cambió marcadamen­te. Uno de cada cuatro televisore­s que se vendía era un aparato “inteligent­e” y venía pre-programado con las plataforma­s más populares de “streaming”, como Netflix. El dominio de la televisión tradiciona­l iba menguando por tres razones básicas: la oferta de “streaming” o descarga de contenido a discreción del cliente estaba disponible en cualquier momento: no había que esperar, por ejemplo, un jueves a las 8:00 pm para ver un episodio. Además, la calidad era muchas veces superior al de la televisión tradiciona­l y el programa o película no se interrumpí­a con anuncios.

Entre amistades y compañeros de trabajo las conversaci­ones se centraban en la última serie, película o documental de Netflix u otras plataforma­s similares, y ese era el contenido que cualquiera que quisiera mantenerse relevante entre pares se veía compelido a consumir.

En agosto de 2022, Nielsen reportó, por primera vez, que los televident­es habían consumido más contenido del “streaming” que de cable, lo que representó un duro shock que ya se veía venir. Aunque el registro correspond­e a Estados Unidos, en la isla hay tendencias en común.

El principal “appointmen­t viewing” que quedaba en la televisión tradiciona­l eran los deportes, pues se ofrecían a cierta hora y en cierto día y todos lo quieren ver en vivo. El televident­e quiere sentirse parte de algo mayor.

Esta recién concluida cuarta temporada de La casa de los famosos logró que la gente se congregara frente al televisor a cierta hora y en cierto día para tener relevancia en la cultura popular. En palabras más sencillas, la gente quería verlo no sólo porque les entretenía sino también para poder compartir con la vecina o el compañero de trabajo los últimos sucesos. Hay, por supuesto, elementos adicionale­s intangible­s, como la identifica­ción de gran parte de la población con la figura de Maripily, y el efecto ola de que cuando todo el mundo habla de algo uno tiene la curiosidad por averiguar de qué trata.

Será difícil para los altos ejecutivos en la industria de la televisión replicar lo que sucedió aquí, pero sin duda intentarán. Atraer jóvenes a la televisión tradiciona­l, retener a otros que se han decantado por los servicios de “streaming”, y retornar al “appointmen­t viewing” son indudablem­ente tres grandes logros. Las preguntas son si este hit será sostenible a mediano y largo plazo y si el formato de reality es el vehículo idóneo.

Lo que sí se sabe, y lo que impresiona muchísimo, es que, por cuatro meses, los comportami­entos de los televident­es se retrotraje­ron a 20 años atrás: todos en el canal local en vez del streaming, todos pendientes al mismo día y a la misma hora para el “appointmen­t viewing”, y en la cultura popular todos hablando de lo mismo. Si descifran cómo replicar eso habrán encontrado oro.

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