Cada sector a prepararse para grandes emergencias
A una semana de que comience la nueva temporada de huracanes, todos los sectores del país deberían ya tener listos sus planes de contingencia actualizados de acuerdo a las lecciones contundentes que dejó a su paso el huracán María.
Resulta alentador que uno de los sectores más críticos en Puerto Rico, la industria hospitalaria, haya tomado previsiones para depender menos del gobierno ante otra emergencia. Las medidas preventivas requieren que todos los eslabones del ecosistema de salud pública estén debidamente atados.
La crisis sanitaria es una de las heridas más dolorosas por las que la isla todavía supura desde la devastación de septiembre. Si bien el huracán María fue un evento sin precedentes en más de un siglo, haber padecido ya la experiencia convierte cualquier inacción en negligencia.
Ante la fragilidad del sistema eléctrico y las fallas de sus sistemas de respaldo, los hospitales dan cuenta de haber adquirido equipo y reservas, además de revisar contratos con suplidores que les permitan continuar sus operaciones ante situaciones similares. Como tantos otros sectores, han adoptado sistemas de fuentes alternas de electricidad como solar, baterías y gas, que les hagan independientes de la maltrecha red pública.
También para las telecomunicaciones, sectores de la industria han adoptado sistemas de radioteléfonos. Este tipo de iniciativa abre espacios valiosos para integrar recursos de la comunidad. Los radioaficionados, por ejemplo, son parte vital de esa cantera de activos.
Algunos hospitales prevén incluso proveer brigadas para la limpieza de caminos que faciliten el paso de ambulancias. Esta es otra instancia que puede hacerse en colaboración con la comunidad y las autoridades municipales.
Además de tener lista la infraestructura y provisiones, es indispensable que se atiendan los protocolos, guías y recomendaciones, federales e internacionales, para lidiar con escenarios de desastre. La inexistencia confirmada de tales procedimientos, así como los desfases derivados de esa carencia, han hecho que aún hoy la cifra real de muertes relacionadas al huracán sea incierta.
El acceso a datos recopilados con rigor científico es un aspecto de transparencia imprescindible para salvar vidas, en Puerto Rico y en otros países. También, los derechos de los pacientes y sus familiares a la información sobre diagnósticos, tratamientos y medidas de emergencia deben quedar protegidos y ser respetados. En ambas materias, el Departamento de Salud tiene una responsabilidad ineludible.
Puerto Rico tiene una alta incidencia de cáncer, diabetes y enfermedades respiratorias. El gobierno está llamado a asegurar que las instituciones que proveen servicios de diálisis, quimioterapias y ventilación puedan responder con rapidez y eficiencia a la misión sagrada de salvar vidas y proteger propiedad.
Le corresponde a Salud supervisar con un alto sentido del deber. Todos los hospitales, centros de tratamiento y de cuido de adultos mayores, entre otros proveedores, deben estar preparados para otro evento de grandes proporciones. De igual forma, los ciudadanos necesitan contar con la orientación debida.
Pero el gobierno no puede solo. Sobre todo, ante su precariedad fiscal. Les toca a las entidades relacionadas, desde hospitales hasta laboratorios, compañías de ambulancias, farmacias y suplidores, la responsabilidad de asegurar con celo que estarán a la altura del momento. De la excelencia en el desempeño de ese ecosistema dependen miles de vidas.
Más allá de los proveedores de servicios de salud, las medidas adoptadas por los hospitales son muestra de lo que el resto del país debe tener listo. En cada centro de trabajo, iglesia o comunidad, la gente debería tener a mano un inventario de recursos, suministros y planes de contingencia bien comunicados. Asimismo, hay que prever las necesidades de las personas en condiciones de más vulnerabilidad, como los ancianos, los niños, las personas con impedimentos y otras con limitaciones de movilidad.
Tras sobrevivir la experiencia pasada, enfrentar futuras emergencias con firmes valores éticos no admite excusas. Las catástrofes no siempre avisan ni anticipan su magnitud. Y eso es algo que Puerto Rico debe tener presente ante su exposición a actividad sísmica, además de los fenómenos climáticos propios del trópico.